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EL FUTURO DE EUROPA

Estrasburgo ya huele a urnas: el lado duro del PPE y la ultraderecha buscan su propia entente en la UE

Sede del Parlamento Europeo en Estrasburgo (Francia)

Las inmediaciones del Parlamento Europeo en Estrasburgo son un puro enjambre. Atascos a las puertas entre coches oficiales y autobuses. También llegan decenas de políticos y periodistas en bicicletas. Con un sol mediterráneo sobre esta ciudad del centro de Europa. Puro espejo del cambio climático en septiembre a pesar de las corrientes negacionistas que soplan por todo el continente.

Quedan apenas horas para que arranque el Debate sobre el Estado de la Unión, que marca el inicio del curso político cada año. Pero la sensación que recorre los pasillos es otra: “Es como el pistoletazo de salida de la carrera de cien metros hacia las elecciones europeas”, resumen fuentes comunitarias. Y es que este año se masca ese sabor de inicio de una larga campaña ante una futura legislatura que puede cambiar mucho la dinámica continental tradicional.

Como ilustran funcionarios y eurodiputados a lo largo y ancho de la sede del Parlamento en Estrasburgo, cada día se ha “nacionalizado” más la política europea y se empieza a vislumbrar un posible escenario de bloques ideológicos, como ya sucede en la mayoría de las asambleas nacionales, frente a ese mecanismo de grandes consensos entre los grandes grupos que ha dominado las últimas décadas de las instituciones.

Todos se miran entre todos en estos meses que son la última oportunidad para sacar grandes leyes. Los comicios están previstos entre el 6 y el 9 de junio, por lo que todos los eurodiputados son conscientes de que tienen como mucho hasta febrero para llegar a acuerdos. Luego será la batalla total de las urnas.

El elefante en la habitación: hasta dónde llegará la ultraderecha

Se trata de una lucha que tendrá muchos tintes nacionales, como reconocen parlamentarios de distintas sensibilidades. Cada vez los europeos son más conscientes, y así lo indican los eurobarómetros, de que parte de su vida depende de lo que decida Europa. Los partidos también están imbricando más la política europea en sus países. Una de las tendencias que vaticinan en los círculos de Estrasburgo es que los candidatos que se presenten en junio serán rostros potentes en sus países, ya no se esperan segundones o dinosaurios en retirada de la primera línea.

Un elefante en la habitación del Parlamento en Estrasburgo: el ascenso de la ultraderecha. En la última legislatura ha funcionado esa especie de triángulo principal para dominar las instituciones a través de los grupos popular, socialista y liberal (Renew). Pero la extrema derecha puja fuerte en el continente y aspira a partir de junio del año que viene a ser el tercer grupo más poderoso en los círculos continentales.

Y la entente de los grandes grupos (con el ariete liberal) empieza a dar paso a una política de bloques ideológicos. La derecha vive su propio debate interno, con el sector de Ursula Von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea, más por la labor de los grandes consensos, mientras que el de Manfred Weber (líder de las filas populares) está abriendo la vía de explorar los pactos con la ultraderecha. Los partidos ultra notan que ya ha decaído ese cordón sanitario y un cambio en los populares desde hace un tiempo.

Por eso la obsesión de Weber de que haya un Gobierno del PP y Vox en España que, sumando a la experiencia de Italia, podría facilitar ese canal también en las instituciones europeas. Parte del PP europeo no cierra esa puerta sino que más bien la abre. Y como reconoce una fuerte europea: ahora esos partidos ultra tienen la prima de que está gobernando en algunos países, con el especial exponente de Giorgia Meloni. Los progresistas, en cambio, se aferran en estas horas a que España tenga un Ejecutivo de izquierdas.

Grandes retos: ampliación y medio ambiente

Esta ha sido una legislatura muy complicada para la política europea, que arrancó con la negociación final del Brexit. Pero principalmente ha estado marcada por la pandemia y la invasión rusa de Ucrania, dos fenómenos que en las instituciones europeas no se podían imaginar cuando echó a andar este periodo en 2019.

No obstante, la sensación que hay en el Parlamento Europeo en general es que se han logrado afrontar y, además, como muestran los eurobarómetros, la opinión sobre la UE ha salido fortalecida. Pero esto no significa tampoco, a tenor de las encuestas, que los grandes partidos popular y socialista vayan a crecer en estos comicios después de dos elecciones en retroceso.

En las instituciones europeas también existe la sensación de que la legislatura que se alumbrará a partir de junio se tiene que abordar la ampliación de la UE, un tema que se ha ralentizado por estos complicados años. Las miradas están puestas en los Balcanes occidentales, Moldavia, Georgia y Ucrania. Y es que en Bruselas y Estrasburgo saben que las sociedades de esos países no pueden estar alimentando una esperanza eterna y que si no se dan pasos, estas naciones pueden valorar formar parte de otras alianzas. 

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Pero también esta futura legislatura será crucial en temas medioambientales. Como reconocen fuentes comunitarias, se empezó de manera muy ambiciosa tras los comicios de 2019, pero se han ido complicando los grandes acuerdos en materia verde. Y es que principalmente la derecha europea ha entrado en contradicción, ya que parte del PP continental quiere dar también un giro al ver el avance de la extrema derecha en el mundo agrícola y rural en muchos países. La izquierda y los verdes especialmente reconocen que tienen también que hacer calar que la lucha contra el cambio climático no es contraria al mundo de la agricultura en un momento en el que se producen fenómenos como la victoria este año en las provinciales holandesas del Movimiento Campesino-Ciudadano. Como indican fuentes de los verdes: tienen que dejar también esa imagen urbanita.

El papel de España

Este último curso político también viene marcado por la asunción por parte de España de la Presidencia durante este semestre. El hecho de que el Gobierno esté en funciones ha llevado a que Pedro Sánchez haya retrasado ya dos veces su comparecencia en el Parlamento Europeo, pero los ministros sí están acudiendo ante las comisiones parlamentarias europeas para mostrar su hoja de ruta.

España quiere jugar un papel importante en debates esenciales como las nuevas reglas fiscales. La vicepresidenta primera en funciones, Nadia Calviño, quiere un pacto que combine seriedad fiscal pero compromiso social. Parte de la derecha está intentado forzar la situación y reducir la política de fondos que se emprendió durante la época de la pandemia. Asimismo, La Moncloa quiere poner sobre la mesa durante estos meses la importancia de la autonomía estratégica para volver a fabricar productos básicos (durante la crisis sanitaria no había mascarillas en muchos países) y desarrollarse en sectores como los microchips. Europa ha vivido una pandemia y ahora tiene una guerra en sus fronteras. Las elecciones de 2024 marcarán un nuevo rumbo, la campaña ya está en marcha.

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