Pero, qué necesidad...
“El machismo puede ser una actitud involuntaria que hay que intentar corregir. Pero hay hombres que están en lo contrario: en organizarse para declararle la guerra al feminismo y polinizar las redes sociales de odio a la mujer”. Juanlu Sánchez.
Cuando el diputado del PP, el señor Piriz, representante del pueblo soberano en el Congreso, en representación de una formación política determinada y de una ideología, asimismo, muy reconocible, espetó, desde la tribuna, a “otra señoría”, también con su derecho absoluto a estar donde estaba, por razón de su prestación parlamentaria, les pese lo que les pese a quienes se suban por las paredes de la indignidad que los solivianta, como para verse impelido a llamar “inútil” a la citada señoría, a la sazón ministra, lleno el papo, infame la voluntad de herir, fuera de lugar y de comportamiento honorable, sea cual sea su coartada.
Y uno se pregunta que “¿Qué necesidad?” tenía el señor Piriz de quedar tan en evidencia denigrante, de haberse bajado al fango de la infamia, insulto grosero e intolerable mediante, saltándose todas las líneas rojas del respeto mutuo, en la “Casa de la soberanía del pueblo”, precisamente, en el seno de la debida ejemplaridad del comportamiento cívico, siquiera por respeto propio, siquiera por respeto a sus propios electores, siquiera e incluso por respeto al resto de electores.
Porque, a la postre, luego tocará indignarse con comportamientos impresentables, criticables con acerba intolerancia, cuando resulta que quienes debieran guiar el decoro personal, moral y decente, andan “haciendo méritos” ¿ante los propios?, tal vez ¿por hacer carrera?, cueste lo que les cueste, eliminadas todas las barreras del civismo debido, incluso y sobre todo desde la discrepancia y la disparidad, sin mérito alguno salvo el de haberse autodescalificado.
Pérfida estrategia para quienes solo confían en la degradación del cuerpo social, que lo conformamos todos, jugando con fuego hasta… quemarnos
Hartos pues de tanta impostura y pésimo ejemplo, y precisamente de quienes deberían estar obligados a ser los mejores entre los elegidos, porque, sin duda, que los nombra, los habilita y los paga el pueblo soberano, como para que tanto “estómago agradecido” esté más atento a hacer carrera ante los suyos que en mostrar civismo y respeto frente a sus opositores democráticos.
¡Qué necesidad de quedar tan mal parado!, al menos entre quienes creemos que es muy importante la conducta personal en el día a día, en el trabajo, en la vida pública y en la íntima, porque no nos merecemos tantos malhablados.
Aunque solo sea porque nos recuerden un comportamiento ejemplar y edificante, porque uno pierde la razón si pierde las formas, insulta y miente.
Y de esa manera, en una planificación milimétrica, los elementos de la derecha y la extrema derecha, lo mismo da, que da lo mismo, siguen en su burda oposición, malsana y degradante, intentando desquiciar insultando, al estilo de sus jóvenes cachorros, como este mismo miércoles, y en un ejercicio “de encargo”, premeditado. La diputada de Vox Carla Toscano intenta ofender humillando a otra señoría de su mismo oficio, en el Congreso, en la sede de la soberanía popular, en un intento calculado de degradación que, de nuevo, solo ofende a quien lo ejercita, y de paso une a la oposición.
Pérfida estrategia para quienes solo confían en la degradación del cuerpo social, que lo conformamos todos, jugando con fuego hasta… quemarnos.
_____
Antonio García Gómez es socio de infoLibre.