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Ellos quieren que sigamos sus políticas de exclusión, que nos pleguemos a sus decisiones tantas veces estrafalarias, que les hagamos la ola cuando pasan, como si volvieran de liberar con su jefe Aznar la isla Perejil.
Las listas de éxitos son casi siempre un apaño con las multinacionales del bochorno literario. Por eso me gusta sacar aquí lo de hoy mismo y lo que viene de mucho antes y sigue aquí.
Salvar de verdad la Navidad es intentar que el dolor no alcance a quien la vive. Ahora se trata de que los abrazos no se conviertan en una emboscada, de que las manos vuelen por el aire como si fueran las de un mimo acostumbrado a las caricias sobre un cuerpo invisible.
Concha Alos y Dolores Medio fueron lo que Carmen Martín Gaite llamó “chicas raras”, esas chicas que se salían de un canon literario que obviamente las ignoraba.
Hablan Casado y Abascal y es como si la libertad y la democracia las hubieran inventado ellos. Precisamente ellos, herederos y defensores de la dictadura, hablan de libertad y de democracia.
El grito de antes del verano, para favorecer una desescalada exprés, era casi único: salvar la economía. No sé qué pensarán ahora, al comprobar que aquella fanfarria para procurar la desescalada a mil por hora no sólo no alcanzó las expectativas previstas, sino que fue una de las causas más claras del desastre.
Lo primero que te quitan las tiranías es la memoria, las ganas de hacer preguntas porque las respuestas te las dan hechas, como en un examen trucado para favorecer a unos cuantos de la cuerda de los examinadores. También te roban, esas tiranías, el significado de las palabras para que no sintamos ninguna pena por quedarnos mudos.
En El peón, Paco Cerdà hace un repaso a esos peones que desde la parte más recóndita de sus propias biografías han ayudado a construir a lo grande la historia.
Los veo en la tele y es como si sus mascarillas, más que para no escupir las bolitas del bicho, sirvieran para esconder sus risas.
¿Por qué demonios la memoria republicana sigue dando tanto miedo cuando estamos convencidos de que nuestra democracia es tan fuerte como una roca?
La huida del rey falsamente emérito nada tiene que ver con el exilio. Antes al contrario: es un insulto a quienes lo sufrieron.
La inmunidad de rebaño, así llaman a esa cuchipanda trágica que se está pegando la dichosa covid de las narices. Y lo que se alargará el banquete si los descerebrados no se ponen la mascarilla y guardan la distancia suficiente.
Desde bien pequeño, lo de la Patria me sonaba a cosa rara, a una sordidez oscura, a algo que durante muchos años tuvo el nombre y los apellidos del miedo.
En esta guerra abierta y machacona contra el Gobierno destaca la obscena procacidad de su lenguaje. El insulto de proporciones ilimitadas se ha convertido en la manera de decir que entre ellos y sus padres y sus abuelos sólo hay la distancia que existe entre la realidad y los ensueños.
No huele a nobleza ese periodismo que utiliza a los muertos y el dolor de sus familias para engordar las cuentas electorales de sus partidos afines.
Si en estos momentos ustedes ponen en el espejo las tres o cuatro páginas de Casa tomada, verán como les sale exactamente lo que nos está pasando.
No hay manera de que la justicia sea igual para todos. El Tribunal Supremo y las derechas con el PSOE en el Congreso corren una vez más el tupido velo de la negación para que la corrupción de Juan Carlos I siga disfrutando de una impunidad inexplicable.
Lo peor es que aún hay gente que se cree lo que dicen. Sobre todo, dentro de sus propios partidos. Una pena. No hay más que mirar las caras de la pareja para darnos cuenta de que, por dentro, se están meando de la risa.
Gracias, Juan Eduardo Zúñiga, por el tiempo común, por los encuentros felices con la escritura de la dignidad.
El fanatismo es una puerta abierta a la violencia no sólo contra los demás sino contra uno mismo.
www.infolibre.es ISSN 2445-1592