No son los pensionistas, es la precariedad: ¿qué alimenta la brecha generacional de la riqueza en España?
Boomers contra millennials. Caseros contra inquilinos. Jóvenes contra jubilados. Y así, una retahíla de análisis y de simplificaciones llenan últimamente el debate público. La bronca tiene como trasfondo, no tanto un supuesto conflicto entre generaciones, sino la precariedad salarial y la dificultad de los jóvenes para acceder a una vivienda o para acumular un patrimonio propio. Y en el centro de la tormenta está el mercado inmobiliario, que ha detonado la polémica y que determina la principal brecha cuando se analiza la riqueza por cortes de edad. En 2004, el 71% de quienes tenían entre 30 y 44 años eran propietarios, hoy esa cifra es del 55%. Entre los 16 y 29 años, el número de propietarios ha bajado del 48% al 29%, de acuerdo con la Encuesta Financiera de las Familias publicada por el Banco de España.
La brecha de riqueza se alimenta de la revalorización de los activos inmobiliarios, es decir, quienes poseen una vivienda ven su patrimonio crecer y para quienes tratan de comprar una, los precios del mercado cada vez son más difíciles de perseguir con un salario. Por eso, la brecha se acentúa. La riqueza media de las personas entre 65 y 74 años en 2002 era de 148.000 euros, mientras que la de los jóvenes entre 35 y 44 años era de 132.000 euros. Veinte años más tarde, en 2022, la riqueza de los mayores aumentó hasta 226.000 euros y la de los jóvenes cayó hasta los 75.700 euros.
Entre los factores que agudizan el problema está la precariedad laboral que se manifiesta, por ejemplo, en factores como la parcialidad. Entre los asalariados de 16 a 29 años, la tasa se sitúa en el 26,9%, 12,7 puntos porcentuales superior a la del total de asalariados, según señalan los datos del Ministerio de Trabajo. Además, señala el documento, las dinámicas de paro “se amplifican” en los cortes de edad más bajos y en el primer trimestre de 2025 la tasa de paro de la población de 16 a 24 años se situó en el 26,5%, seis puntos superior a la del grupo de 16 a 29 años, y 15 puntos más alta que la de la población de 16 a 64 años.
Pero el debate económico tiene un correlato sociológico que muchos tratan de llevar más allá de la constatación de una brecha patrimonial, señalando un choque intergeneracional del que hay pocas evidencias, o deslizando en el debate que la mejora de las pensiones va en detrimento del las políticas para paliar los problemas que enfrenta la juventud.
Así, el foco se desplaza hacia los pensionistas, quienes, al haber concluido una carrera profesional, acumulan, en general, más patrimonio. Pero, ¿cómo son realmente las pensiones en España? ¿Cuánto mejor vive un jubilado que un trabajador? La respuesta siempre es “depende”, pero los datos ayudan a orientarse en el debate. Y aunque la generación del baby boom suele acaparar la polémica, lo cierto es que muchos de ellos aún no han llegado a la edad de jubilación, ya que esta denominación en España suele hacer referencia a los nacidos entre 1958 (67 años) y 1975 (50 años).
¿Cuánto cobra un pensionista en España?
A uno de septiembre de este año, el importe medio de las pensiones por jubilación en España ascendió a 1.508,70 euros al mes. Quienes menos cobran dentro de este grupo son los cotizantes que aún quedan del Seguro Obligatorio de Vejez e Invalidez (SOVI), que se usaba durante la dictadura, con un importe medio mensual de 504 euros; les siguen los trabajadores autónomos, con una media de 910 euros al mes. Después, los trabajadores del mar con importes en torno a los 1.300 euros. En la parte alta de las prestaciones están los trabajadores del carbón, con una media mensual de 2.300 euros, y los trabajadores del régimen general, con 1.429 euros. En total, componen un conjunto de 6,6 millones de pensiones que percibe un grupo de 6.498.583 millones de pensionistas con una media de edad de 75 años. En este grupo no están contempladas las pensiones por incapacidad, viudedad, orfandad o enfermedad profesional.
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Pero este conjunto no es uniforme y aquí se dan desigualdades internas. Por ejemplo, por edad, quienes llegan ahora a la jubilación cobran más. Si tomamos los datos de pensiones de jubilación –excluyendo incapacidad, accidentes, orfandad, etc.–, quienes menos cobran son los mayores de 85 años, con unos 1.100 euros al mes. Unos ingresos que, sin un patrimonio que los respalde, son poco ostentosos. En el rango de edad de los mejor parados, es decir, entre los 60 y los 65, el importe medio de la pensión supera los 2.000 euros mensuales y se mueve en los 1.600 entre los 65 y los 74.
Otra brecha significativa se da por género y ellas cobran, en general, pensiones un 31% más bajas que ellos, según datos del Instituto de las Mujeres.
El factor de desigualdad es una brecha que no está cerca de cerrarse. En los últimos datos anuales disponibles, relativos a 2024, la Seguridad Social constata que ellas cobraron de media 1.139 euros mensuales frente a los 1.654 que cobraron ellos. Además, en la riqueza acumulada por género, la vivienda vuelve a tener mucho que decir. En la franja de edad en la que la propiedad inmobiliaria está más extendida –a partir de los 65 años, cuando el 88% de los hogares poseen vivienda en propiedad, según el INE– la casa se convierte en un factor determinante de desigualdad de género. Ellas acumulan menos patrimonio que ellos, y buena parte de esa brecha se explica porque ellas poseen menos casas en propiedad a su nombre. En concreto, en algunos casos, hasta el 62% de este salto en la renta se debe a los activos inmobiliarios, según un informe realizado por Closing Gap. De nuevo, es la vivienda la que se convierte en un factor determinante para la riqueza y esta vez, sin que se de un corte etario.