Posibilidad de la ternura

Literatura Universal - Martha Asunción Alonso

Editorial Isla Elefante (2025)

A pesar de su título, confío en que el desprevenido lector no se aproxime a Literatura universal buscando un compendio de saberes enciclopédicos o un manual académico para superar la sufrida asignatura que ha ido apareciendo y desapareciendo 'guadianescamente' en sucesivos planes de estudios. Sin embargo, ese lector tampoco podrá negar que el rótulo del último libro de Martha Asunción Alonso cumple con escrúpulo lo que promete su adjetivo. Los poemas reunidos aquí son tan particulares como universales, en la medida en que no queda tópico con cabeza a lo largo de estas páginas: el paso del tiempo, la poetización del cuerpo, la evocación del pasado, el amor petrarquista, los vínculos maternofiliales y un largo etcétera que nos obligaría a desempolvar los anaqueles de la filología clásica.

Con todo, ese prolijo inventario de asuntos nunca se presenta con la gravedad que atribuimos a los grandes temas: buena parte de la gracia (entendida en sus diversas acepciones) de esta escritura reside en disfrazar de liviandad, con ropa de calle y registro coloquial, esa batería de inquietudes existenciales. Dividido en cinco apartados, más una nota final, Literatura universal no renuncia a una dimensión autobiográfica, pero también ofrece una reflexión desprejuiciada sobre aspectos como la reivindicación feminista, la maternidad o la importancia de los lazos genealógicos.

La primera parte, Las mismas piedras, despliega una serie de piedras de toque y otro conjunto de piedras en las que es imposible no tropezar dos veces. Las expectativas asociadas a la condición femenina, las relaciones tóxicas, las lecturas formativas (“Los poquísimos versos que aún me sanan / son / de mujeres / muertas”), y hasta las conexiones secretas entre estética y cosmética (en “Pelo Pantene”) configuran el retrato de una hablante que circula entre los ritos de la juventud y las ceremonias de la madurez (“Anoto fechas de conferencias / y plazos para entregar artículos / junto a los detergentes”).

El segundo apartado, Evaluación sorpresa, supone un auténtico tratado de expresión corporal: desde el poema con el que finaliza la sección, donde se recoge una anécdota acontecida en una clase de Educación Física, hasta aquellas piezas que se detienen en el nacimiento del hijo, el cuerpo dolorido o magullado se convierte en protagonista absoluto. La sororidad de las “tomadoras de manos”, la contigüidad entre la biología y la tecnología (“la aterradora suerte de no nacer de píxel”, “amantamos bajo la luz azul de los smarphones”) y la rutina de las “clases de yoga en semisótanos” aportan la materia prima de un muy singular diario de la poeta recién parida.

En el tercer apartado, Los arrepentimientos, se aprecia una decidida pulsión autorreferencial: prueba de ello es “A propósito del salto de la poeta Martha Asunción Alonso al género narrativo”, un poema en prosa que constituye toda una declaración de intenciones discursivas basadas en la insumisión (“No escribir para estar un poco menos sola. No escribir porque el mundo puede ser una chapuza monumental y procede enfadarse. No escribir para hacerle un corte de mangas al IBEX35”). El penúltimo apartado, “Flores de plástico”, recolecta lecciones y consejos, e incluye dos extraordinarias composiciones dedicadas al hijo: “Darwin en el parque infantil”, que subordina la selección natural a la supervivencia en los columpios, y “El hijo y las hormigas”, que aboga por la fuerza revolucionaria de lo minúsculo.

Mística sin misticismos

Finalmente, el apartado “Imbolc” recibe su nombre de una festividad celta ligada al ciclo estacional. En este caso, el autorretrato fragmentario (“He dejado de estar poeta joven / y de teñirme el pelo”) se mezcla con el descubrimiento de distintos prodigios cotidianos y con una recuperación de las raíces familiares. El recuerdo del abuelo paterno, “el que murió de mina”, permite tender un insólito puente metafórico entre el proceso del parto y la excavación en el vientre de la mina. A ese hallazgo se une una conciencia de clase que se manifiesta explícitamente en la “Nota de la autora”, una pesquisa casi detectivesca a propósito de la fotografía de unas mujeres mineras localizada en la Fundación Cultura Minera de Torre del Bierzo.

Si bien el carrusel temático expuesto hasta ahora da cuenta de las preocupaciones recurrentes de la autora, Literatura universal no sería el excelente libro que es si no incluyera algunos rasgos de estilo ya fácilmente reconocibles en la receta creativa de Martha Asunción Alonso: la deslexicalización de frases hechas (“poner el verso / en polvorosa”), la ruptura de las expectativas (“recitarlas / a todas / por sus cuerpos de pila”), la capacidad subversiva de la autonominación (“Martha Asunción Alonso / sobrevivió aquel día”), o un juego intermedial que se proyecta en dos direcciones: por un lado, la alusión desmitificadora a las protagonistas de los cuentos infantiles (la desmelenada trenza de Rapunzel, el pintalabios de Caperucita), y a sus frecuentes traslaciones fílmicas (“Me ha casado a lo Disney”); por otro, el homenaje a diversas películas cercanas al espíritu de la nouvelle vague (“Au revoir les enfants”, “Les 400 coups. Gentrified remake”), que funcionan como correlato irónico a la vez que entroncan con la libertad artística proclamada por sus artífices. Al final de este paseo por la Literatura universal nos espera el encuentro con una voz perfectamente modulada que solo busca (y no es poco) “la inesperada posibilidad de la ternura”.

* Luis Bagué Quílez es escritor y crítico literario.

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