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Política

La olla a presión de Adelante Andalucía: el fin del breve ensayo de unidad revoluciona el espacio a la izquierda del PSOE

Un terremoto sacude dos espacios de la política andaluza: la izquierda y el andalucismo, que ponen fin a un breve experimento de unidad. Podemos, una organización hasta ahora controlada por la corriente anticapitalista –ya fuera de la organización–, ha renovado su dirección en Andalucía, con Teresa Rodríguez y los suyos en plena formación de un proyecto nuevo de corte soberanista. Bajo el mismo paraguas, Adelante Andalucía, hay ahora dos entes distintos, una situación de potencial conflictivo. Se avecinan curvas en el terreno político a la izquierda del PSOE, que asiste expectante a los movimientos.

Seis años después de la espectacular irrupción de Podemos en las europeas de 2014, Pablo Iglesias ostenta al fin el control del partido en Andalucía, donde hasta ahora no había logrado imponerse. Acaba de ser elegida coordinadora Martina Velarde Gómez, abogada de 41 años, nacida en Rota (Cádiz) y diputada en el Congreso de Córdoba, perfectamente alineada tanto con la dirección de Pablo Iglesias, de quien ha tenido respaldo expreso, como con su proyecto estratégico de convergencia con Izquierda Unida cristalizado en Unidas Podemos. Su candidatura, Un Podemos Andalucía contigo, obtuvo 5.573 votos , el 72,8% del total. Los 28 miembros de la dirección son de su lista. Una victoria clara, aunque no abrumadora, que da la vuelta al partido en Andalucía, hasta ahora hegemonizado por la corriente anticapitalista. 

Es más que un simple relevo. La elección de nueva líder y nueva dirección supone una recomposición de todo el espacio político a la izquierda del PSOE. Donde había un proyecto, el de Podemos-IU-andalucistas, ahora pasa a haber dos. De un lado, está el nuevo Podemos, el alineado Pablo Iglesias, con escasa implantación territorial pero apreciable pegada electoral, que mantiene su alianza con IU, que sí goza de asiento organizativo en la región. De otro lado, está Rodríguez, que es cabeza del sector anticapitalista, ya fuera de Podemos, pero que en Andalucía es más que eso una líder anticapi. Es el rostro más popular del partido morado y encarna una ambición: un partido andalucista, 100% andaluz, sin ataduras, para hacer oír a la gran comunidad del sur en el omnipresente debate territorial. Los dos proyectos se diferencian por su forma de entender la relación con el PSOE, la cuestión territorial y el grado de (in)dependencia orgánica de Madrid que debe tener una fuerza transformadora en Andalucía. Avecinan conflictos entre ambos sectores. Para empezar, por la custodia del hijo en común, Adelante Andalucía.

Alineamiento con la dirección estatal

Podemos como organización ha estado eclipsada hasta ahora en Andalucía por el "liderazgo carismático" de Rodríguez, indica un dirigente de la izquierda. Con la salida de la dos veces candidata a la presidencia, "emerge un nuevo actor político, que hasta ahora no ha existido" como tal. Es lo que se llamaría el pablismo, que ya tampoco es tal porque no hay otras corrientes significativas que se le opongan. Los afines a Iglesias han carecido hasta ahora de espacio propio en Andalucía, en parte porque han establecido alianzas tácticas con Rodríguez frente a los errejonistas en los procesos internos. Pero eso ya es historia antigua. Ahora, con la salida de errejonistas y anticapis, ha quedado el camino expedito para que la línea oficial se hiciese con la dirección política en Andalucía.

Lo hace a través de Martina Velarde, una diputada hasta ahora poco conocida, a quien tres personas distintas describen con palabras como "amable", "poco estridente", que "evita encontronazos", que "no causa rechazo"... Un perfil adecuado para conciliar en una misma dirección militantes dispersos y sensibilidades distintas. Lo explica así un dirigente: "Cuando se va Tere, hay que recoger los elementos más aprovechables del resto, desde afines a Pablo hasta antiguos errejonistas o anticapis que se han quedado [en Podemos]". El resultado es una lista de circunstancias, pero cohesionada en torno a dos ideas innegociables para Iglesias: una plena identificación con Podemos y una convicción en el proyecto de Unidas Podemos, es decir, en la unidad electoral con Izquierda Unida. Y, por extensión, un apoyo al proyecto de gobierno de coalición. 

Sentados estos dos rasgos, la lista Un Podemos Andalucía contigo es heterogénea. No faltan, lógicamente, nombres identificados por su cercanía con Iglesias, caso de la propia Velarde o las también diputadas Isabel Franco y María Márquez. Hay perfiles provenientes del ámbito del sindicalismo agrario, como Libertad Benítez o el ex senador por IU José Cabrero. De Málaga es Nico Sguiglia, que ha estado en sintonía con Rodríguez.. hasta que ha dejado de estarlo. Los perfiles que van a dirigir Podemos no son pues un corte perfecto con el único rasgo de la confianza de Iglesias, pero su selección sí se ha hecho para asegurarse una sintonía con la dirección morada.

El conflicto por la autonomía organizativa

¿Por qué se fue Rodríguez? En una decisión así se cruzan muchos factores. Rodríguez aspiró a una autonomía organizativa que no logró. Tenía la declarada ambición de que Podemos en Andalucía fuera parecido a En Comú Podem. Es probable que hubiera conformado con menos, pero En Comú Podem era su horizonte. La ejecutiva de Iglesias se lo negó una y otra vez. Tras muchas disputas y choques –sobre todo con Pablo Echenique–, conquistó al menos un cambio de marca, "Adelante Andalucía", junto a IU, con la ayuda del entonces líder de la coalición, Antonio Maíllo, y de Alberto Garzón, que pilotan una organización menos centralizada que Podemos. Pero hasta ahí llegaron los logros del soberanismo orgánico de la dirigente roteña. Ni CIF propio, ni censo, ni decisión en las listas de las generales en Andalucía.

Rodríguez no fue la única que salió escaldada de la construcción de Adelante Andalucía. Su empeño sembró en la dirección estatal la sospecha de que su verdadero deseo era su propio partido. Este bucle de enfrentamiento y desconfianza, con la base de discrepancias políticas de fondo –los anticapis son más rupturistas, también en la erizada cuestión territorial–, cargaba además con el agravante de un episodio de especial crudeza dentro de las tensiones constantes entre la corriente de Miguel Urbán, Rodríguez y José María González Kichi, alcalde de Cádiz, y la dirección estatal. González, con Iglesias bajo fuego político enemigo por el tamaño y precio de su vivienda, había puesto como contraejemplo la sencilla casa que comparte en La Viña con "Tere". Aquel golpe de cariz personal fue a la vez acelerador y síntoma de un distanciamiento imparable.

Un parlamentario del núcleo de Rodríguez resume así el final de la escalada que llevó a la decisión última: "Llegó un momento en que [desde Madrid] nos lo dejaron claro: no iba a haber autonomía [organizativa]. Y nosotros necesitamos un sujeto propio para defender Andalucía sin tutelas y sin pedir permiso, por ejemplo para pedirle a este gobierno una financiación justa". Figuras alineadas con Unidas Podemos señalan que Rodríguez se ha visto también arrastrada a la salida por sus propios fieles de anticapis

El debate sobre la relación con el PSOE

El pacto de Unidas Podemos con el PSOE aceleró una separación que quizás ya antes era inevitable. En primer lugar, porque Rodríguez es abiertamente contraria a gobernar junto a los socialistas [ver aquí una entrevista donde aborda esta cuestión]. El acuerdo PSOE-Unidas Podemos, a juicio de Rodríguez, tiene el riesgo de que permite a Vox presentarse como una fuerza de "impugnación" y estrecha el margen de Podemos, que pierde fuerza como oposición de izquierdas a lo establecido. Ese es su análisis. Como recuerda un dirigente de izquierdas curtido en el largo historial de encuentros y desencuentros, la relación con el PSOE ha sido el combustible de la mayoría de conflictos entre los comunistas y los troskos, como en el PCEse  conoce entre familiar y recelosamente a los anticapitalistas, por su matriz ideológica trotskista. Desde IU y Podemos, donde saben que la acusación de ser "muleta" del PSOE es dañina –sobre todo tras la experiencia de cogobierno en Andalucía entre 2012 y 2015–, se esfuerzan en matizar que no hay subordinación, sino una alianza imprescindible para frenar a la "ultraderecha". "La única manera de frenar a la extrema derecha es gobernando. La vocación de Podemos es siempre ser fuerza mayoritaria", ha declarado Velarde durante la campaña, marcada por la pandemia.

El núcleo dirigente de IU en Andalucía no siente una especial confianza en el PSOE, sino al contrario, y menos aún con Susana Díaz al frente, al considerarla de la rama conservadora del partido. Pero la dirección de IU asume que la línea decidida es el entendimiento pragmático a nivel estatal para influir desde el Gobierno en una salida justa de la crisis por venir. Y son leales a la decisión adoptada, a Unidas Podemos y al Gobierno de coalición, en el que tienen como ministro a su líder, Alberto Garzón. 

Desde el ámbito de Rodríguez consideran que es imposible romper la "clásica relación de hermano mayor frente a hermano pequeño" con el PSOE gobernando junto a ellos con responsabilidades secundarias. Pero, al mismo tiempo, también insisten en que jamás darán, ni por acción ni por omisión, un gobierno a la derecha: "Queremos autonomía para construir una alternativa real que pueda ser mayoritaria". 

La cuestión territorial

Teresa Rodríguez, sólo un día después de hacer público el abrazo con Pablo Iglesias que escenificaba su ruptura "blanda", dejó claro cuál era su empeño. Era en febrero. "Vamos a construir con con todo nuestro empeño ese sujeto propio andaluz con aspiración andalucista en un momento en que territorios como Cataluña, Euskadi, Galicia e incluso Teruel ponen sus necesidades encima de la mesa. Los que estamos haciendo el tonto somos los andaluces, alguien tiene que coger la bandera andaluza", declaró. Ahí se inserta el proyecto de Rodríguez: en un contexto de grave crisis territorial vinculada al procés, con una tensión apreciable entre fuerzas centrífugas y centrípetas. 

En Andalucía, puerta de entrada de la ultraderecha, Rodríguez quiere erigir una fuerza no sólo para competir en la autonomía, sino para que haya una "voz andaluza" en el Congreso. Incluso los más distanciados de Rodríguez admiten que el proyecto tiene cierto don de la oportunidad. El andalucismo ha llegado al 40 aniversario de la autonomía sumido en una crisis de identidad, pero pocos en la izquierda dudan de que para salir del atraso la gran comunidad del sur necesita hacerse oír [ver aquí]. Es un discurso fácil de vender. No todo será tan sencillo. El nuevo movimiento tiene escaso arraigo territorial. A la hora de liderar la izquierda andalucista, se topará también con Izquierda Unida, una fuerza con tradición andalucista. Entre los anticapis se da en ocasiones un discurso autodeterminista, incluso comprensivo con el procés, una causa poco popular en Andalucía. 

Adelante Andalucía

El cambio en Podemos abre numerosas incógnitas y frentes. El más controvertido es Adelante Andalucía. Porque Adelante Andalucía es muchas cosas y no está claro cuál prevalecerá. No es lo mismo para todas las partes. Para Podemos e IU, Adelante Andalucía es un grupo parlamentario formado por estos dos partidos y dos pequeños grupos andalucistas, Primavera Andaluza e Izquierda Andalucista, resultado de los votos obtenidos por una candidatura del mismo nombre presentada por una coalición electoral el 2 de diciembre a las elecciones autonómicas. Para Rodríguez, en cambio, es un proyecto político abierto del que pueden formar parte partidos como Podemos o IU, así como sus afiliados o inscritos, pero también cualquier individuo sin afiliación. Y ella misma no se descarta para liderarlo en el futuro. La naturaleza de Adelante Andalucía, según este punto de vista, está más determinada por "su primer hito", un manifiesto de junio de 2018 en el que se pedía a los andaluces que se "sumaran" rellenando una ficha.

El problema no es sólo "de ideas". También es jurídico. Además de una coalición electoral y un grupo parlamentario –del que Rodríguez sigue siendo presidenta–, Adelante Andalucía es un partido político registrado ante Interior con una militante anticapitalista como representante legal. Ni Podemos-IU ni Rodríguez y los suyos renuncian a la marca "Adelante Andalucía". Está por ver si la cosa se arregla por las buenas o por las malas. O no se arregla.

Cooperación o competición

También es una incógnita si los dos proyectos, Podemos e IU por un lado y el de Rodríguez por otro, son capaces de cooperar. De ello depende el funcionamiento del grupo parlamentario de Adelante Andalucía, con 17 escaños, 11 afines a Rodríguez y seis de IU. La marcha del grupo ya está alterada y funciona de facto con dos compartimentos.

Un parlamentario del grupo de Rodríguez se muestra convencido de que todos están "condenados a entenderse", aunque cree que Podemos-IU deberá aclarar "cuál es su apuesta", si "Adelante Andalucía o Unidas Podemos del Sur".

De una y otra parte coinciden en que el momento de definir si habrá lista conjunta no ha llegado. Futuro lejano. Nadie la descarta, nadie la asegura. Dependerá de múltiples factores, entre ellos si el Gobierno de PSOE y Unidas Podemos aguanta. Si se pretende trasladar aquí el esquema de pacto de Madrid, será muy difícil una papeleta conjunta, analiza un próximo a la coordinadora saliente, que recuerda que Iglesias ya ha demostrado que no tiene miedo a confrontar con marcas nuevas nutridas de elementos salidos de sus propias filas. "Al final", añade, "va a ser clave cómo de fuerte sea Adelante Andalucía, y cómo de temible sea como adversario para Podemos e IU". Esto hace previsible en adelante una tensión por conseguir –y hurtar al otro– protagonismo mediático. Y todo ello compartiendo grupo parlamentario, al menos por el momento.

Si no hubiera lista conjunta, se volvería –con matices significativos– a un esquema ya visto. Habría papeleta del PSOE, papeleta a su izquierda –antes el PCE, luego IU, ahora Podemos-IU con la marca que sea– y papeleta andalucista –antes el PA o el PSA, ahora Rodríguez y los suyos con la marca que sea–. Es cierto, claro está, que nunca el PA ni el PSA se situaron tan a la izquierda como Rodríguez ahora.

Rodríguez cuenta con una posible ventaja de cara al futuro: es la líder más conocida. También es popular José María González Kichi. Por el contrario, Martina Velarde apenas ha tenido proyección. Podemos manejó la idea de que la líder fuera Noelia Vera, más conocida, indica un conocedor de la preparación de la candidatura. Pero no salió. El coordinador de IU, Toni Valero, aún no ha aclarado si seguirá siendo líder de la coalición. Tiene margen para decidirse. La asamblea está prevista para la entrada del próximo verano. Lo cierto es que, ahora mismo, el espacio Podemos-IU aún no ha trabajado un candidato. Si, como parece, no hay adelanto electoral, las elecciones serán en 2022. Hay tiempo. Pero, sea quien sea, tendrá difícil ser tan conocido como la ya dos veces candidata a la presidencia. De momento, Rodríguez ha conseguido atraer hacia su idea a dos pequeños partidos andalucistas, Primavera Andaluza e Izquierda Andalucista, que daban a Adelante un barniz de pluralismo más allá de Podemos e IU. Era difícil que se resistieran: el discurso del "sujeto político propio" está en el tuétano del andalucismo.

¿Y Más País? La corriente errejonista, hoy partido, ha carecido de anclajes fuertes en Andalucía. Sergio Pascual, exsecretario de Organización de Podemos, un dirigente próximo a Errejón que establecía un nítido contraste con Rodríguez para una hipotética alternativa, fue cesado en marzo de 2016, un movimiento que fue la primera exteriorizacion nítida de la guerra interna en Podemos que tantas víctimas dejaría. Más País no sacó ningún escaño en Andalucía en las últimas generales. Ahora, con sus escasos referentes dispersos, su encaje más probable es con el proyecto de Rodríguez, analizan dos dirigentes de tendencias dispares. Hay una buena relación de los anticapis con la que fue cabeza de lista de Más País en Sevilla, Esperanza Gómez. Y para Errejón puede ser interesante sumarse a una plataforma electoral, aunque haya contradicciones ideológicas. Para los anticapis, también podría ser positivo, porque borraría algo su barniz de radicalismo.

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