Ni despoblación, ni tren, ni autovías: Extremadura entra en el debate nacional sin que se aborden sus problemas reales
Extremadura está en el foco. Todas las miradas se dirigen a una comunidad a la que habitualmente apenas se observa. Las elecciones del 21D serán la primera pista de cómo respira la política nacional y la expectación es máxima. Por eso, los partidos miden sus fuerzas en una tierra que nunca había cobrado tanto protagonismo. Y toda la atención está puesta precisamente ahí, en la contienda electoral, en el cruce de reproches y acusaciones, en la batalla en redes sociales. Los retos y necesidades, los problemas y heridas que arrastra la autonomía quedan en un alejado segundo plano. “Si el contexto fuera otro, por aquí no pasan los líderes nacionales como lo están haciendo, porque Extremadura importa poco, tiene poco peso político. Somos algo más de un millón de habitantes y no contamos, no somos necesarios”, reflexiona, entre otros, Jesús Pérez Mayo, profesor de Economía Aplicada en la Universidad de Extremadura (Uex).
La región comparte con el resto de autonomías riesgos para la ciudadanía como las debilidades del sistema sanitario y el crecimiento sin freno del precio de la vivienda. En el primer caso, las listas de espera y la falta de especialistas se ve acentuado en las zonas rurales, donde cuesta cubrir plazas. En el segundo caso, aunque la comunidad es de las más baratas, los sueldos son también más bajos, una ecuación desigual que dificulta igualmente el acceso a un hogar.
Pero más allá de estas cuestiones, hay grietas concretas directamente relacionadas con ese escenario demográfico del que habla Pérez Mayo. ¿Cuáles son los principales desafíos?
Las conexiones
El servicio ferroviario ha mejorado en los últimos años. Existen más opciones y las averías con los pasajeros tirados durante horas en mitad de la nada quedaron atrás. No obstante, Extremadura, a pesar de su situación estratégica en la frontera, sigue siendo una isla y las conexiones internas resultan igualmente escasas.
Hay que ir a la hemeroteca para entender la situación actual del tren. La gran promesa de un AVE Madrid-Badajoz-Lisboa se puso oficialmente sobre la mesa en la cumbre hispano-lusa de 2003, con el entonces presidente del Gobierno José María Aznar y su homólogo portugués José Manuel Durão Barroso. Se fijó 2010 como el año en que se inauguraría esta infraestructura. Desde entonces se han ido acumulando retrasos. Todos los Gobiernos de España han incumplido sus compromisos con el tren extremeño.
¿Cuáles han sido los avances? En el verano de 2022 se inauguró la nueva plataforma entre Badajoz y Plasencia, pero hubo que esperar otro año más para que entrara en vigor la electrificación y empezar a hablar, por fin, de trenes de altas prestaciones.
Y hasta ahí. Desde Plasencia hasta el límite con Castilla-La Mancha los tramos siguen en obras, avanzados pero sin terminar. En la provincia de Toledo aún no hay un proyecto claro para la continuidad hasta Atocha. Y en la parte portuguesa, el recorrido desde Elvas (en la frontera) hasta Évora (a mitad de camino hacia Lisboa) es el único avanzado en alta velocidad. El plan permanece a medias.
Aun así, las mejoras son evidentes. Ajustando horarios, ya se puede ir y volver en el día a Madrid desde Badajoz en un viaje de unas cuatro horas y media para recorrer los 400 kilómetros de distancia. Antes la media era de más de seis horas.
No obstante, basta un ejemplo para la comparación. Entre Sevilla y Madrid hay 533 kilómetros; el AVE tarda menos de tres horas en unir ambas ciudades y con más opciones. Otro ejemplo: el tren Badajoz-Sevilla necesita cuatro horas y media para recorrer 210 kilómetros que en coche se completan en dos horas y 40 minutos.
El servicio regional también es deficiente para conectar pueblos y ciudades en una región amplia y dispersa. “Parece mentira que ahora estemos celebrando los nuevos trenes entre Badajoz y Cáceres”, dice Pérez Mayo. Se refiere a que este mes de diciembre han empezado a funcionar cuatro servicios diarios de Media Distancia que permiten completar el trayecto en 46 minutos (la distancia es de 90 kilómetros).
Otra de las peculiaridades de Extremadura es que las dos capitales de provincia no están unidas por autovía. También hace décadas que se proyectó, pero de momento solo hay pequeños tramos en marcha de la llamada A-58.
No es la única pendiente. La futura A-43 hacia el Levante avanza a ritmo muy lento y sin un diseño claro en la provincia de Ciudad Real. Y en cuanto a las autovías autonómicas, ahora se propone la colaboración público-privada para potenciar su construcción.
En relación al autobús, si bien la Junta ha aprobado que los viajes sigan siendo gratuitos dentro de la región, las rutas son escasas y no cubren de manera óptima las necesidades de sus posibles usuarios, especialmente en las zonas rurales.
La falta de oportunidades
“Los jóvenes se nos van porque no encuentran oportunidades laborales”. La frase la pronuncia Mari Cruz Lara, secretaria de Empleo y Formación de CCOO en Extremadura, pero es una reflexión constante. A pesar de los intentos por retener talento, las cifras hablan por sí solas. Los datos del Instituto Nacional de Estadística (INE) reflejan que a 1 de enero de 2025 había 109.964 residentes de entre 25 y 34 años en la comunidad; un año antes eran 111.899; y hace diez años, 140.073. Una pérdida del 21% en la última década.
Uno de los principales factores de esta bajada es el éxodo juvenil. Los pueblos se vacían y, como consecuencia, repunta el envejecimiento de la población. Esa falta de oportunidades hace, además, que la comunidad sea poco atractiva para los inmigrantes. De nuevo los números dibujan la realidad: los habitantes extranjeros suponen un 14,2% del total en el conjunto del país; en Extremadura representan solo el 4,6%.
No obstante, las últimas publicaciones del INE reflejan un ligero repunte de población gracias precisamente a la inmigración y una reducción del paro en comparación con otros territorios. Pero Extremadura, junto con Andalucía, suele liderar el ranking nacional de desempleo.
Al respecto, Mari Cruz Lara plantea: “No podemos olvidar que existen problemas estructurales sin resolver. Si bien hay determinados trabajos para los que no se encuentra gente, habrá que ver las condiciones que se ofrecen”. Ella pone el foco en lo rural y la mujer: “Hay una clave fundamental: las administraciones deben invertir en servicios públicos útiles y tener en cuenta a los pueblos para poder crear empleo. Por ejemplo, si en los pequeños municipios hay guardería, un centro de mayores y un autobús, las mujeres tendrían muchas más facilidades para cubrir puestos. Y además se crearían nuevas plazas en esos recursos públicos. Los pueblos tendrían más vida. Para eso hay que tener muy clara la apuesta por el mundo rural”.
También apunta a los jóvenes: “Es muy importante adaptar la formación a la demanda. Si hay determinadas industrias que se van a poner en marcha en Extremadura, que ellos puedan trabajar en ellas”.
Sin ‘revolución industrial verde’
Al hilo de lo anterior, una de las claves para analizar el mercado laboral es la escasa industrialización. De ahí que, sin alternativas reales, se peleé por la continuidad de la central nuclear de Almaraz al ofrecer sueldos y condiciones por encima de la media.
Hace apenas tres años, en Extremadura se habló de la ‘revolución industrial verde’. El expresidente de la Junta Guillermo Fernández Vara insistió en que había una oportunidad clave: “Esta comunidad llegó a la revolución industrial 150 años tarde, ahora llega antes que nadie”, expresó. Sobre la mesa, proyectos como la gigafactoría de Navalmoral de la Mata (en la comarca de Campo Arañuelo, cerca de Almaraz), la fábrica de diamantes en Trujillo, la mina de litio de Cañaveral o la azucarera de Mérida. A ellos se sumaba Elysium City, el macroproyecto de ocio planteado en La Siberia, en el entorno de Castilblanco. Vara usó el término ‘verde’ porque casi todos los proyectos tirarían de energía renovable. Inversiones millonarias, miles de puestos de trabajos…
Solo la fábrica de Trujillo está en marcha y ahora se ha anunciado una ampliación. El resto, en el aire. “Parece que la promotora de la gigafactoría va a comprar ya los terrenos… Lo importante es que las iniciativas salgan adelante, porque esa industrialización cambiará el perfil de empleo y salarios, que serían mucho mejores, y permitiría la creación de servicios con alto valor añadido”, evidencia Pérez Mayo. Y añade: “Pero resulta igualmente necesario que las conexiones mejoren, no solo para la movilidad de las personas, también para las mercancías”.
Un campo asfixiado
Más allá de la industrialización, Extremadura es una región agraria que necesita un impulso en el campo, que vive en continua asfixia por los bajos precios y, con frecuencia, en conflicto con las políticas que llegan desde Bruselas.
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Lo cierto es que la agricultura y la ganadería suponen el 7,7% del PIB extremeño, de su riqueza (el dato nacional es del 2,7%) y de ahí la importancia de seguir potenciando la innovación, la producción y las exportaciones.
La financiación autonómica
Para ello es fundamental poner en valor el escenario demográfico a la hora de plantear, por ejemplo, la financiación autonómica. De nuevo, una comparación: Extremadura tiene una densidad de población de unos 26 habitantes por kilómetro cuadrado; País Vasco, 300 (la media nacional está en los 98 habitantes). Aquí los expertos coinciden en que la organización de los servicios básicos ha de tener en cuenta la dispersión y el envejecimiento.
La radiografía de la comunidad constata los retos, carencias y las reivindicaciones históricas. Cuando pase el 21D y la atención política desaparezca, será el momento de comprobar si las necesidades de Extremadura están en el foco.