El vuelo de una mosca

Ricardo Virtanen

El vuelo de una mosca

Sin comerlo ni beberlo, una mañana de agosto se despertó convertido en una mosca. Al principio no sabía exactamente qué le ocurría: por qué veía la realidad fragmentada en decenas de planos, por qué su cuerpo era ligero como una espiga, por qué todo lo que le rodeaba tenía un tamaño inaudito. Tardó en darse cuenta, pero al final se percató —mirando con detenimiento sus delgadas patas peludas— de que se había convertido en un insecto volador. Desorientado, voló y voló hacia todos los sitios y hacia ninguno. Temía, dada la cercanía de los miembros de su propia familia que seguían su sinuoso vuelo con sus miradas, pararse sobre cualquier cosa y que un terrible palmetazo lo dejara grogui. Pensó, cómo no, que aquello no era más que una pesadilla. Pero cuando estamos en una pesadilla, razonó para sí mismo, no pensamos en esa posibilidad. De modo que asumió su nueva condición de insecto volador, mientras su vuelo se hacía cada vez más cansino y repetitivo.

Consiguió por fin salir por una de las ventanas abiertas y se encontró de repente con el afuera, que le esperaba, sin duda, como esa boca del lobo en la que siempre evitó meterse.

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Penitencia 

Había sido condenado a pena de muerte por la Junta Extraordinaria Militar (JEM) de un minúsculo país asiático. ¿Morir? ¿Cuándo? Su abogado le aclaró, golpeándole la espalda, que a los extranjeros casi siempre le conmutaban esa pena de muerte por cadena perpetua, y esa cadena perpetua por una pena no mayor a veinte años. ¿Veinte años?, le increpó en un torpe inglés aquel ciudadano abatido por los acontecimientos. Veinte años a lo sumo, le dijo su abogado, mientras se estiraba el mostacho. Pero serán menos, quizá quince o diez o, acaso, cinco años. Después de un nuevo juicio, el castigo fue ratificado: pena de muerte, a llevarse a cabo en el próximo año natural. Es la primera vez, que yo recuerde entre mis casos, que una pena de muerte de este calibre no es conmutada, fueron las últimas palabras que le espetó su abogado, antes de verle alejarse cabizbajo por uno de los angostos pasillos de los Juzgados Militares.

Treinta años después del juicio de la JEM, el condenado había perdido toda esperanza de morir ajusticiado, porque la pena de muerte estaba sumida en un cíclico aplazamiento, primero cada mes, después cada año, más tarde cada cinco años. Murió de muerte natural a los cincuenta años del primer juicio. Nadie requirió su cuerpo, que fue sumergido dentro de una bolsa azul allende los mares.

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Coma idílico

La quiso, la quiso de veras.

 

* Ricardo Virtanen (Madrid) es doctor en Filología Hispánica, con la tesis sobre 'La experiencia vanguardista de Guillermo de Torre'. Ha sido profesor en la Universidad Complutense y en la de Toledo. Ha publicado libros de crítica: 'Lengua resuelta' (1999), 'Hitos y señas. Antología de la poesía española' (1966-1996) (2001), 'De tu tierra. La poesía manchega de entre siglos' (2015), 'Vestuario de almas. Antología del epitafio español del siglo XX' (2015) y 'Almanaque 1935' (2015); y las ediciones de 'Carpe amorem', de Aurora Luque, 'Con la cal en los dedos', de Pilar Blanco, 'Haikus completos', de Luis Alberto de Cuenca, 'Sin por qué' (Poesía esencial 1970-2018) (2020), de José Corredor-Matheos, 'El triunfo de estar vivo. Poesía 1996-2012', de Luis Alberto de Cuenca, y 'Belcebú y otras novelas cortas' (2015), de Emilia Pardo Bazán. De poesía: 'Notas a pie de página' (2005), 'Epitafios' (2005), 'Intervalo' (2019, Premio José Luis Hidalgo) y 'Veinte disparos canallas' (2020); y haikus: 'La sed provocadora' (2006), 'Sol de hogueras' (2010), 'Nieve sobre nieve' (2017), 'Llama de luna' (2021) e 'Hilo de lluvia' (2024). Es autor del diario 'Cuaderno de interior' (2013) y de la novela 'Ardiendo bajo el agua' (2022). Como aforista, ha publicado 'Pompas y circunstancias' (2008), 'Laberinto de efectos' (2014), 'El funambulista ciego' (2019), 'Bazar de esquirlas' (2019), 'Interruptores' (junto a Carmen Canet) (2021) y 'El vigilante de la luna' (2024), más las antologías 'La sonrisa de Nefertiti' (2020) y 'Un instante en el paraíso' (2023). Ha sido traducido al inglés, francés, gallego, italiano, portugués y finés.

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