Conviene que todos y todas nos sentemos a hablar porque los retos son difíciles y son frecuentes los naufragios en el mar y en los oleajes del odio.
Pido la libertad de Pablo Hasél y la reforma del Código Penal, aunque la vida me ha enseñado que no hay mejor aliado de la derecha que un tonto de izquierdas. Además: no hay cárceles para meternos a todos los tontos que este país soporta.
Me importa poco que, en medio de los estallidos, algún salta-taulells me acuse de españolista, catalanista, izquierdista, reaccionario, o todo a la vez, porque estas confusiones son propias de los gritos.
Hay una dinámica de descrédito de la democracia y la política que está deslegitimando las instituciones y confundiendo la diversidad ideológica con una pulsión desquiciada.
¿En qué mundo se creen que viven? ¿No sospechaban que iban a convertirse en noticia inmediata y en escándalo público?
La ética democrática es hoy una responsabilidad urgente para todos los que no quieren que se deshaga su dinámica de comportamientos y valores.
Vigilarnos, cuidarnos, vigilar y cuidar el mundo en el que vivimos, es la tarea para disfrutar de la gran nevada, para que las ilusiones y no las mentiras caigan sobre nosotros.
Somos frágiles, necesitamos cuidarnos, acompañarnos, y hay muchas cosas que se escapan a nuestros deseos y capacidad de consumo. Un día u otro nos vamos a morir por mucho que la industria del entretenimiento, no de la cultura, intente que lo olvidemos.
Es un espectáculo ver en el parlamento cómo aplauden y reclaman a voz en grito libertad, libertad, libertad, los mismos que se consideran herederos de una de las dictaduras más crueles de la Europa contemporánea.
Hay gente que confunde la libertad con la ley del más fuerte y la dignidad con el derecho a imponerle al otro sus creencias.
Un acto de solidaridad y una conciencia de los cuidados tienen mucho que ver con "la ternura de los pueblos", y eso se comprende mejor en una historia que reúne a las vacas, las ubres, las manos y la medicina.
Nunca ha estado España tan cerca de la Europa democrática y tan lejos de un país bananero dispuesto a confundir la patria con la impunidad, la irracionalidad y las soberbias antidemocráticas.
Pasan los años, y el patriota conservador que quiso dedicarse a la política para servir a España es capaz de causarle cualquier daño para seguir cultivando su soberbia en la política. Y también hay izquierdistas, vocingleros o no, que acaban hermanados con los poderes más prepotentes y clasistas.
Las lenguas maternas forman parte de la identidad, de la raíz más profunda de sus hablantes, y ofenderlas o someterlas a coyunturas crea heridas íntimas.
Algunos patriotas españoles sabemos que esta Navidad el niño Jesús no va a nacer entre las banderas del Paseo del Prado, sino en una tienda de campaña de un puerto canario entre Arguineguín y Barranco Seco.
Ha vencido la democracia, eso es importante, pero no soluciona el problema, sólo nos da una nueva y feliz oportunidad para que pensemos en lo que estamos haciendo mal, muy mal, en los países democráticos.
Cuando la política desborda sus espacios naturales y quiere apoderarse de las instituciones, la democracia se pone en peligro.
El ruido y el malestar democrático como sistema de actuación sólo sirven para sacrificar poco a poco a la necesaria derecha democrática de un país en favor de la barbarie ultraderechista. Es un camino que acaba con cualquier democracia y cualquier economía.
Comprendo que los desacuerdos con el papa deben ser asunto muy grave para los que necesitan respetar su autoridad divina, sobre todo cuando publica una encíclica que parece desautorizar la política de la derecha española.
www.infolibre.es ISSN 2445-1592