BBVA cura en la bolsa sus heridas de la opa y Sabadell monta una fiesta en su sede tras caer en los mercados

El presidente de la Cámara de Barcelona, Josep Santacreu (i), y el presidente de Banco Sabadell, Josep Oliu (d), durante un brindis tras conocerse el desenlace de la opa.

Un año y cinco meses. Es lo que ha tardado en resolverse la opa hostil que BBVA lanzó sobre el Banco Sabadell y que ha fracasado después de una intensa batalla financiera y mediática. En este tiempo se han visto estampas inusuales en un sector más acostumbrado a la discreción que a la divulgación en medios. Mientras altos directivos hacían pedagogía sobre tecnicismos bancarios para conquistar al accionariado minoritario, otros apelaban a las ventajas de crear un gigante bancario; cuando unos lanzaban una campaña con el acento en lo local, los otros miraban a los grandes mercados internacionales o incluso tiraban de épica, con un Sabadell que preguntaba qué hacer con “el dragón” —hoy celebraba en su sede, entre cánticos, su derrota— y un BBVA que tiraba por la seriedad con su “¿Avanzamos?”. La conclusión es que no habrá fusión, pero ¿qué consecuencia tiene esto ahora?

Decía el economista canadiense Jhon Galbraith que las predicciones de la economía convertían a la astrología en una ciencia respetable, y es que, si bien la opa parecía tropezar desde el principio tanto en la negativa rotunda del Sabadell, como en las cautelas del Gobierno, los expertos no se esperaban un nivel tan bajo de aceptación. Tampoco los sindicatos, que se oponían con contundencia a la fusión. “Toda la atención que ha tenido BBVA en este tiempo hacía pensar que se estaba moviendo en una horquilla por encima de 30%, incluso más cerca del 50% y parece ser que estábamos errados”, señala Javier de Dios, responsable del sector financiero de Comisiones Obreras que ve en el desenlace “una buena noticia”. “Se esperaba que la aceptación se quedase por debajo del 50%, pero no por debajo del 30%”, corrobora Elisabet Ruiz-Dotras, profesora de Estudios de Economía y Empresa de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC). 

“Lo sorprendente es que BBVA no tuviera más controlado el porcentaje de aceptación en los inversores institucionales”, puntualiza Carlos Balado profesor de OBS Business School y director de la consultora financiera Eurocofín. Estos representaban alrededor de un 30% y hasta hace poco la entidad vasca aseguraba contar con el sí de la mayoría.

Pero nada parece haberse cumplido y, en los datos que ha hecho públicos la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV), el BBVA ha conseguido una aceptación en la oferta del 25,33% de las acciones y del 25,47% de los derechos de voto. Ni los accionistas minoritarios, ni los institucionales parecen haberse movilizado en el capítulo final de esta operación que no llegó a entrar en la horquilla propuesta por BBVA.

Sobre las consecuencias del fracaso de la opa, los expertos coinciden en que los cambios se verán a nivel macro, pero que previsiblemente influirán poco en la relación con los clientes. La peor parte en bolsa se la está llevando, paradójicamente, el vencedor. Sabadell, caía un 7% en la mañana de este viernes y llegó a hacerlo hasta un 9%. Aunque eso no fue óbice para que la sede de la entidad catalana se convirtiese en una fiesta, con César González-Bueno, consejero delegado del banco, coreando un “¡Viva en Sabadell!”, megáfono en mano. Por su parte, el BBVA era el valor más cotizado del Ibex, con un impulso por encima del 6% a lo largo de casi toda la jornada. La entidad vasca ha asumido el golpe y su presidente, Carlos Torres, señaló que se siente “respaldado por el Consejo” y que no se plantea dimitir.

Las reacciones políticas tampoco han tardado en llegar. Para los sindicatos, el desenlace “es bueno”. En el Gobierno, el Ministerio de Economía, más contenido, ha expresado “total respeto” por la decisión de los accionistas del Sabadell. Pero la vicepresidenta segunda y ministra de Trabajo, Yolanda Díaz (Sumar), que se había mostrado contraria, celebraba el desenlace como “una buena noticia”. En la derecha, que tampoco se había posicionado en una esfera demasiado entusiasta con la fusión, Cuca Gamarra valoraba la operación señalando que “la última palabra la han tenido los accionistas”. Todos ellos habían deslizado, en su momento, cierta preocupación por si una excesiva concentración bancaria podría terminar afectando a la capacidad de negociación de los clientes.

El vencedor pierde en bolsa, el derrotado se dispara

Que el BBVA gane en bolsa y el Sabadell pierda es, para los expertos, un movimiento lógico. “El BBVA tenía un efectivo con el que iba a hacer la opa, que ahora se destinará a pagar un dividendo extraordinario y a recomprar acciones”, explica la experta, que puntualiza que estas recompras provocan que los títulos “se disparen”. Las expectativas para los inversores son buenas y, además, “al despejarse la posibilidad de que el banco tuviese que pedir una ampliación de capital, los accionistas respiran mejor”.

Por otro lado, la caída del Sabadell obedece a una corrección después de “haber matado al dragón”, como coreaban en la sede de la entidad este viernes, en una estampa de euforia nada habitual para el sector bancario. “Sabadell ha estado ejecutando una serie de acciones para hinchar su precio, para ponerlo más difícil para el BBVA. Entonces, ahora lo más probable es que empiecen a corregir las expectativas a futuro porque detrás del precio había, también, mucha especulación”, explica Ruiz-Dotras.

Esto ocurre porque el precio de una acción representa el valor presente de los futuros pagos, por eso, lo que haga el Sabadell a partir de ahora sin el BBVA determinará mucho su evolución. “Cuando tú te esperas que haya muchos más pagos futuros, pues el valor va a subir, pero al poner fin a la opa se producen correcciones”, concluye.

Hay que recordar que en medio de esta batalla, el Sabadell decidió deshacerse en agosto de una parte de su negocio, la filial británica TSB por 3.000 millones. “Parte de la valoración del Sabadell estaba sujetada por la oferta del BBVA y hay que ver si los accionistas consideran que ese es el valor del banco ahora mismo o si eso cambia”, señala Carlos Balado. “Su capacidad de generar dividendo y las promesas del Sabadell de repartirlo también van a influir en la valoración a corto plazo”, concluye.

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Además, el TSB es clave, explica Balado, ya que el dividendo que le reportaba ahora no estará y la forma en que el Sabadell vaya a compensar el 20% de beneficio que le reportaba la filial “es otra de las incógnitas que determinarán la evolución del banco catalán”.

Ni “pájaro en mano”, ni segunda oferta

Dice el refrán que “más vale pájaro en mano que ciento volando”, pero esta vez la expectativa de una segunda oferta más golosa puede haber jugado en contra del éxito de la operación, y de ahí que haya pillado por sorpresa a todo el mundo el débil resultado de la aceptación. “Por parte de los accionistas del Sabadell y también en ciertos ámbitos del mercado se creó la expectativa de una segunda oferta —aunque el BBVA siempre se ha negado— y eso ha podido generar un efecto negativo. Si tú estás esperando a que vaya el vecino, y el vecino hace lo mismo que tú, al final el resultado es este”, concluye el director de Eurocofín.

Algunos han jugado a esperar esta segunda oferta”, coincide la profesora, que hace una lectura positiva del desenlace. “No es bueno que haya una concentración bancaria y, por otro lado, las opas hostiles nunca son bien acogidas”, apunta. Explica que al tratarse de entidades tan grandes, la batalla mediática ha sido también mucho más amplificada, pero que no se esperan grandes shocks en el mercado. “Son dos entidades fuertes y el sector financiero ha tenido un muy buen año, por lo que, si no pasa nada más, no se esperan grandes cambios”, concluye. Todo dependerá de la economía o, quién sabe, si también de los astros, como sugería Jhon Galbraith.

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