Julio Díaz y Cristina Linares, investigadores: "La contaminación es mucho más peligrosa que el calor"
El físico Julio Díaz (65 años) y la bióloga Cristina Linares (47) llevan más de 20 años estudiando el daño en la salud de los españoles de la contaminación atmosférica y el cambio climático. Empezaron a trabajar juntos en 2003, cuando la entonces ministra de Sanidad, Ana Pastor, les encargó estudiar el impacto de las temperaturas tras la salvaje ola de calor que mató a más de 30.000 personas en Europa. Desde entonces no han parado de investigar sobre salud y medioambiente y ahora forman la Unidad de Referencia en Cambio Climático, Salud y Medioambiente Urbano de la Escuela Nacional de Sanidad, junto a José Antonio López Bueno y Miguel Ángel Navas.
Díaz y Linares son probablemente el dúo de funcionarios que más saben de esto en España, aunque afirman que buena parte de su trabajo ha sido como predicar en el desierto. Esta semana han publicado un monográfico que aglutina su trabajo de los últimos dos años, donde se alerta del altísimo coste en vidas y enfermos que tiene para España la polución ambiental producida por los coches. La principal conclusión: cada año se producen 62.000 ingresos hospitalarios por la contaminación del aire y las olas de calor y frío.
¿Este estudio es el remate a vuestro trabajo durante las últimas dos décadas, cuáles son las principales conclusiones?
Julio Díaz: El monográfico está compuesto de 11 publicaciones que hemos sacado en los últimos dos años en los que cruzamos los ingresos hospitalarios con las causas que los han producido y los factores ambientales de los días previos: temperaturas, contaminación, radiación solar, humedad… La conclusión es que en los seis años estudiados (2013-2018) se produjeron 62.000 ingresos en urgencias cada año en España, con un coste de 900 millones de euros, debido a la contaminación, las olas de calor y las de frío. Esto equivale al 2,5% del total de ingresos en España.
Lo importante es situarnos en cuál es el problema prioritario. El peligro del calor y el frío está un orden de magnitud por debajo de la contaminación que provocan los coches. Y dentro de las temperaturas, las olas de frío son cuatro veces más dañinas que las de calor. Incluso durante una ola de calor hay más ingresos y muertes por los contaminantes del aire. Ese tiene que ser nuestro caballo de batalla.
Uno de los estudios diferencia del daño del calor y la contaminación por edades. ¿Cómo afecta a los niños?
JD: El calor es un problema menor para los menores de 14 años. Las olas de calor provocan menos del 1% de los ingresos de niños en hospitales, pero la contaminación del aire les afecta mucho. Atribuimos el 10% de los ingresos en urgencias de los niños a las partículas PM2,5 (polvos de diferentes materiales que miden menos de 2,5 micras). Y otro 7% al dióxido de nitrógeno (NO2). La polución está un orden por encima de importancia. Es muy preocupante.
Sin embargo, estamos todo el día viendo en la televisión el calor que pasan los niños. Me parece genial que se instalen aires acondicionados, pero si de verdad queremos protegerles hay que actuar sobre el ruido, el NO2, el ozono y las micropartículas. Están chupando contaminación todo el año y parece que lo que más preocupa es que pasen calor 20 días en verano. Las autoridades tendrían que hacer un perímetro de 100 o 200 metros en los colegios para los coches.
Y no solo protegeríamos su salud, sino su aprendizaje, su desarrollo cognitivo… Porque hay cientos de estudios que relacionan el estrés y la depresión con vivir en un lugar contaminado química y acústicamente.
Los ancianos son otro grupo vulnerable…
Cristina Linares: Es lo mismo. La contaminación al final es un precipitante de problemas que ya tienes. O son diabéticos, o tienen hipertensión o alguna enfermedad neurológica… y la exposición diaria a la contaminación resta calidad de vida y agrava esas enfermedades. Todo ese cóctel termina provocando una muerte prematura. De nuevo, pasa lo que decíamos antes… el calor provoca menos del 1% de los ingresos en urgencias en las personas mayores, mientras que el NO2 provoca hasta el 7% de los ingresos.
¿Cómo afecta la contaminación atmosférica a la salud? Mucha gente no entenderá que el humo de los coches cause cada día decenas de ingresos en hospitales.
CL: Cada uno tiene su impacto. Las micropartículas PM2,5 pueden llegar al torrente sanguíneo y se consideran carcinógenas. Estas partículas y los gases (ozono y dióxido de nitrógeno) inducen mecanismos de oxidación en las células y si tienes algún problema respiratorio o cardiaco, lo acentúa.
Está demostrado que la contaminación no solo afecta a los pulmones, sino que es capaz de provocar partos prematuros, afectar al feto, facilita los trombos, etcétera. Al final hay que tener en cuenta que esta exposición es crónica durante toda la vida y se va acumulando. Ocurre todos los días al respirar el humo de los coches.
Las partículas PM10 (de 10 micras de diámetro) son diferentes porque son más grandes. Son por ejemplo el polen o el polvo sahariano. En este caso van taponando los alvéolos y poco a poco van generando problemas de alergias o de asma.
Otro de los grandes titulares del estudio es que el ruido produce miles de ingresos hospitalarios. ¿Cómo es posible?
JD: En 2016 hicimos una tesis que no solo hablaba de ingresos, sino que relacionaba el ruido con muertes por problemas respiratorios y cardiovasculares. De hecho, el contaminante más persistente a lo largo del tiempo es el ruido, porque es continuo. Y su daño consiste en que cuerpo sufre picos de ansiedad por el ruido que provocan un estrés oxidativo y una inflamación sistémica en el sistema respiratorio o cardiovascular que terminan derivando en diferentes problemas de salud.
En el nuevo estudio hemos medido su impacto solo en la Comunidad de Madrid, que es la única que tiene un seguimiento en tiempo real del ruido, y hemos visto que después del NO2 (dióxido de nitrógeno) es el contaminante que más ingresos causa en los hospitales de Madrid, y no está lejos del primer puesto. El NO2 provoca unos 8.246 ingresos al año y el ruido 5.685.
¿Por qué se habla entonces tanto del calor y no de la contaminación?
JD: Llevo muchos años en esto y me da la impresión de que a veces el político de turno prefiere hablar del calor que de la contaminación, porque eso supondría atacar a los coches. Lo que nos lleva a los demonios es que hay cosas que se podrían aplicar, pero no se hacen por ideología. Por ejemplo, las zonas de bajas emisiones han demostrado en Reino Unido incrementan que el volumen pulmonar de los niños y se han reducido los ingresos hospitalarios por problemas cardiovasculares. Con muy poco esfuerzo se podrían hacer cosas importantes.
CL: Es verdad que algunas cosas se han hecho, como reducir el tráfico contaminante, impulsar el transporte público... y gracias a esas políticas se ha cambiado un poco el foco de la contaminación. Antes el principal problema eran las micropartículas que flotan en el aire, las PM10 y las PM2,5, y ahora nos preocupan más el dióxido de nitrógeno y el ozono. Pero vamos, que estos son más peligrosos todavía porque son mucho más difíciles de mitigar porque son gases, no partículas.
La contaminación cuesta cada año 859 millones a la sanidad pública y causa 62.000 visitas a urgencias
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En todo este tiempo también habrá mejorado alguna cosa. ¿Tenéis algún mensaje positivo?
JD: Precisamente acabo de estar en una reunión sobre divulgación climática y me dijeron que siempre doy malas noticias y deprimimos a los chavales. Pero por terminar con algo positivo, el plan de prevención del calor que hicimos en 2003 ha hecho que la mortalidad atribuible a las olas de calor haya bajado enormemente.
Cuando lo sacamos, por cada grado de temperatura extra que había en una zona de España, la mortalidad aumentaba un 14%, y ahora es un 2%. Por ejemplo, si en Madrid hacía un día 37 grados —un grado más de los 36 que es el umbral de ola de calor— y lo normal es que mueran 100 personas al día, ese día morían 114. Ahora mueren 102.