El Partido Popular Europeo amenaza con torpedear los presupuestos de Von der Leyen para la UE

La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen.

El inicio del segundo mandato de Ursula von der Leyen está siendo un camino tortuoso de pequeñas crisis políticas que pueden derivar en una enmienda a la totalidad. Cuando fue elegida en 2019, la covid no había brotado y la alemana disfrutó de un primer año tranquilo. En 2022, Rusia atacaba Ucrania y ella puso su ya engrasada Comisión Europea al frente de las sanciones de los 27 contra Moscú. Pero ahora, con la guerra de Ucrania todavía sangrando y el genocidio de Gaza tensando las costuras de su coherencia política, el Parlamento Europeo no da respiro. Acaba de superar dos mociones de censura –y ya van tres en total–, mientras sus presupuestos para la UE son más que discutidos. El PP europeo, su familia política, lidera esta última gran revuelta.

El borrador del Marco Financiero Plurianual para 2028-2034 presentó importantes cambios en sus partidas y estructura. Contemplaba una reducción de los fondos para agricultura y pesca al tiempo que disparaba las inversiones militares. Estos recortes levantaron críticas en España, Francia, Italia o Polonia, algunos de sus principales receptores y grandes socios comunitarios. Sin embargo, Von der Leyen contaba con que sus camaradas, los democristianos del Partido Popular Europeo, le diesen el suficiente apoyo en la Eurocámara para contar con una baza negociadora ante los países. Un sostén que, contra todo pronóstico, se está quebrando.

En los comités parlamentarios de Agricultura y Desarrollo Rural, de Pesca, Desarrollo Regional o Asuntos Económicos y Monetarios, eurodiputados conservadores levantan la voz contra la propuesta presupuestaria de la Comisión. Reuniones en privado entre el equipo de la presidenta e importantes legisladores populares no han calmado los ánimos en Bruselas y esta semana hasta el líder de la bancada, Manfred Weber, ha reconocido que “los problemas se están discutiendo entre amigos”.

Las palabras del alemán, rival de Von der Leyen dentro de la CDU, no ocultan la crisis abierta ahora mismo entre los populares con su Comisión, donde controlan a la mayoría de comisarios. “Somos el gran partido, así que la gran mayoría de alcaldes y líderes regionales están dentro de nuestra familia del PP europeo, pero somos también el partido de los campesinos”, explicó Weber, “y en ambos aspectos no estamos plenamente satisfechos con los programas nacionales de reformas”.

Porque Von der Leyen y su comisario de Presupuestos incluyeron, además, en el borrador de los siguiente presupuestos comunitarios una novedosa arquitectura en la que Fondos de Cohesión y la PAC se fusionaban para su distribución en paquetes nacionales individuales a cada Estado miembro. Weber puso el dedo en la llaga al criticar que “se concentran las decisiones del presupuesto de la UE en las capitales”.

El popular croata Karlo Ressler es una de las voces discordantes con la Comisión. “Los fondos europeos son un catalizador clave de inversión, por lo tanto es crucial mantener la política de cohesión. Las autoridades regionales y locales deben seguir involucradas”, denuncia sobre la propuesta de que Bruselas y las capitales dirijan las partidas de cohesión y agrícolas. “Los fondos europeos no pueden convertirse en una mera colección de planes nacionales bajo la excesiva centralización de la Comisión”

Los legisladores populares muestran sus dientes conscientes de las explicaciones que tendrán que dar en sus circunscripciones ante electores del mundo de la agricultura y la ganadería, al tiempo que sus jefes locales pueden exigir responsabilidades si el pastel a repartir es menor, y también quedan de lado en su gestión. De ahí que Andrey Novako, coordinador de los conservadores dentro de la Eurocámara en las cuestiones de cohesión, ya hable de “un poder de veto” en cualquier reforma que vaya en detrimento de las regiones. “Estamos sobre el terreno, vemos y escuchamos, tenemos nuestros líneas rojas, sobrepasarlas sería un obstáculo para aprobar el presupuesto a largo plazo”, asegura el búlgaro.

La amenaza de tumbar las cuentas va tan en serio que Von der Leyen y el comisario de Presupuestos, el polaco Piotr Serafin, antigua mano derecha del primer ministro Donald Tusk, uno de los líderes populares del continente, muy probablemente van a tener que rehacerlas, de ahí las reuniones privadas que se están manteniendo en Bruselas. Otro eurodiputado popular de peso, el rumano Siegfried Muresan, ha advertido que “no vamos a aprobar un presupuesto que promueve planes nacionales fragmentados sin vínculos con los objetivos europeos”. 

El ariete agrícola contra los presupuestos

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Por si la revuelta de los socios del este –bastión de votos, escaños y gobiernos conservadores– no fuese suficiente, en España e Italia las aguas tampoco bajan calmadas entre las filas populares. Según las cuentas de la Comisión, el Marco Financiero Plurianual del 2028-2034 ascendería a los dos billones de euros y el 48% de ese dinero se destinaría a estos controvertidos Planes Nacionales y Regionales. Forman el primer gran pilar de  la propuesta, con 300.000 millones para agricultura y otros 218.000 millones para cohesión. Cifras inferiores a las transferencias actuales que no gustan ni en Madrid ni en Roma.

El italiano Herbert Dorfmann, voz autorizada en cuestiones agrícolas, califica como “un desastre e incoherente” las partidas destinadas al campo. Dorfmann, tirolés italiano y línea directa con sus colegas austriacos, cree que “tras dos años escuchando a la presidenta de la Comisión decir lo importante y estratégica que es la agricultura”, el recorte de fondos y su fusión con los regionales es “inaceptable”. Se suma la popular española, Carmen Crespo, quien cree que existe “la necesidad de establecer un presupuesto independiente y sólido” para el campo e insiste en que ya en septiembre el Parlamento Europeo, con su Informe de Iniciativa sobre el futuro de la PAC, dejó claro que “rechaza firmemente el fondo único y el recorte del 22% que fija la Comisión Europea en su propuesta”.

Los recortes para agricultores y ganaderos han provocado fuertes protestas en las calles de Bruselas, con tractoradas, balas de paja incendiadas o piquetes frente al Parlamento Europeo. El campo tiene a Von der Leyen en el ojo de su diana y ella confiaba con el apoyo de los suyos para sacar adelante los presupuestos de la UE. La otra gran pata parlamentaria en la que apoyarse, los socialdemócratas, los calificaron como “una auténtica barbaridad” que supondría “el final de la agricultura europea”. Si quiere superar esta moción, a la presidenta de la Comisión le tocará rehacer sus números.

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