Yo me río de ti y de mí, no te pongas nervioso

Ilustración.

Isabel Calderón

La risa es indomable. Y como la dignidad, insumisa. Y como el amor, subversiva. 

Cuando te ríes te rindes y renuncias al control sobre ti misma, sobre ti mismo, nunca serás más libre. Tu cuerpo ríe poco o mucho, pero mantiene intactos sus derechos. La risa actúa como una válvula de escape más que nunca frente a la violencia, la inseguridad económica y emocional, el futuro desconocido o la propia muerte. 

Yo lo sé, más que mucha gente, mi trabajo es hacer reír, hago espectáculos en teatros sobre feminismo y cultura y veo al público reír a mandíbula batiente. Veo sus expresiones de alegría, sobre todo de mujeres, y observo cómo lo que decimos con humor subversivo en contra del machismo mi compañera Lucía Lijtmaer y yo en nuestro podcast Deforme Semanal Ideal Total, es una herramienta muy poderosa, ese humor que desafía estructuras, normas, y poderosos sistemas establecidos es un humor que le llega al público, lo entiende, se ríe, se identifica, con lo cual debe ser verdad lo que decimos en contra el status quo.  

La risa de ese público, como dice Sabine Melchior-Bonnet en su libro La risa de las mujeres, “rompe el lenguaje machista, inadecuado y locuaz; gesto vocal, es aún más convincente que la blancura del silencio; roza la locura, expulsa el aire, aunque no cambie la situación desesperada”. La risa es también alivio. No cuento nada nuevo. Si el humor cuestiona y desafía la autoridad, si satiriza la evidencia injusta en el mundo y funciona y la gente se ríe, esa risa colectiva puede desestabilizar jerarquías al hacer visibles las grietas del sistema y poner en duda cómo funciona el mundo y pone en jaque, en nuestro caso, la fragilidad de los hombres hoy en día, su credibilidad, su manera de amar, su manera de relacionarse con las mujeres en cualquier ámbito, por ejemplo, el laboral, en definitiva, su manera de existir. Y muchos no lo soportan. No entienden aún ese humor, no quieren incorporarlo, no quieren aceptarlo para cambiar las cosas –bueno, sin humor tampoco quieren hacerlo– ni reírse de ellos mismos. Margaret Atwood dijo: “Los hombres temen que las mujeres se rían de ellos. Las mujeres que ellos las maten”. La cosa aquí no esté muy equilibrada, ¿verdad? Verdad cristalina. 

El humor reflexivo antimachista o antihomófobo o el humor llamado de las minorías o denominado por muchos conservadores woke para descalificarlo, da mucha rabia a mucha gente. Lo trivializan, consideran que en esas protestas no cabe el humor o bien porque quien lo utiliza se lucra haciendo chistes con la sensibilidad social o se cabrean porque ese humor está cargado de una superioridad moral que quiere imponer una ideología que desafía tabúes tradicionales y pone en entredicho valores muy, muy arraigados en la sociedad o en la misma manera de vivir. Es una pérdida de tiempo para ellos, ese humor, ese argumentario. Y además es una amenaza. Muchos también lo ven como parte de una cultura de cancelación (que no existe, ni nunca ha existido) o de guerra cultural (concepto que ellos también se han inventado y que tampoco existe), ya que ese humor woke polariza e intenta imponer otro tipo de normas y valores nuevos. Cuando realmente ese humor es una respuesta a todo el humor realizado durante toda la historia de la humanidad en contra de las más desafortunadas y desafortunados. Parece que responder hoy en día es subversivo, es censurar, es adoctrinar. Pero yo creo que lo que más les molesta de ese humor es que no es victimista. Y que la risa generada por ese humor que en definitiva es disfrute, identificación y alegría es en cierta medida una venganza. Es una risa militante y divertida. Es una risa que sostiene la autoestima y que ofrece mucha dignidad y como decía al principio de este texto la dignidad es insumisa, se resiste a lo establecido y al orden de las cosas. Como decía el maestro Eckhart : “La risa engendra placer y el placer engendra alegría y la alegría engendra amor y el amor engendra a la persona”. Amor y venganza. Dos motores de vida infalibles. 

Santas en nuestra subversión

En 2025 no es antiguo decir que las mujeres que hacen humor crítico o satírico cuestionando las verdades oficiales y la narrativa dominante son sospechosas de no ser fiables porque, para muchos, retan a la feminidad, incluso a la suya propia. Una mujer que se mofa mantiene una actitud, para muchos, contraria a la dulzura, la discreción o a la misma educación. Una mujer que hace humor feminista se burla sin piedad de hombres egoístas, pueriles o tiránicos. Ese humor puede ser tan descarado y descarnado y está probado que puede hacer cómplices a sus espectadoras y espectadores, a las primeras porque les nacen seguramente en esa risa sentimientos compartidos, a los segundos porque puede ser tan divertido lo que se expresa que no pueden evitar reírse sin prejuicios. Así que una mujer que hace reír es una mujer poderosa. Y una mujer poderosa en 2025 es susceptible de encontrarse por el camino mil y un enemigos. Cualquier desbarre puede ser perseguido y enjuiciado. Y cuando me refiero a desbarre me refiero a algún comentario que traspase algún límite más allá del universo de subversión que ya ofrece. No se nos perdona nada. Tenemos que ser santas dentro de nuestra subversión. Cualquier error puede ser nuestro infierno, es imperdonable, insisto. 

El humor de una mujer es aún más verdadero y crea más empatía si cabe, si dentro del discurso del humor y por ende su respuesta, la risa de las/los demás se utiliza como mecanismo de dasafuero y liberación. Reírse de una misma, de las propias limitaciones o de las absurdas convenciones sociales que hemos aceptado durante mucho tiempo es una forma de liberación individual y colectiva. Este reírse de una misma fomenta una autonomía bestial, ya que detrás hay pensamiento crítico y valentía expresados. Y esto también es tener poder y esto también da mucho miedo a los que tenemos en frente. Porque desactiva ataques, porque reírse de las experiencias vividas requiere una reflexión individual muy profunda de la mujer que lo profesa porque no es improvisado. Es un humor que expresa emociones y frustraciones que a lo mejor otros u otras reprimen, porque es incontrolable, porque es espontáneo, aunque estudiado, porque no es rígido porque revela vulnerabilidad. Y ante la vulnerabilidad de una no existe ningún tipo de cuestionamiento, se pongan como se pongan. Una siente y lo expone y eso es palabra de Dios. De los cuerpos no se debe hablar, cuestionar los sentimientos y la vulnerabilidad de cualquiera tampoco.

El humor que no provenga de un tipo heterosexual cis fomenta la igualdad y la visibilidad que rompe estereotipos. Empodera a través de la libertad de expresión, contribuye a la diversidad cultural enriqueciendo perspectivas, estados de vida y propone nuevas voces en el espacio público. El humor que no provenga de un tipo heterosexual cis rompe prejuicios destruyendo ideas preconcebidas. Este humor inspira, da aliento y esperanza, y promueve confianza y autodeterminación a la persona que se identifica. Este humor crea conciencia y celebra su subjetividad y singularidad. Este humor fastidia, muchos y muchas se retuercen porque ya es imparable, pero este humor ha llegado para quedarse, le pese a quien le pese. 

Así que ríndete, no te queda más remedio. Es liberador, te lo aseguro, tú también puedes reírte de ti mismo, verás qué a gusto te vas a quedar, verás cómo te liberas, verás que aprendes, que cambias, que mejoras como persona. Te lo juro. Odia, pero odia con nosotras, en el lado bueno de la historia, cambia el odio de bando, puedes seguir haciéndolo. Yo lo hago y convivo con mil estados de ánimo a la vez, puedo ser feliz a ratos, estar en calma en muchos momentos y seguir odiando a los que pongo nerviosos con mi discurso. No me pasa nada, no me consumo por dentro, no estoy amargada, solo me río y me río muchísimo. Pero muchísimo: del dolor pasado, presente y futuro por haber nacido y tener un pensamiento crítico. No me arrepentiré jamás, soy más libre, y más sabia y mi curiosidad por la otredad es más amplia ahora si cabe

Pero mi curiosidad por mí misma y mis circunstancias, esa sí que se ha enriquecido, soy más consciente del mundo en el que vivo, por tanto, mis elecciones de vida son más acertadas. Ya no me autoboicoteo por ser aceptada en un mundo que no me interesa, y creo que eso te puede pasar a ti también, a ti que te pone nervioso la risa que no compartes y te pone nervioso las/les/los que la suscitan. Anímate, te esperamos a este lado de la frontera, os necesitamos, cuantos más mejor. No seas vago, vente. Pero sobre todo no seas hipócrita porque un día, sin que lo esperes, te saldrá una hernia de hiato de tanta represión, enfado y nerviosismo. Te queremos con nosotras. 

*Isabel Calderón es coguionista y copresentadora del podcast ‘Deforme Semanal Ideal Total’.

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