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Por qué una familia rica con tres hijos puede acceder al bono social eléctrico para familias vulnerables

GAS Y ELECTRICIDAD

Guía para sobrevivir al caos energético: todo lo que debes saber de tu factura para evitar costes innecesarios

Un hombre enciende un interruptor con una factura de luz en la mano.

El mercado eléctrico "está roto", en palabras de la ministra para la Transición Ecológica, Teresa Ribera. El de gas, también. Pese a que se han tomado decisiones en el seno de la Unión Europea que en otro contexto tardarían años, aún no se ha desacoplado el precio del combustible fósil y el de la luz, generando precios altísimos e históricos. España tampoco ha reformado el Precio Voluntario para el Pequeño Consumidor (PVPC), la tarifa regulada indexada al mercado mayorista, que traslada directamente a los usuarios domésticos el rally de precios de la subasta diaria.

A la espera de reformas de calado, el consumidor tiene herramientas a su alcance para limitar el impacto de la subida. La solución estructural ni depende ni debe depender del ciudadano de a pie; pero hay mecanismos habilitados, dentro y fuera del mercado, para paliar el golpe. Repasamos las vías más efectivas para pagar menos por los suministros a final de mes.

¿Soy posible beneficiario del bono social?

A pesar de que las organizaciones siguen pidiendo su concesión automática o, al menos, la simplificación de los trámites, el bono social ha mejorado mucho. Su concesión implica descuentos de hasta el 70% en la factura de la luz y de la calefacción; en caso de vulnerabilidad, las eléctricas no podrán cortar el suministro; y el margen para abonar el recibo pasa de uno a dos meses, en caso de impago.

El principal requisito a cumplir es el de la renta, del solicitante o de la unidad familiar. Debe ser inferior a los 12.159,42 euros si no se convive con ningún menor; y hasta 20.265 euros si hay dos menores a cargo. La posesión del título de familia numerosa implica su concesión, así como la condición de pensionistas que cobren la cuantía mínima vigente, u otras condiciones especiales como ser víctima de terrorismo. La pandemia de covid-19 también abrió la puerta del bono social a los afectados por las restricciones, como desempleados o acogidos a ERTE (prorrogados hasta el 31 de marzo). Aquí se pueden ver todos los requisitos al detalle.

El otro gran requisito a cumplir es estar sujeto al Precio Voluntario al Pequeño Consumidor (PVPC). Esta modalidad no garantiza ningún tipo de estabilidad en el recibo, pero es el único que habilita a cobrar el bono social. Es un trámite sencillo que puede completarse en un único día adjuntando documentación personal y los datos e identificadores contenidos en la última factura. Una vez completada la transición, se pueden iniciar el papeleo para solicitar los descuentos. Será necesario ponerse en contacto con la comercializadora y adjuntar el formulario relleno que faciliten, así como otro tipo de documentos que certifiquen la vulnerabilidad (aquí, un listado completo de lo necesario).

Es importante que lo contenido en el formulario no contenga errores; como un domicilio registrado en el padrón diferente a la vivienda en la que se solicita el descuento, uno de los más comunes. Un fallo puede retrasar durante meses la concesión.

¿Qué tarifa es la mejor?

Con independencia de la concesión del bono social, los consumidores tienen margen para rebajar su factura. Para ello, lo principal es entenderla. El recibo está compuesto de varios elementos, pero los más relevantes para lo que nos ocupa son el término de consumo (€/kWh), y el de potencia (kW). Mediante el primero, pagamos por la electricidad que consumimos; y mediante el segundo, pagamos por la cantidad de luz que podemos poner a la vez, encendiendo varios electrodomésticos. Si hacemos más uso de la potencia que tenemos contratada, se produce una interrupción temporal del suministro, lo que conocemos como el salto de los plomos.

Si optamos por el Precio Voluntario al Pequeño Consumidor (PVPC), el precio de cada kWh, el término de consumo, variará cada hora según el resultado de la subasta marginalista, que lleva meses en máximos. Sin embargo, el mercado libre –donde cada usuario contrata su suministro con una empresa, sin imposiciones estatales–, aprovechándose de la coyuntura, está ofreciendo tarifas con precio fijo, donde se pagan cantidades similares independientemente de la situación del mercado marginalista.

Lo primero es saber si estamos sujetos al mercado regulado o al libre en nuestro contrato de suministros actual. No hay una regla exacta. Algunas empresas lo explicitan, como "tarifa regulada" o "PVPC", en el recibo, en caso de la primera modalidad; lo que no falla es buscar el nombre de la compañía comercializadora. Si cuadra con uno de este listado o la denominación está acompañada de la expresión "comercializadora de referencia", se está en el regulado.

Las circunstancias actuales no recomiendan estar en el mercado regulado, por los vaivenes y el alto precio del pool, que se transmite a esta modalidad. Varias ofertas en el mercado libre ofrecen un precio más ajustado que lo que se suele pagar a diario en el PVPC en los últimos meses, sin variaciones diarias. Mediante este comparador de la comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC) se puede comprobar qué compañías cuentan con las ofertas más ajustadas. Sin embargo, no hay que bajar la guardia.

Generalmente, los contratos de electricidad en el mercado libre suelen tener vigencia de un año. Es importante comprobar, en la factura o preguntando a la empresa, cuando vence el actual, o recordar la fecha en caso de rubricar un nuevo acuerdo; porque tan solo con un preaviso que puede aparecer en la letra pequeña, las comercializadoras pueden cambiar las condiciones y subir el precio del kWh.

Las condiciones generales del contrato, la letra pequeña disponible antes de firmar el contrato, también nos dan pistas de que las tarifas planas no son tan estables como venden. Por ejemplo, en la modalidad Compromiso de Naturgy (en la que se "comprometen" a no trasladar a los consumidores los precios marginalistas de récord), la compañía asegura que puede cambiar las condiciones unilateralmente y sin avisar si se produce una "variación" regulatoria. Es decir, si el Gobierno toma medidas: como la instauración del Fondo Nacional para la Sostenibilidad del Sistema Eléctrico, que pretende hacer pagar a las empresas energéticas por el desarrollo renovable, como especifica la antigua Gas Natural.

También es importante optar por opciones sin permanencia; para, por ejemplo, poder volver al PVPC si el mercado vuelve a una cierta normalidad, se desacopla el gas de los precios de la electricidad o cambia la fijación de precios de la tarifa regulada, como estudia Transición Ecológica. En la herramienta habilitada por la CNMC se pueden estudiar las diversas opciones, teniendo en cuenta el lugar de residencia y los hábitos de consumo.

Es importante detallar que el cálculo del regulador es anual. Para comparar las distintas tarifas del mercado libre y el regulado, la CNMC coge el periodo de marzo de 2021 a marzo de 2022, lo que infravalora ligeramente el coste del PVPC. Los precios estaban por los suelos a principios del año pasado, exceptuando el repunte por Filomena.

¿Qué pasa con los tramos?

En junio de 2021 se anunció un nuevo sistema de peajes y cargas aplicable, sobre todo, a la tarifa regulada. Con el propósito de incentivar el ahorro y mejorar la eficiencia del sistema, para evitar la inversión en infraestructuras innecesarias, se aplicaron tres nuevos tramos obligatorios en el término de consumo (punta, llano y valle) y dos en el término de potencia (punta y valle). Es decir, que en las horas de más demanda, consumir electricidad es más caro, tanto por la parte de electricidad consumida como por la parte de capacidad para encender varios aparatos a la vez.

La reforma, que aplica en mayor parte al PVPC, fue ejecutada a partir de los cargos que se incluyen en la parte relativa a la energía consumida, que no responde solo al coste de la electricidad. En las horas punta (de 10 a 14 horas y de 18 a 22h), esos cargos son mayores; en las horas llanas, de 8 a 10 y de 14 a 18 horas, el coste es intermedio; y en el tramo valle (de noche y en fines de semana), se paga menos. Sin embargo, el efecto de estos tramos quedó difuminado con el decreto de septiembre que utilizó los "beneficios extraordinarios" de las eléctricas para bajar esta parte de la factura. Los cargos bajaron para todos y las diferencias entre las horas disminuyeron.

En esta página de REE se puede ver el coste en cada hora del día del PVPC. Hay diferencias entre la noche y el día, pero son limitadas, de apenas 0,10 euros el KWh; aunque se recuperaron, parcialmente, después de la marcha atrás de Ribera con el decreto, que redujo el dinero disponible para inyectar directamente en el recibo. En definitiva: es útil adaptar los hábitos para usar más los electrodomésticos durante la noche o en fines de semana, pero la diferencia no es tan amplia.

También es útil adaptar el consumo aunque se cuente con una tarifa plana en el mercado libre, como las que ofrecen algunas compañías. Se pagará siempre lo mismo por el kWh, pero algunas ofertas (como One Luz, de Endesa) hacen pagar más por el término de potencia en la hora punta y menos en la hora valle. El impacto es menor, pero cuantificable.

Por otro lado, la reforma de 2021 habilita a los usuarios del PVPC, y algunas compañías lo ofertan en el mercado libre, a contratar dos potencias distintas: una, para las horas de mayor consumo, que permita usar varios electrodomésticos a la vez sin que salten los plomos. Y otra, más reducida, para las horas en las que se gasta menos. Sin embargo, asegura la consultora Selectra, no merece la pena el esfuerzo: el coste del término de potencia en las horas valle es muy bajo, por lo que la diferencia es prácticamente inapreciable.

¿Y con el gas?

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Estas respuestas son más fáciles de contestar en el caso del mercado del gas natural. En cuanto a este combustible, utilizado para cocinas y calefacción en buena parte de los domicilios españoles, también existe una tarifa regulada y un mercado libre. El recibo intervenido recibe el nombre de "Tarifa de Último Recurso", su cuantía se fija cada tres meses y pese a los precios disparados en el mercado mayorista, solo ha podido subir un 4,6% hasta el 30 de junio de 2022 por intervención del Gobierno.

Esto genera el conocido como "déficit de tarifa": las comercializadoras obligadas a ofrecer la TUR reciben menos por el gas de lo que les cuesta adquirirlo, por lo que, salvo sorpresas, habrá que compensar a las empresas posteriormente, cuando se calme el mercado. Pero, por ahora y como se puede comprobar en el comparador de la CNMC en base a un consumo anual de 10.000 kWh (que incluye calefacción), el mercado regulado es mucho más barato. Hasta 300 euros anuales de ahorro, en comparación a las ofertas del mercado libre.

Para ahorrar en calefacción, el método más sencillo y efectivo es pasarse a la tarifa regulada, que como sucede con el mercado eléctrico, solo requiere de un trámite sencillo y un par de llamadas a la compañía energética. Otras intervenciones, como la instalación de un kit de autoconsumo o una bomba de calor para reemplazar al caro combustible fósil, o la reforma del inmueble para ganar en eficiencia, son más beneficiosas a la larga; pero, a pesar de las generosas ayudas disponibles, requieren de una inversión inicial que no todos pueden permitirse.

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