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'Excesos'

Portada de 'Excesos', de Emilio Ontiveros.

Emilio Ontiveros

infoLibre publica un extracto de Excesos, del economista Emilio Ontiveros. En el ensayo, el autor, catedrático emérito de Economía de la Empresa de la Universidad Autónoma de Madrid, identifica lo que considera "amenazas a la prosperidad global", exacerbadas tras la crisis. Entre esos grandes males están la desigualdad global, la "financiarización" de las economías, la concentración empresarial o la destrucción del medio ambiente, aspectos que deben estudiarse en profundidad, defiende Ontiveros, si se quiere lograr una "transición a un sistema más justo y estable". En este extracto del libro, publicado por Planeta, el economista se fija en la evasión fiscal que ocurre a nivel internacional. 

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  Elusión fiscal multinacional

 

Es una buena señal quela fiscalidad internacional, y más concretamente la de las empresas multinacionales, se haya situado en el centro de atención de algunas instituciones representantes de lo que A. Tooze califica como "la quintaesencia del globalismo". Desde la OCDE al Fondo Monetario Internacional, pasando por el G20, parecen dispuestos a concretar sus propuestas de coordinación para reducir las diversas formas de elusión de obligaciones fiscales de las empresas multinacionales, en especial las principales tecnológicas.

Está en lo cierto el Fondo Monetario Internacional (2013) cuando advierte de un "intenso sentido de injusticia" con relación a la estructura impositiva mundial. Son las empresas multinacionales las que, por su propia naturaleza, en particular por la diferenciación geográfica de la distribución de oferta de bienes y servicios, disponen de mayores posibilidades de minimizar sus contribuciones. Eligen la localización física o jurídica donde pagan sus impuestos. En ese trabajo del FMI se describen de forma muy esclarecedora las estrategias de "planificación fiscal" o de "optimización fiscal" que suelen aplicar estas empresas:

a. Desplazamiento de los beneficios a las jurisdicciones con baja imposición, mediante la aplicación de precios de transferencia abusivos, la provisión de servicios directamente desde emplazamientos con baja fiscalidad, o la localización de derechos de propiedad intelectual también en jurisdicciones con baja fiscalidad.

b. Obtención de deducciones o de créditos fiscales en los países de elevada fiscalidad. Por ejemplo, endeudándose en esos países para prestar a las filiales localizadas en países con baja fiscalidad, y hacerlo tantas veces como sea posible a través de sociedades instrumentales, ficticias, con el fin de obtener varias veces deducciones por intereses.

c. Arbitraje fiscal basado en normas tributarias no coincidentes en los países, o directamente contradictorias. d. Acuerdos de dobleimposición, el denominado "treaty shopping".

e. Por último, la retención de beneficios en empresas subsidiarias en el extranjero o la repatriación de estos a la compañía matriz con retrasos.

Todas esas posibilidades forman parte de la legalidad, o como nos recuerda el Fondo Monetario Internacional, los cínicos pueden calificarlas de "no obviamente ilegales". Por eso no sorprende que cada día esa "legalidad" esté más cuestionada y haya intentos de organizaciones internacionales de contrarrestar esas elusiones y responder a ellas con normas específicas y una coordinada supervisión internacional. No deja de llamar la atención que sea en el seno de la Unión Europea donde algunas de esas estrategias son más frecuentes, como es el caso de la denominada "sandwich irlandés-holandés doble", un esquema de elusión, según el FMI, asociado con algunas empresas digitales.

Las investigaciones del economista francés Gabriel Zucman (2015) se han centrado en la descripción de los mecanismos de utilización de los paraísos fiscales por las empresas multinacionales y, en particular, por los operadores en el sistema financiero internacional. Ha estimado en 7,6 billones de dólares, equivalentes al 8 por ciento de la riqueza financiera neta mundial, los fondos mantenidos en cuentas offshore, libres de fiscalidad. Una suma que sigue creciendo.

Es un hecho que, al tiempo que aumenta la proporción de los beneficios de las empresas multinacionales sobre el total de los beneficios empresariales en el mundo, se ha reducido la tasa impositiva efectiva que soportan por esos beneficios. No menos llamativa es la proporción de los beneficios de las multinacionales que se dirige hacia paraísos fiscales, buscando la reducción de la carga tributaria, que fue superior al 40 por ciento solo en 2015, según las estimaciones de Torslov, Wier y Zucman (2018).

De la anterior investigación se deduce igualmente que las autoridades fiscales nacionales que tienen tasas impositivas más elevadas no se empeñan tanto en combatir la existencia de los paraísos fiscales como en intentar atraer hacia sus propios países los beneficios que van a otros con tasas impositivas superiores. Entran en esa competencia destructiva que erosiona los ingresos públicos en favor de las empresas multinacionales y sus accionistas, los verdaderos ganadores. Un desenlace que afianza la regresiva distribución de la renta y de la riqueza repetidamente señalada como uno de los obstáculos principales a la regeneración del sistema.

Las víctimas de la crisis de nunca acabar

Las víctimas de la crisis de nunca acabar

La competencia fiscal que han asumido algunos países, tratando de atraer inversiones extranjeras a toda costa, sigue siendo probablemente el principal obstáculo. Son, como ha reconocido el Fondo Monetario Internacional (2013), los que propician la disposición de mecanismos orientados a la erosión de las bases impositivas y al desplazamiento de beneficios de las empresas multinacionales. La resistencia a la cooperación en este ámbito significa, efectivamente, que las ganancias de un país lo son a expensas de las pérdidas de otro. Y la suma delas pérdidasexcede a las ganancias. Sin necesidad de irse al Caribe, países europeos como Irlanda, Holanda, Luxemburgo o Malta son destinatarios preferentes de ese arbitraje fiscal. Solo en 2017, las empresas multinacionales estadounidenses domiciliaron en Irlanda 83.000 millones de dólares en beneficios, más que en Alemania, Francia, Italia, China, México e India juntos.

Las consecuencias para la acción política van más allá de la muy relevante caída de la recaudación tributaria, para incidir negativamente en la capacidad competitiva de aquellas empresas locales que soportan una mayor fiscalidad. 

 

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