Salario mínimo

Un estudio de Harvard dice que la subida del SMI en 2015 en Alemania benefició al 15% más pobre y no destruyó empleo

Un camarero sirve consumiciones en una terraza de Madrid.
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Un estudio académico reciente, publicado por la Universidad de Harvard el pasado 20 de agosto y realizado por cinco investigadores del University College de Londres, aborda directamente los efectos de la introducción del salario mínimo en 2015 en Alemania, una medida que la canciller Angela Merkel aceptó obligada por sus socios del SPD y que fijó en 8,50 euros por hora trabajada. Y sus conclusiones no avalan los dogmas neoliberales sobre el tema. 

A lo largo de 70 páginas, el estudio titulado Efectos de la reasignación del salario mínimo es una oda a los éxitos de incorporar esta iniciativa en la economía de la primera potencia europea. Desde la síntesis inicial, los autores aseguran haber encontrado en sus encuestas "que el salario mínimo aumentó los salarios y no redujo el empleo". "También", dicen a continuación los investigadores, "llevó a [la masa total de] los trabajadores de estar peor a mejor pagados, de empresas más pequeñas a más grandes, de centros de trabajo menos productivos a más productivos". Y lo más importante: habría beneficiado al 15% de trabajadores peor pagados, viendo éste colectivo cómo mejoraban sus ganacias. 

La tesis del trabajo de Harvard coincide con la negociación de los agentes sociales en España, actualmente encallada por el rechazo de la patronal CEOE a la intención del Ministerio de Trabajo de subir el SMI en 2021 algo menos de 20 euros. Y a buen seguro va a ser usado por los sindicatos para respaldar un alza, pero también por el Gobierno, según indican algunas fuentes. CCOO indica que maneja datos similares con relación a 2019 –cuando el SMI subió un 22%– basados en la Encuesta de Población Activa (EPA), que publica trimestralmente el INE: se pierden empleos malos y se ganan empleos buenos –entendiendo por buenos los que pagan más jornal–, y el saldo de puestos de trabajo es positivo, explica el responsable del Gabinete Económico del sindicato, Carlos Martín. 

El estudio académico de Harvard solo ha trascendido en España en alguna cabecera conservadora, que lo ha citado titulando que "el salario mínimo cierra pymes y sube los precios". Son conclusiones que no aparecen así reflejadas en la investigación: para empezar, en ninguna parte se lee que hayan cerrado pequeñas o medianas empresas, sino más bien que los trabajadores, tras la introducción del SMI, son más proclives a cambiar estas por otras más grandes y, por ende, más estables. "El salario mínimo induce a los trabajadores con salarios bajos a trasladarse a establecimientos que pagan un salario diario más alto", se indica en el estudio. Generalmente, pero no solo, a empresas más grandes. "La mejora en los salarios diarios promedio refleja principalmente un movimiento hacia establecimientos que ofrecen más trabajos de tiempo completo, pero también hacia trabajps que pagan una prima salarial más alta al mismo tipo de trabajador". Los autores tildan este fenómeno de mejora de la "eficiencia de asignación de los trabajadores".

En este sentido, la investigación señala que el 83% de la subida salarial se debe al cambio de empresa del empleado en función del tamaño (de una pyme a una grande), mientras que el 17% restante se debe a cobrar más por hacer lo mismo habiendo cambiado de contratador, pero con un tamaño similar a partir del número de trabajadores. En ningún caso se calcula la desaparición de pymes. "Nuestros hallazgos apoyan la idea de que el salario mínimo ayudó a reducir la desigualdad salarial sin reducir el empleo", apunta el estudio.

"Demostramos que un salario mínimo sacará fuera del mercado a las empresas menos eficientes". Según Carlos Martín, economista de CCOO, "lo que revela este estudio es que, con un SMI, los trabajadores tienen más facilidad para abandonar las empresas que los explotan laboralmente". "La subida del SMI siega la mala hierba, que son las empresas explotadoras", ironiza Martín. 

Sobre la inflación, el estudio se limita a lanzar una advertencia. "Aunque no hemos detectado ningún impacto preocupante del salario mínimo, nuestros resultados no implican que no haya establecimientos o trabajadores que perdieran como resultado de la introducción" de la medida, puede leerse. "El aumento de las salidas puede conducir a una mayor concentración del mercado y a una reducción  de la competencia, lo que puede conducir a un encarecimiento de los productos". 

Otro contratiempo podría ser que, a pesar de ingresar más, debido a los cambios de empresa "la reasignación de trabajos con salarios bajos a puestos mejor pagados se produjo a expensas del aumento del tiempo de viaje". Esto es, más tiempo dedicado a desplazarse, "lo que podría dejar a algunos trabajadores en peor situación a pesar de ganar más". Pero la frase siguiente despeja la incógnita, de acuerdo con las averiguaciones del estudio: "Sin embargo, si se ven a través de la lente de nuestro modelo, nuestros hallazgos empíricos sugieren que el bienestar de los trabajadores con salarios bajos mejoró después de la introducción del salario mínimo". Otro espaldarazo sin fisuras.

La lista de parabienes dedicados al SMI alemán por los académicos es arrolladora. Otros dos ejemplos son el aumento de la productividad y el impacto negativo que el SMI tiene en las subcontratas, las que peores condiciones laborales ofertan. "Los salarios mínimos pueden potencialmente revertir las tendencias en la subcontratación nacional, ya que los beneficios de la subcontratación son más limitados cuando los salarios mínimos son más altos".

La experiencia de subir el SMI en España

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"No es necesario hablar de este estudio alemán para erradicar el viejo dogma neoliberal según el cual la subida del salario mínimo provoca una destrucción de empleo; algo más que dudoso", afirma el catedrático de Derecho del Trabajo de la Universidad de Castilla-La Mancha, Antonio Baylos. "En España hay una cultura que establece que la riqueza empresarial va vinculada a la pobreza salarial. Es una vía equivocada". 

"Estamos es un momento de recuperación económica", razona Baylos. "Necesitamos que los estratos más bajos salarialmente también se incorporen a la media de renta salarial. Este aumento da un mayor poder adquisitivo en términos de consumo de bienes de primera necesidad. Para subir a 950 euros no hubo un sufrimiento del empleo".

Baylos se refiere a la subida del 22% del SMI que entró en vigor en 2019, hasta los 900 euros. Hace un par de meses, un informe del Banco de España que analizaba los efectos de este incremento fue interpretado como un ataque a dicho aumento, cuando en realidad lo que venía era a respaldarlo. El supervisor bancario indicó que se crearon en 2019 entre 80.000 y 180.000 empleos menos, pero también subrayó que más de 1,5 millones de trabajadores (el 10% de la población activa) había visto aumentar su sueldo, además de haber margen para más subidas –como la que plantea ahora la ministra Yolanda Díaz– y porque, según expresaba el propio Banco de España, no había una relación de "causa-efecto" entre destrucción de empleo y SMI. Finalmente, otro de los documentos en los que se apoya la vicepresidenta segunda es la Encuesta de Condiciones de Vida publicada por el INE en junio, según la cual en 2019se redujo la desigualdad al caer el índice de Gini 1,1 puntos

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