Trump, su legado y el nuevo devenir…

Antonio García Gómez

Movía a la risa y el menosprecio, como si solo se tratara de una coyuntura pasajera que dejaría algo de hojarasca y poco más.

Como si los ciudadanos de bien fueran a quedar indemnes de sus bárbaras paparruchadas.

Con cierto aire de soberbia intelectualoide, de esas que quedan inermes cuando ya es tarde para reaccionar.

Y, sin embargo, tras el paso de Trump y su ideología por la Casa Blanca, y eso que sólo gobernó  una legislatura, ahora comenzamos a comprender que “llamaron a nuestra puerta” y no quisimos replicar.

Y ahora se nos echa encima esta mareona miasmática, sucia y retrógrada que amenaza con asfixiarnos, volvernos hacia tiempos pasados, cavernosos.

En muy recientes fechas, el Tribunal Supremo de EEUU, con una mayoría conservadora “de seis”, sobre una minoría progresista “de tres”. Me escandaliza que los jueces y juezas respondan a sus etiquetados libremente admitidos, alejados del mundo, de la evolución del mismo y de la ya olvidada “independencia judicial”, que decidiese dar una vuelta atrás de tuerca, en derechos y libertades.

Dándose por cantados los resultados de sus fallos antes de que argumentaran, siquiera, sus razones, sus intereses, sus “pagos al contado”, en virtud de lo agradecidos que han de responder a sus mentores, como unos vulgares “estómagos agradecidos” más.

Y así se palpa, se adivina y se teme el retroceso que se nos echa encima.

Entre las tres últimas sentencias emitidas por el citado Tribunal Supremo estadounidense cabe concretar los siguientes pronunciamientos sobrecogedores:

“Se reconoce el derecho individual a portar armas en el espacio público sin necesidad de obtener permiso de las autoridades.

Se revoca 50 años de jurisprudencia en favor de la interrupción del embarazo como derecho constitucional y devuelve a los Estados la potestad de legislar.

Se rechaza la competencia de la agencia federal de protección del medio ambiente para regular las emisiones contaminantes”.

Cristalina la nueva doctrina que ha desarrollado el citado Tribunal. Y con todo se aventura una mayoría republicana, conservadora y retrógrada, en las próximas elecciones legislativas, costando mucho explicarlo.

En nuestro país la paradoja sigue supurando lo inconcebible, como poco.

“El gobierno español dice que hará fijos a sesenta y siete mil sanitarios y baja en las encuestas. La presidenta de la Comunidad de Madrid cierra las urgencias de los ambulatorios, despide a médicas y enfermeros, anuncia que dará 4 millones de euros a una empresa privada que controle los servicios que den los hospitales que Esperanza Aguirre fue poniendo en pie para dinamitar la Seguridad Social, y su popularidad sube como la espuma. Pedro Sánchez saca adelante en el Congreso la rebaja del IVA de la luz y Núñez Feijóo dice que la medida la había propuesto él, aunque su grupo no la apoyó ni votó. El Ejecutivo central baja las tasas universitarias y el regional se opone a ello, lo recurre en los tribunales y cuando la medida sale adelante su jefa se vuelve a poner la medalla asegurando que la iniciativa fue suya… la pregunta ya no es que les pasa a las y los políticos, sino a los votantes.

Los patriotas no quieren a su país, sólo quieren que sea suyo, y el resto se resume en una frase. Al enemigo ni agua. Y da lo mismo cuánta gente podrá morir de sed, si con eso se le derrota”. Benjamín Prado.

Y ya no importa, por lo tanto, qué es lo que dirán Feijóo y los suyos, ya sólo importa “el traje” con el que digan lo que tengan a bien mientras crecen en las encuestas, como si se tratara de huir de la realidad envolvente, dura e incómoda.

Y es que los muertos no hablan, los pobres callan y sobreviven, si pueden, si antes no caen muertos, desaparecidos, desterrados… al paso firme del odio establecido por los patriotas de mucho pedigrí… Mientras sólo la ultraderecha celebra la masacre

El arzobispo emérito de Tánger, Santiago Agrelo, dijo hace pocos días lo siguiente:

“No preguntes cuántos son los que murieron, tampoco cuántos han sido heridos. 'Centenares', dicen. Cien arriba, cien abajo, ¿a quién importa? La culpa es de los muertos. Los violentos son los muertos. Los responsables son los muertos. Las autoridades de los pueblos sólo pueden felicitarse de haber conseguido que los violentos estén muertos, que los sin derecho estén muertos, que los sin pan estén muertos…”.

Y es que los muertos no hablan, los pobres callan y sobreviven, si pueden, si antes no caen muertos, desaparecidos, desterrados… al paso firme del odio establecido por los patriotas de mucho pedigrí… Mientras sólo la ultraderecha celebra la masacre.

“El paro baja a su mínimo en 14 años y el empleo bate un récord”. Y el PP asegura que los datos están “maquillados”. Cualquier cosa antes que felicitarse y mostrar cierta lealtad.

Y dentro de tres o cuatro años, Trump o alguien de su camarilla podrá volver a ostentar la presidencia de EEUU, la cabeza dominante de la nueva OTAN.

Y, hoy martes, el Consejo de ministros podrá haber aprobado que 67.000 sanitarios/as pasen a ser trabajadores indefinidos en nuestra Sanidad pública. Y, de nuevo, la derecha “lo lamentará”, pese a todo.

Y ahora arman “bulla” sobre una foto de la ministra Montero en su viaje de trabajo a Nueva York. Igual que la de otros altos cargos del PP se hicieron otrora, como Bendodo, como Díaz Ayuso… pero no importa, el juego del pim, pam, pum puede llegar a satisfacer a la hiena, a la fiera… Calculando réditos partidistas…

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Antonio García Gómez es socio de infoLibre

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