Chabolismo vertical o cómo los especuladores convierten los bloques de pisos en infraviviendas
Desde ventanas de aluminio que apenas aíslan del frío o del calor, reformas que nunca llegan, que se hacen con materiales de la peor calidad o averías que duran meses; hasta pobreza energética o viviendas que se trocean una y otra vez para sacarles más rentabilidad. Son algunas de las realidades que entran dentro de lo que ha empezado a nombrarse con términos como infravivienda o chabolismo vertical. Esta última es una denominación que el antropólogo y experto en vivienda, Jaime Palomera, emplea para hablar de un fenómeno que, en su opinión, se ha normalizado a medida que el mercado de la vivienda se ha vuelto más voraz. Palomera habla de una precariedad silenciosa que ahora se esconde en los bloques de pisos y que, aunque menos visible, –ya no se circunscribe a las tradicionales barriadas– sigue perpetuando las situaciones de infravivienda. Impide formar un plan de vida, obliga a compartir piso aún con una nómina o un trabajo estable e, incluso, empuja a aceptar vivir en espacios que no cumplen unas mínimas condiciones.
Enric Aragonès es portavoz del Sindicato de Inquilinas de Barcelona. Para él, hablar de chabolismo vertical es hacerlo del hacinamiento en el que tienen que vivir muchas personas sin alternativa. "Vemos condiciones que van más allá del estado de la vivienda y pasan por ver a personas y familias que se ven obligadas a compartir espacios muy pequeños", explica.
Lo que más se sopesa a la hora de comprar una vivienda en España es su coste. De acuerdo con un estudio publicado por Fotocasa, el 61% de los españoles que alquiló o intentó alquilar en los últimos doce meses considera que el precio es el factor determinante y un 46% se acoge a esta opción porque no puede afrontar los costes de compra. El estado de conservación y el tamaño van después, en tercer y en cuarto lugar, según apunta otro estudio de 40dB. Así, es habitual renunciar a ciertos estándares de calidad por pagar un poco menos, el problema viene cuando esos estándares cada vez son más bajos dentro de un mercado inmobiliario que lo alquila y lo vende todo.
Palomera, que introduce el término "chabolismo vertical" en su libro El secuestro de la vivienda, cita ejemplos como el coliving –un modelo de alojamiento donde los residentes alquilan una habitación (a veces con baño privado) dentro de una vivienda o edificio compartido– o situaciones en las que personas con trabajo estable y salario se ven obligadas a compartir pisos que solían ser para estudiantes ante los precios desorbitados. De hecho, el Consejo de la Juventud de España (CJE) alertó en uno de sus últimos informes de que entre los más jóvenes –que normalmente ganan menos– la situación es aún peor. En general, señala el informe Un problema como una casa, tres de cada diez habitaciones de las personas jóvenes que se han emancipado no tienen ventanas a la calle, “siendo especialmente preocupante dentro de este grupo el 2,7% de personas jóvenes que mencionan que su habitación no dispone de ventana, terraza ni balcón”, concluye. Ni un solo punto de luz natural.
El problema de la infravivienda ya va más allá del imaginario habitual. Para Aragonés puede que esta nueva forma de precariedad "pase más desapercibida", porque se confina en bloques de pisos, pero tiene efectos serios en los inquilinos. "Por ejemplo, en las escuelas y en los institutos es algo perfectamente visible. Un niño que crece en un piso donde convive en una sola habitación con su familia, está en clara inferioridad de condiciones. No solo los desahucios afectan", explica.
Casas antiguas, pero precios actualizados
El parque de vivienda en España tiene una antigüedad media de 45 años y su calificación en eficiencia energética es, de media, tipo E, es decir, cinco escalones por debajo de lo óptimo, según un estudio del portal inmobiliario Idealista. Las viviendas cada vez envejecen más, pero los precios viven un aumento constante desde hace años. En el primer trimestre de 2025 el precio de la vivienda subió un 12,2% con respecto al mismo periodo del año pasado y si se compara con los tres meses anteriores, el incremento es del 3,3%, según los últimos datos del Instituto Nacional de Estadística.
Por otro lado, el ritmo de construcción de vivienda nueva, aunque se ha acelerado ligeramente, no es capaz de absorber una demanda cada vez más potente y tampoco pone a disposición un número de vivienda pública suficientemente alto como para romper las dinámicas de encarecimiento. Según los datos que proporciona el Ministerio de Vivienda, en España se crearon 111.500 núcleos de convivencia nuevos en 2024 y se finalizaron 110.306 viviendas, un 7,6% más que en 2023. Pero la compra de viviendas al contado indica que la actividad inversora en torno a la vivienda sigue siendo fuerte y hace que la oferta no tenga que ajustar los precios, de forma que estos siguen al alza. Entre enero y marzo, las operaciones sin hipoteca representaron casi el 35% según el Instituto Nacional de Estadística (INE), la cifra más alta para un primer trimestre desde 2014.
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Tan frenética es la actividad, que en el primer semestre de 2025 se vendieron en España 357.533 casas, un 20% más que en el año previo y la cifra más alta desde antes de que explotase la burbuja inmobiliaria de 2007. Y aquí ya no estamos hablando solamente de regiones tradicionalmente tensionadas como Madrid, Barcelona o la costa, sino que la presión en el mercado es general. Son comunidades menos avezadas a estas presiones inmobiliarias las que más fuerte repuntan en compraventas: Castilla y León (31,4%), La Rioja (30,3%) y Castilla-La Mancha (26,7%), según el INE.
“Escasas proporciones y pobre construcción”
El Sindicat de Llogateres de Barcelona tiene puesto el foco en modalidades de alquiler como el coliving, ya que, al igual que Palomera, los considera formatos que ahondan en la brecha de la precariedad en torno a la vivienda. "El problema más grave estamos viendo en ciudades como Barcelona, donde sí tenemos una regulación de precios que se aplica, es que la ley de vivienda no incorporó los alquileres temporales ni los coliving, y lo que estamos viendo es que los especuladores desvían los contratos de alquiler habitual a contratos temporales o trocean las viviendas para conseguir más dinero", señalan desde el sindicato. "Lo que hacen es expulsar a los vecinos y es algo que ha quedado de lado en la regulación", concluyen.
La fuerte demanda, el tirón de los precios y la escasa vivienda pública ponen en serias dificultades a quienes buscan un lugar para vivir de forma estable, de forma que muchas veces se ven obligados a aceptar casas o pisos que no reúnen unas condiciones dignas. Una chabola es, para la RAE, una edificación “de escasas proporciones y pobre construcción, que suele edificarse en zonas suburbanas”. Aunque ahora ya se da, sostienen las voces más críticas, en bloques de edificios que pueden estar en el centro de las ciudades y va trastocando no solo los bolsillos, sino los planes de vida de quienes no son propietarios.