Cuando queríamos ser indios Aroa Moreno Durán
Estamos ya en noviembre de 2025.
Han pasado ya 5 años desde noviembre del año 2019, el año en el que estaba ambientada una obra maestra de ciencia ficción: Blade Runner, sobre unos robots con apariencia humana, unos replicantes –como se llaman en la película– que conviven con nosotros, indistinguibles a simple vista de los seres humanos.
El futuro ya es pasado.
Ya vivimos en una sociedad en la que muchos de los líderes políticos de la actualidad, dentro y fuera de nuestras fronteras, serían indistinguibles de unos replicantes por su absoluta falta de empatía, de pensar en alguien de su piel pa’ fuera.
Para distinguir a estos androides que se habían mimetizado con los humanos en la novela, ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas? de Philip K. Dick, en la que se basa el guión de la película Blade Runner ,se les aplicaba el test Voight-Kampff o test de empatía.
Una máquina comprobaba las variables de respiración, el movimiento ocular, las pulsaciones y su reacción a una serie de preguntas que pretendían crear una emoción. La falta de empatía permitía descubrir a los replicantes.
Era mítica la escena de la película en la que se hacía el test a un replicante, Leon Kowalski, y que terminaba con un supuesto en el que se encontraba una tortuga en el desierto, le daba la vuelta y veía cómo se asfixiaba bajo el sol pataleando boca arriba para darse la vuelta, pero no podía hacerlo sin su ayuda. El replicante incapaz de responder, de entender la situación o mostrar empatía, aunque fuera fingida, por algo que no estaba en su programación, acababa descubierto y matando a su interrogador.
Las similitudes con declaraciones y actitudes de estos androides modelos Nexus 6 este último año en Valencia es muy preocupante.
La película de Ridley Scott tiene nada menos que siete versiones oficiales distintas, un récord batido ampliamente por las versiones del Molt Poc Honorable Senyor Carlos Mazón Guixot, President de la Generalitat Valenciana, sobre lo que hizo la tarde de la dana de Valencia que van cambiando según van apareciendo nuevas pruebas y testimonios que invalidan todas las versiones anteriores.
Se pasó de una versión inicial en la que estaba en el Palau de la Generalitat a las 17.00 justo al empezar la reunión de Emergencias a, en las siguientes versiones, estar a esa misma hora aún en la sobremesa de una comida “irrelevante” en El Ventorro, pero en la que estaba “informado”.
En las siguientes versiones esa misma sobremesa se fue alargando más y más, desde las 17:45 a las 18:45.
En esta, “penúltima” –hagamos el gesto de comillas con los dedos– versión parece haber acabado acompañando después de la comida a su acompañante a un aparcamiento llegando a la reunión de emergencia una hora después, a las 20:28, sin que sepamos qué pasó en esa hora. Nada menos que 17 minutos después de que se activara el mensaje de emergencia a los móviles que alertaba a la población valenciana de una inundación que ya había provocado casi un centenar de muertes. Y todo esto con un presidente que en todo momento aseguró que no había cambiado de versión. Muy de película de ciencia-ficción dramática, la verdad.
Una actitud nada humana del Molt Poc Honorable que se vio reforzada en el funeral de las víctimas de la dana al que se empeñó en asistir.
Ningún ser humano hubiera ido a un funeral de 229 personas ahogadas por su propia negligencia frente a sus familiares.
Ningún ser humano hubiera ido a un funeral de 229 personas ahogadas por su propia negligencia frente a sus familiares. Una ceremonia a la que Mazón asistió sin mostrar ningún tipo de sentimiento o empatía
Una ceremonia a la que asistió sin mover ni un solo músculo ni mostrar ningún tipo de sentimiento o empatía frente a esos cientos de familiares que le increpaban porque les había destrozado la vida. “El causante de la catástrofe que sufrimos, quien omite su deber a sabiendas de su omisión, puede suponer la pérdida de vidas humanas, quien comete el acto primigenio que deriva sus muertes” como dijo una familiar de una de las víctimas que provocó el aplauso y la emoción de todo el funeral, menos el de un replicante.
Estamos dejando que nuestra vida esté manejada por replicantes sin sentimientos, sin ningún tipo de apego por la humanidad, sin empatía, y sigue estando en nuestras manos, por ahora, sustituirlos por seres humanos. Aún estamos a tiempo de revertir esta tendencia, esta película entre el terror y la ciencia-ficción.
Acabo este artículo parafraseando el mítico final de Blade Runner, uno de los mejores de la historia del cine:
He visto cosas que vosotros no creeríais, he visto repatriar partes de cadáveres de soldados españoles metidos en ataúdes al azar, he visto a alcaldesas irse a spas de lujo durante la trágica muerte de 3 adolescentes por una negligencia en su ciudad, he visto construir hospitales millonarios sin apenas pacientes ni médicos mientras se ordenaba dejar morir a miles ancianos agonizando sin asistencia médica, he visto mentir sobre la autoría de un atentado con cientos de muertos para intentar ganar unas elecciones…
Todos estos momentos se perderán en el tiempo, como acusaciones de corrupción en la Audiencia Nacional.
Es tiempo de morir.
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