¡La banca siempre gana! Helena Resano
Todo lo que viene a continuación no es nada más que una sospecha social; un intento de encontrar los huecos por los que la estupidez, si es que existe, ha conquistado la conducta global. Se trata de un simulacro crítico, quizás inalcanzable y estúpido, pensado con afecto. Caso de que fuese realidad en bastantes personas, sería conveniente aclarar a qué grupo social ha afectado más, para centrar el análisis. Acaso solamente lo ha hecho en los privilegiados que ordenan el mundo político y económico o, por el contrario, afecta al ser humano en general; en ambos casos en mayor o menor cantidad de esa cualidad.
Por mi tierra no se llamaba estúpidos a algunos humanos, sino batuecos; apelativo o gentilicio no asignado en este caso a los moradores de Las Batuecas, comarca emplazada en la provincia de Salamanca. La calificación también quiere decir inútil, vacío y hueco de inteligencia creativa. El asunto debió interesar mucho a mi paisano Francisco de Goya, a la vista de sus Caprichos; algo así como la crónica de la estupidez de entonces, que, mira por donde, contaba rasgos que se ven actualmente. El dibujante El Roto, o si lo prefieren Andrés Rábago García, desarrolla ahora esa función, como nadie a mi entender. Vaya para él mi admiración.
Si estamos atentos a lo que sucede en el mundo, si leemos la prensa y escuchamos otros medios de comunicación, o nos llegan flecos de TikTok y similares, entenderemos de lo que hablo. Me da por pensar que, presuntamente, la estupidez ha aumentado en cantidad y calidad. Incluso gobierna muchos lugares clave de la vida global. En fin, que ‘baturro’ define una tendencia humana actual, y lo hace con un “valioso” rigor popular. He mirado y no he encontrado la traducción de la palabra al inglés y al francés. Es una pena, pero por el contrario servirá para internacionalizar el español, pues los individuos batuecos abundan en cualquier país. Tras el impulso dado a la cualidad por varios dirigentes internacionales actuales, propongo que batueco-a sea declarada “palabra mundial de la década”. Me informaré si eso se puede hacer desde “change” o esos sitios.
Se cuenta que andaba A. Einstein intentando entender el universo y a los pobladores de la Tierra, cuando se dio cuenta, al menos a él se le atribuye, que dos cosas muy complejas estaban dando vueltas en su pensamiento: la una era encontrar las dimensiones de lo infinito en el universo y la otra lo mismo en la inteligencia humana. Tuvo suerte, lo primero lo percibió ilimitado. Sin embargo tenía sus dudas de que la estupidez humana –el embargo de la inteligencia operativa, lo llamamos algunos– tuviese límites aparentes y consecuentes. Al hilo de este dilema, recomendamos un artículo de Social Europe (9/09/2025) de Bo Rothstein donde se pregunta qué habría dicho Albert Einstein, de origen judío, sobre la catástrofe humanitaria de Gaza y Cisjordania.
Todo lo anterior, y vista la rapidez con que las modas mutan impulsadas por líderes mesiánicos y grupos de presión, me lleva a preguntarme si se extinguirá la inteligencia y todos seremos batuecos; en mayor o menor grado, eso sí. No me eximo de serlo yo mismo en lo más alto de la escala a la vista de este artículo. Por eso acudo a la sagacidad de Carlo M. Cipolla –especializado en la historia de la economía– que me separa los grados de estupidez –el “batuequismo”, si la RAE llega a aceptar la petición que le voy a cursar–. Pues bien, Cipolla se ha atrevido a enunciar las leyes fundamentales –no sé si empíricamente– de la estupidez humana, y lo publicó en su Allegro ma non tropo. Reproduzco casi textualmente un párrafo de su teoría e invito a que contrastemos lo que dice con lo visto en este siglo XXI:
La Humanidad se encuentra en un estado deplorable. Ahora bien, no se trata de ninguna novedad. Si uno se atreve a mirar hacia atrás, se da cuenta de que siempre ha estado en una situación azarosa. El pesado fardo de desdichas y miserias que los seres humanos han de soportar, ya sea como individuos o como miembros de una sociedad organizada, es básicamente el resultado del modo extremadamente estúpido con que fue organizada la sociedad desde sus inicios (pág. 31).
Trasladémoslo al clima social de España o del mundo, a la presunta convulsión batueca que se ha incrementado con mucha energía, desde la llegada de un señor rubio a la presidencia de EEUU a cómo lo pelotean el resto de los magnates y gobernantes; sin olvidarnos de los mercachifles de la electrónica, uno de los cuales fue ministro o algo parecido de EEUU y se dedica, entre otras cosas, a lanzar cohetes hacia la estratosfera y más allá. Volvamos la vista atrás hacia aquella Europa de los sueños sociales de la década de los 80 del siglo pasado, ahora imposibles. Parece que hoy se prima la estupidez y se suele castigar el talento. Menos mal que de vez en cuando surgen voces que nos recuerdan quiénes somos y hacia dónde vamos. Guillermo del Toro acaba de decir (finales de agosto de 2025) en el Festival de Venecia que le da más miedo la estupidez humana que la IA.
Volvamos la vista atrás hacia aquella Europa de los sueños sociales de la década de los 80 del siglo pasado, ahora imposibles. Parece que hoy se prima la estupidez y se suele castigar el talento
A nivel personal, no sé en qué grado me encuentro; me ocuparé en averiguarlo y quizás algún día lo escriba para los demás. Animo a quienes lean esto a que se radiografíen un poco sus pensamientos; a que vayan a las portadas de los medios de comunicación serios y busquen si recogen estupideces dichas o hechas por alguien (famoso-a, claro). Con cierta frecuencia, quienes nos mandan “están en las batuecas, en el quinto pino o en babia”, con minúsculas todas. El comienzo del año parlamentario español ha sido un ejemplo verbal de la escondida inteligencia de quienes nos representan. No son capaces de entenderse para apagar los incendios, tampoco lo fueron en la mortífera última Dana, sabiendo que vendrán otras y también incendios de 6ª generación. Me parece que en estos asuntos se dan todas las leyes fundamentales que exponía M. Cipolla sobre la estupidez humana.
Debo subrayar que no pretendía ofender a nadie. Intentaba solamente animar a alguien a seguir con el asunto. Lo escrito no es producto del cinismo, tampoco un ejercicio de derrotismo social; bueno, un poco sí, pero añadiéndole enfoque humanitario. Tengo ganas de leer Nuevo elogio del imbécil, de Primo Aprile. En el primer elogio ya decía que “la estupidez es una ventaja evolutiva porque permite la convivencia social al nivel del menos capacitado, lo que facilita la cohesión del grupo”.
P.D.: Nótese que, por respeto, no se identifica con nombre propio a la supuesta legión de presuntos batuecos españoles, entre los que deben encontrarse quienes defienden que lo de Gaza no es un genocidio. Algunos predican la libertad y el aumento de la inteligencia patria que se lograría expulsando a todos los extranjeros. Valoren también que el presente ensayo está incompleto; debería haber citado a quienes niegan las evidencias del cambio climático y más, y más. Y, sobre todo, no se fustiguen si obran casi siempre según les manda la IA. Sintonicen otra onda.
__________________________________________
Carmelo Marcén Albero es doctor en Geografía por la Universidad de Zaragoza y especialista en educación ambiental.
Lo más...
Lo más...
LeídoPeramato reconoce ante el Congreso a García Ortiz y se compromete a sanar "la herida" de la Fiscalía
Manuel AltozanoIsrael participará en Eurovisión y varios países, entre ellos España, anuncian que no acudirán
infoLibreYolanda Díaz avisa en plena cumbre con Marruecos de que "no habrá cesión de tierra saharaui"
infoLibreGlosario sobre las ‘charos’ o cómo el odio misógino retuerce el lenguaje para atacar a las mujeres
Sabela Rodríguez ÁlvarezTu cita diaria con el periodismo que importa. Un avance exclusivo de las informaciones y opiniones que marcarán la agenda del día, seleccionado por la dirección de infoLibre.
Quiero recibirlaCartas de Maruja Mallo
Ana María Shua y su 'Cuerpo roto'
Doña María Moliner: 'Hasta que empieza a brillar'
¡Hola, !
Gracias por sumarte. Ahora formas parte de la comunidad de infoLibre que hace posible un periodismo de investigación riguroso y honesto.
En tu perfil puedes elegir qué boletines recibir, modificar tus datos personales y tu cuota.