Paisajes del alma

Una mano al otro lado de la ventana - Jorge Pérez Cebrián

Sonámbulos Ediciones. Granada (2024)

Jorge Pérez Cebrián (Requena, Valencia, 1996), hasta la fecha, ha publicado las entregas La voz sobre las aguas (2019), La lumbre del barquero (2021), De cuánta noche cabe en un espejo (2022) y Pero nunca los huesos de las aves (2024). Conforman un paisaje lírico asentado en dos premisas vertebradoras: el azaroso discurrir existencial y la temporalidad.

La sensibilidad poética mantiene un pensamiento en vigilia. Acumula estratos reflexivos que trasmiten una perspectiva vital y multiplican significados mediante una notable carga simbólica. La escritura se convierte en espacio tensional, en voluntad cognitiva. Se hace cincel para pulir los salientes circunstanciales y esculpir palabras e ideas, el acantilado abierto de la vida que arde.

La inclusión de Una mano al otro lado de la ventana en la colección de Narrativa de la editorial Sonámbulos alerta de un cambio de rumbo del autor. Tras la granada cosecha lírica que ha convertido a Jorge Pérez Cebrián en asidero fuerte de la joven poesía, el taller de autor emprende un caminar que desbroza otros géneros, desde la heterodoxia para hallar, como escribe el autor, “la escala exacta del alma humana”.

El minucioso análisis de apertura de Fernando Jaén “Diario de un joven taciturno” sondea los rasgos del relato biográfíco. Dibuja pasos de una historia íntima, donde la escritura se convierte en introspección. Todo es el desplegado horizonte vital de un practicante de la melancolía, ingresado en un centro de enfermos mentales agudos, sin más estrategia de superviviente que la compañía de un cuaderno de notas.

A corta distancia de otros internos, el sujeto describe, busca respuestas a partir de un diagnóstico definido y en tratamiento: la depresión. Quien es objeto de análisis padece un trastorno psiquiátrico, ante el que la medicina ejerce un papel de contención y alivio. Fernando Jaén evita cualquier desconcierto lector explicando que el libro se organiza como un diario, concebido en torno a los días de internamiento y al intento de descubrir los frágiles cimientos del mañana.

Las anotaciones se ajustan al transitar del tiempo en el aire cerrado tras el cristal. El tiempo se ha quebrado en dos: dentro y fuera. Dentro del manicomio solo el dolor y la conciencia construyen una íntima patria de desolación. La realidad persiste, está ahí, mientras el pensamiento busca explicaciones, ensaya la voz del poema y se ajusta a los recuerdos y vivencias de otros intervalos temporales.

El material narrativo alterna formatos: la mera descripción de lo cotidiano convive con el verso libre o adquiere la apariencia severa de un informe médico. En su indagación sobre la complejidad de la existencia, las evocaciones regresan para contrastar normalidad y definir la relación con los otros. Todo está dispuesto para la soledad. Como en el pasado, el yo guarda introversión y rareza, el escueto legado de quien nunca tuvo nada y, por tanto, nada retiene. Salvo la vida. Salvo la obligación de volver del ocaso.

Los poemas dan voz a los que viven dentro de las habitaciones, como si buscaran protección. Es el discurso lírico que pronuncia soledad y tristeza, que siente alrededor un destino injusto porque la vida apenas deja sitio a lo inasible, a la intensidad del vuelo, a la asunción de los certeros trazos que alumbran la belleza. Se enciende una poética del dolor “Como todas las cosas inasibles, el dolor lucha siempre con el lenguaje. Quisiera ser llanto, pero ser preciso. Palabra, pero ser herida. Así buscamos metáforas o doblamos el dolor hasta que tenga forma de discurso.”

La estela de los clásicos

Una mano al otro lado de la ventana elige como campo de acción un entorno físico de clausura, que marca el campo de visión: el de un interno voluntario que se encierra para evitar el suicidio. Compleja y heterodoxa, la escritura salta de la narración al poema, de la realidad subjetiva a la descripción de la normalidad convivencial del internado.

Nace así una historia densa y reflexiva sobre la condición de ser; sobre el absurdo sinsentido de los comportamientos como respuestas a realidades oscuras y sociedades complejas. Poesía en prosa, prosa lírica de apertura a la confesión, que convierte el vacío en un lugar marcado por el temor y la culpa, por la sospecha de que tampoco hay nadie fuera, salvo la libertad, el aire y el afán de seguir caminando, aunque no sepas dónde.

*José Luis Morante es escritor y crítico literario. Su último libro es Viajeros sedentarios (La Garúa, 2025).

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