¿Dimisión?

Verónica Barcina Téllez

Lo de Mazón y el Partido Popular se parece a una dimisión como una fanfarria militar a la música, los EEUU a una democracia, Atresmedia y Mediaset al periodismo, lo de Israel en Gaza a la autodefensa o el juicio al fiscal general del Estado a la justicia: casi nada o nada. Mazón ha estado un año mintiendo y ninguneando a las víctimas de la dana, sus víctimas, porque así está escrito en el libro de estilo político del PP: mentir, culpar a otro, sostenella y no enmendalla. Desde Aznar, la mentira es el faro que orienta a la derecha tras cada naufragio de gestión: el Prestige, las armas de destrucción masiva, el 11-M, el Yak-42, Metrovalencia, los 7.291 cadáveres de Madrid o los cribados de cáncer de mama.

Lo de Feijóo y el PP es puro esperpento, tragicomedia, astracanada, disparate, bufonada. Con pocas dudas al respecto, y con permiso de Eme Punto Rajoy, el gallego es un pelele que aguanta las embestidas de Ayuso y Abascal con síntomas claros de haber tratado su cuerpo y su mente con algo más que Aftersun en la barcaza de su amigo Marcial Dorado. Este líder subió al ring sonado, echó a perder las apuestas que hacían de él un púgil de garantías para noquear a Pedro Sánchez y está a un telediario de arrojar la toalla.

“El que pueda hacer, que haga”, arengó Aznar a todos los suyos: a la militancia pepera, a la militancia togada, a la uniformada, a la mediática y a la sentada a su extrema derecha. Otro gallego que se pensaba insuperable orador hasta que llegó Feijóo, dijo en la tribuna del Congreso: “Cuanto peor mejor para todos y cuanto peor para todos, mejor, mejor para mí el suyo beneficio político”. “Que caiga España, que ya la levantaremos nosotros”, sentenció Montoro como fórmula infalible para acceder al poder cuando las urnas se lo niegan. A tal avalancha de consignas, y otras que en el tintero quedan, se sumaron los cantos de sirena de la banda de Abascal y, claro, Carlos Mazón sacó sus propias conclusiones.

Desde Aznar, la mentira es el faro que orienta a la derecha tras cada naufragio de gestión

Como suele suceder cuando las derechas acceden al poder, lo primero que hizo Mazón fue borrar huellas del anterior Gobierno empezando la faena por la Unidad Valenciana de Emergencias, creada para garantizar la rápida intervención en todo el territorio en caso de emergencias de origen meteorológico o sísmico, extinción de incendios forestales y maremotos. “El que pueda deshacer, que deshaga”, interpretó la lúcida lumbrera y Feijóo asumió la medida con la venia de Ayuso. Mazón deshizo y cuando hubo que hacer, no hizo.

Tancredo Feijóo abrazó la tesis de M. Rajoy cuando se desató el caos por la inacción del president, ausente del puesto de mando, y la de su govern, huérfano de iniciativas. “Cuanto peor para los valencianos…”. No alcanzando en Génova ni en el Palau de la Generalitat a descifrar el oráculo, ahogaron la verdad en un vendaval de barro, negacionismo y falsedad acusando a la AEMET, a la C. H. del Júcar y a Pedro Sánchez para "el suyo beneficio político" de Vox. Esta situación ha llegado hasta el teatrillo del fin de semana posterior a la indecente presencia del “asesino de El Ventorro” en el funeral de Estado y previo a la comparecencia donde volvió a esparcir lodo y bulos. Ha dimitido la dignidad.

Conscientes de que el lodazal mediático enturbia la visión y el entendimiento de un electorado más pendiente de la realidad virtual que de su día a día, en el Partido Popular siguen demoliendo a destajo el bienestar sobre cuyas ruinas y cenizas levantarán las élites económicas y empresariales un imperio que llenará las arcas de Montoro y los bolsillos de los entornos de Aznar, Ayuso, Feijóo, Bonilla… o las suites de Soto del Real.

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Verónica Barcina Téllez es socia de infoLibre.

Verónica Barcina Téllez

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