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La situación en el PP

El PP ahoga la despedida de Casado en el congreso de Sevilla entre intervenciones de Aznar, Rajoy y Feijóo

Pablo Casado y Alberto Núñez Feijóo, hace apenas mes y medio en Valladolid.

Pablo Casado tiene los días contados como presidente del Partido Popular. Este lunes, mientras el comité organizador del congreso extraordinario que pondrá fin a su mandato revelaba a los periodistas los detalles de la cita de este fin de semana, el hasta hace mes y medio líder indiscutible del partido preparaba en su despacho de la séptima planta de Génova 13 los detalles de la que será su última intervención como presidente del PP.

Un discurso de despedida que el viernes por la tarde quedará inevitablemente silenciado por la decisión de los organizadores del congreso, dirigidos por el eurodiputado Esteban González Pons, de situarlo inmediatamente después de las intervenciones de dos pesos pesados —los expresidentes José María Aznar y Mariano Rajoy— y justo antes de que se dirija a los asistentes el principal protagonista de la reunión, el nuevo presidente del partido, Alberto Núñez Feijóo.

La sobreabundancia de discursos en la tarde del viernes, justo cuando le toca hablar a Casado, contrasta con el cartel secundario de las intervenciones de la mañana —los 13 barones del PP que está en la oposición en sus respectivos territorios—. 

Nadie en la organización del congreso ni entre los dirigentes territoriales ni por supuesto en el equipo de Feijóo quiere que Casado utilice su turno de palabra, el último que tendrá como dirigente del partido, para volver a reivindicarse, como hizo en la Junta Directiva Nacional que convocó el congreso o en la última reunión del PP europeo en Bruselas a la que acudió como presidente.

En la primera, Casado lamentó lo que “haya podido hacer mal” pero subrayó, ante los dirigentes del partido que forzaron su caída, que en todo caso “no merecía” el trato que ha recibido por parte de sus compañeros. “Lamento todo lo que haya hecho mal y la situación que han sufrido durante esta semana nuestros militantes y votantes”. Y añadió: “También siento, tengo que decirlo, la reacción que he tenido que sufrir, que es inédita en nuestra historia democrática, y creo sinceramente que no merezco ni merecería ninguno de vosotros”.

En aquella reunión Casado recordó a los presentes que a la mayoría los había nombrado él y subrayó tener “la conciencia muy tranquila, llena de agradecimiento, sin rencor ni frustración”. A Feijóo le prometió la misma “amistad” y “lealtad” que recibió de él y le deseó “éxito” en la tarea que le espera para “concitar la unidad y el respaldo que sin duda va a necesitar”, añadió a modo de advertencia.

También reivindicó su decisión de pedir explicaciones a Isabel Díaz Ayuso por los contratos de su hermano: “No concibo la política sin la ética de la responsabilidad” y el “compromiso” de “la regeneración para recuperar la confianza de la sociedad en el buen nombre de nuestro partido. Creo que siempre hay que anteponer la opción difícil a la cómoda y nuestros principios no sirven de nada si no nos atenemos a ellos en los momentos más complejos”.

En la segunda, la reunión del PP europeo que se celebró el mismo día en que Alfonso Fernández Mañueco confirmó que Castilla y León tendrá el primer gobierno de coalición de su partido con la ultraderecha de Vox, Casado aprovechó para despedirse de sus homólogos de los 27 subrayando que él nunca habría permitido un pacto como ese.

Ni la primera intervención ni, sobre todo, la segunda, gustaron al gobierno provisional del PP, al comité organizador del congreso y a Feijóo. El todavía presidente de la Xunta quiere que la cita de Sevilla legitime la revuelta de los barones que defenestró a Casado y haga olvidar lo antes posible los acontecimientos de las últimas semanas.

Un congreso de representación

El nuevo PP desea un congreso plácido, en el que representar la unidad interna recobrada. Lo último que les interesa es que Casado vuelva a reinvindicarse o que los acontecimientos resuciten las dudas sobre el comportamiento de Ayuso que fueron el origen de la ofensiva de los barones para acabar con mandato.

Los reproches que Feijóo ha dedicado en las últimas semanas, sin mencionar su nombre, a la gestión de Casado han sido constantes. Cada vez que explicaba cómo va a ser su nuevo PP, criticaba cómo había sido el de su antecesor. Este mismo lunes, la organización del congreso destacaba la elección como sede de Sevilla, la ciudad en la que el partido se refundó en 1990, como un modo de rectificar lo ocurrido durante la presidencia de Casado: “Cuando equivocas el camino hay que volver al comienzo”. “Será un congreso de reinicio”, repite con frecuencia el presidente del comité organizador, González Pons.

Todo en el diseño de la asamblea, la número 20 en la historia del partido, gira en torno a la idea de la unidad recobrada y la oportunidad de recuperar el Gobierno de España en las próximas elecciones generales.

Por eso en el PP preocupa que el clima interno se vea enrarecido en los días que restan antes del inicio del congreso y pretende que “todo el mundo se sienta bien tratado”. Por eso buscarán fotos en las que Rajoy, Aznar y Casado puedan escenificar su respaldo Feijóo. Aunque está por ver cómo encajará en esa imagen la propia Ayuso.

Entretanto, las noticias relacionadas con las supuestas irregularidades cometidas por Ayuso se acumulan. Los fiscales debatían en la tarde del lunes quién debe ocuparse de la investigación mientras en el Ayuntamiento de Madrid daba sus primeros pasos la comisión de investigación creada para averiguar si, tal y como afirmó la presidenta de la Comunidad, Casado y su equipo recurrieron al Palacio de Cibeles para que una agencia de detectives consiguiera pruebas contra el hermano de Ayuso.

Por si esto fuera poco, el diario El Mundo aireó un supuesto mensaje enviado por Miguel Ángel Rodríguez, el director de comunicación de la presidenta de Madrid, a Casado llamándole “mala persona” y acusándole de tratar de eclipsar a Ayuso en la noche de celebración de la victoria electoral de mayo del año pasado. Una información que el entorno de Casado niega y que el propio periódico enterró a las pocas horas.

“Quien filtra sabrá con qué intención lo hace”, declaró González Pons cuando fue preguntado por el mensaje. “Pero si alguien cree que la crisis del PP se debe quién ha estado y cuánto tiempo en el balcón de Génova es que no ha entendido nada”, advirtió.

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Lo que sigue siendo un completo misterio son los planes más inmediatos de Feijóo. Su tradicional hermetismo mantiene en la oscuridad al comité organizador y al gobierno provisional del partido. Los nombres que circulan sobre la composición de su nuevo equipo son especulaciones de su entorno o de destacados dirigentes del PP, porque en realidad nadie sabe a ciencia cierta a quién va a proponer que le acompañe en la dirección de Génova 13. 

Los primeros nombres se conocerán como muy tarde el viernes, cuando el nuevo presidente haga públicas la lista de 34 nombres que le acompañarán en el Comité Ejecutivo —entre los que debe estar la identidad de quien vaya a ocupar la Secretaría General, el puesto de número dos de la organización— y la de los 30 vocales de la Junta Directiva Nacional, un órgano compuesto por 400 personas sin responsabilidad en el día a día del partido.

La incertidumbre afecta incluso a la organización del congreso. Feijóo tomará las decisiones a partir de su proclamación, en la mañana del sábado, y será él quien decida cuándo y dónde se reúne el domingo la nueva dirección del partido y qué día hace públicos los nombres de los dirigentes que asumirán responsabilidades ejecutivas.

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