Diario de un indeciso

Soraya sigue bailando

Segundo día de campaña. Cruce de advertencias para indecisos. Avisa el PP de que “votar a Ciudadanos es un voto de alto riesgo porque puede acabar en el Partido Socialista, dando la Moncloa al Zapatero II, que es Pedro Sánchez”. A lo cual responde Pedro Sánchez desde Inca (Mallorca) dirigiéndose a esos indecisos que dudan entre Ciudadanos y Podemos con el PSOE en medio: “el voto útil, más útil que nunca, es votar al PSOE, único partido que puede garantizar un cambio para hacer frente a la precariedad, a la desigualdad, a la corrupción del PP…” Albert Rivera, desde Tarragona, sostiene que hay “una operación en la calle Génova y en la calle Ferraz para salvar al soldado Sánchez”, y remata el líder de Ciudadanos: “estoy convencido de que Rajoy prefiere ver gobernando a Pedro Sánchez que a C's, y de que Sánchez preferiría que siguiera gobernando Rajoy a C's”. Pablo Iglesias denuncia desde Málaga otra operación, bautizada como Operación Menina, que consistiría en que el PP cuenta con el apoyo de Ciudadanos para hacer presidenta del Gobierno a Soraya Sáenz de Santamaría. Desde Oviedo, Alberto Garzón sembraba la sospecha de que quizás no le convoquen a debates por lanzar 'indirectas' como que “el capitalismo es un sistema criminal”.

Si este domingo, 6 de diciembre, es el Día de la Constitución, la víspera ha sido el Día de Soraya Sáenz de Santamaría. Una vez colocada la cartelería que alterna su retrato con el de Mariano Rajoy por las calles de Madrid, la vicepresidenta aparece como protagonista inopinada del debate a cuatro en Atresmedia este lunes; y como ficha que agradaría a los poderes económico-financieros para garantizar la “estabilidad del tablero” con la muleta de Ciudadanos, que no podría soportar la pestilencia de los SMS enviados por Mariano Rajoy a Luis Bárcenas. Si Ciudadanos fuera a Rajoy lo que la CUP es a Artur Mas, el PP ya tendría solucionado el problema: “bailando con Soraya”.

Mensajes y trucos

Por si en el arranque de estos apuntes de campaña no hubiera quedado claro, habrá que expresarlo con más contundencia: estar indeciso no es ser gilipollas. Uno (como varios millones de ciudadanos más) puede tener muy claro a quién no va a votar y sin embargo dudar sobre el destino idóneo y concreto de la papeleta a introducir el 20-D. Lo escribo porque convendría que tomaran nota también los candidatos al dirigirse a los indecisos.

Me explico. Este truco de colocar en primer plano a Soraya Sáenz de Santamaría estará muy bien como método de entretenimiento para no hablar de lo importante; o como escaparate para que el público (que no es lo mismo que el pueblo) mire a la número dos y no se pregunte a qué coño se dedica el número uno; o como disfraz que encaje en la foto con otros tres personajes jóvenes que venden “el cambio”… Pero todo ciudadano mínimamente informado sabrá que bailar con Soraya es bailar con Rajoy. El reparto de papeles es excesivamente descarado. “Yo me dedico a amarrar a los 9,5 millones de pensionistas, tú a cautivar a tantos encabronados menores de 50 años”, habría dicho Rajoy en esa confianza (“¡coño!”) que da la cocina de Bertín Osborne. Allí dijo que trabajaba cada día exactamente “doce horas y cuarenta minutos” (salvo que le surgiera “algún lío”). Uno no sabe a qué ha dedicado Rajoy todo ese tiempo si encargaba a Soraya Sáenz de Santamaría absolutamente todo: desde la respuesta al ébola a la comisión delegada para asuntos económicos o la coordinación con el CNI o con las comunidades autónomas o con el resto de los partidos… Claro que leyendo las contestaciones de la vicepresidenta este mismo sábado a Yo Dona se entiende mejor: “al Presidente le gusta trabajar con mujeres. No le ponemos tantas pegas ni le llamamos tantas veces. Nos hace un encargo, lo ejecutamos y le rendimos cuentas”. Tal cual. Por algo Soraya Sáenz de Santamaría también preside también la Comisión Delegada del Gobierno para Políticas de Igualdad. Sirviendo al 'sultán Rajoy'.

Un compromiso transparente

En serio, como explica muy bien Lucía Méndez en El Mundo, más bien parece que Soraya está cumpliendo “el último encargo del jefe. Ni Rajoy ha abierto su sucesión –menudo es él- ni ella tiene el respaldo necesario del PP para ser su líder. Si lo quiere, tendrá que buscarlo”. Hasta donde sabemos, lo que tiene Soraya es la animadversión de medio Gobierno y la desconfianza de más de medio partido. Otra cuestión es la utilidad que su “baile” pueda rendir para los poderes económico-financieros que confían en una mayoría PP-Ciudadanos ante la imposibilidad de una gran coalición a la alemana PP-PSOE.

Los mensajes para indecisos de este sábado han martilleado en el yunque del miedo y han intentado tocar la fibra por franjas de edad y deseos de cambio. ¡Cuidado que este va a pactar con el enemigo! Nada es descartable, así que, entre los elementos básicos del cambio cabría exigir un compromiso firme de transparencia. ¿Por qué no aclaran, oralmente y hasta por escrito ante notario, con quién o quiénes no pactaría cada cual o bajo qué líneas rojas sí lo haría? Sería útil para millones de indecisos que tenemos claro a quién no votaremos, pero que necesitamos seguir leyendo programas y continuar deshojando la margarita de la credibilidad antes de apuntarnos al 'baile' definitivo.

Postdata nocturna

Mariano Rajoy acudió esta noche de sábado a la cadena a la que se había negado a atender en sus diez años largos de existencia. Fue a La Sexta Noche, a quince días del 20-D, para seguir demostrando cercanía con los problemas de la gente, para responder a preguntas de ciudadanos diversos. Respuestas largas e insustanciales que le llevaron por los cerros de Pontevedra. Si un malagueño le preguntaba si dimitiría tras una derrota el 20D, Rajoy comentaba que había estado en Málaga, en la calle Larios, unos días antes y hacía "una extraordinaria temperatura".  Si una mujer le lanzaba el insoportable balance de crímenes machistas, tiraba Rajoy de manual para contar que había visitado las instalaciones del 016, donde se hace "un trabajo impresionante", pero no dijo que ha recortado desde el Gobierno un 37% en partidas destinadas a igualdad. Si se trataba de la corrupción agobiante, Rajoy presumía de haberla sufrido como nadie y de tomar más medidas que nadie: leyes y creación de una Oficina de Recuperación de Activos (que inauguró el último día que era legal hacerlo, con dos despachos cedidos en el Ministerio de Justicia y con media docena de funcionarios que pechan con la labor de descubrir y traer de vuelta a las arcas de todos el dinero público despistado por los corruptos. Dijo más, dijo algo que denota el sentido patrimonial del Estado y su escaso respeto a la separación de poderes. Por dos veces lo repitió: "hemos dado libertad a los jueces contra la corrupción". ¡Estaría bueno! ¿Y en cuanto a Rodrigo Rato? "No sé qué decir", y mira que ha tenido ya tiempo y motivos para averiguar lo que debe decir. (En cuanto a hacer, es obvio que debería haberse ido a los diez minutos de conocerse sus SMS a Luis Bárcenas (cuyo nombre por cierto no se pronunció en toda la noche).

Por último, y después de enfrascarse sin complejos en una discusión con un empresario catalán, le llegó el turno a Sara, 25 años, padre, hermano y ella misma con contratos basura, emocionada al contar muy brevemente el infierno que están pasando. Pues bien, la forma de empatizar de Rajoy consistió en su latiguillo de que "el paro es el problema más importante", pero con el disparatado añadido de que en España hay un 75% de contratos indefinidos y que el caso personal y familiar de Sara "podía suponer el 1% del total". Podría traducirse como un simple "te jodes, te ha tocado", si no fuera porque el dato que da el presidente del Gobierno es intencionada o torpemente falso. Compruébese en el Instituto Nacional de Estadística: de los contratos que se firmaron en 2014, más del 92% son temporales, y los más precarios, parciales y temporales son ya el 32% de los que se firman. Porque ese 75% de contratos indefinidos que dice Rajoy es sobre el total de contratos existentes (¡estaría bueno que los hubieran transformado en precarios por decreto!), pero se le pregunta por la precariedad, es decir por los contratos que se firman cada año y especialmente a raiz de esa reforma laboral cuyo objetivo era supuestamente acabar con la temporalidad. Para vergüenza colectiva, la OCDE denuncia que España es campeona mundial en contrataciones de jóvenes a tiempo parcial. Rajoy no lo sabe o no lo quiere saber.

Él iba a La Sexta Noche a ser "cercano", "campechano", "normal". Y fue exactamente lo que su público fiel podía esperar de él. Según el CIS, provoca el mayor rechazo entre el conjunto de la población. ¿Ganó algún voto más o sólo le bastaba esquivar preguntas incómodas para amortiguar su inadmisible ausencia del debate del lunes que ha endilgado (también) a Soraya? 

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