Victimarios de la verdad

Mariano de la Puente Mayenco

El enredador disfruta con su mentira y se complace maliciosamente con las reacciones y situaciones que provoca. No le importan las consecuencias, porque normalmente son buscadas.

Aristóteles, en su Ética a Nicómaco, entre otros asuntos se refiere a la mentira. Quien dice la verdad es persona de honor y evitará la mentira como una infamia, mientras que quien la usa pretende debilitar el estado de las cosas. Quien así actúa, señala el filósofo, se deshonra gravemente y no es vanidoso y fanfarrón solo por mentir, sino por preferir la mentira a la verdad. Es fanfarrón por hábito moral y por naturaleza, y como embustero se complace en la mentira misma, pues con ella espera alcanzar fama o provecho. Maquiavelo lo reafirma al escribir que quienes mienten renuncian a la ética para conseguir objetivos mayores.

No es posible retar a la mentira, adentrarse en los territorios de lo falso y salir indemne, cuando se utiliza la mentira calumniosa para arrebatar a un hombre la reputación que se ganó justamente, como definió John Arbuthnot. ¿Es el caso del Fiscal General?

Hoy, la mentira parece la bandera de muchos políticos y sus adláteres, se mueven como pez en el agua con sus mentiras y medias verdades; algunos utilizan la estadística, una mentira metodológica usada a conveniencia; ¿Quién no ha oído hablar de la cocina en la estadística, esa manipulación de los datos que ayudan al resultado esperado? Recordamos la reciente e increíble encuesta ofrecida por el CIS; ¿todos los sondeos suelen obedecer al interés de quienes los patrocinan y encargan?

La mentira, la media verdad y la estadística se ponen al servicio de algunos servidores de la política para alcanzar el poder. Cuidado con esos profetas y sus métodos.

Especial atención merece la falta de ideas y programas; es escandalosa la falta de proyectos y vergonzosos los discursos que agotan a los electores. Los aspirantes fían su victoria al albur de la derrota del adversario, y al voto del resentimiento.

Estos estafadores son los victimarios de la democracia y de la verdad. Lo que les interesa es destruir el Estado de derecho y la convivencia

Todo ello muestra unas deterioradas costuras del sistema, con gran peligro para la democracia, como ciertas tendencias que nos advierten de que vienen tiempos para la prudencia, en los que habremos de decidir y separar el grano de la paja. 

En las pasadas generales el vencedor fue la abstención, ni PP ni PSOE. Aquella superó en casi dos millones y medio de votos a cada uno de los dos partidos mayoritarios. A ese grupo de indecisos, descontentos, enfadados o hartos se dirigen todos esos mentirosos patológicos, vendedores de humo, artistas de la manipulación. Los encontramos en todo el arco parlamentario, destacando personajes de la ultraderecha capaces de manifestar no ya mentiras, sino las imbecilidades más gruesas, capaces de arrastrar a la población más joven cuando manifiestan preferir la dictadura a la democracia, algo aberrante y peligroso.

Estos estafadores son los victimarios de la democracia y de la verdad. Lo que les interesa es destruir el Estado de derecho y la convivencia.

Estos trapaceros, peinen canas o no, insultan a la inteligencia. No son los pelos blancos ni en los cráneos brillantes fundamento de raciocinio, pues algunos cerebros están peligrosamente podridos. Son los adoradores de San Paramí, santo pagano de mangantes, parásitos y sobrevivientes, miembros de cualquier estamento y clase de la sociedad. Por cierto, su onomástica está próxima.

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Mariano de la Puente Mayenco es socio de infoLibre.

Mariano de la Puente Mayenco

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