Alemania improvisa un plan para reducir su dependencia de China tras la trampa en la que cayó con Rusia

El presidente de China, Xi Jinping, recibe al canciller alemán, Olaf Scholz, en el Salón Este del Gran Salón del Pueblo.

Thomas Schnee (Mediapart)

Berlín, Alemania —

A mediados de enero, Wu Ken, embajador chino en Berlín, elevó el tono en la prensa alemana: "Me gustaría aconsejar a los políticos alemanes que no pongan a prueba las líneas rojas chinas", advirtió, en referencia a la reciente visita a Taiwán de la presidenta de la Comisión de Defensa del Bundestag, Marie-Agnes Strack-Zimmermann. Pero sus críticas se centraron sobre todo en la nueva estrategia del país hacia China.

Por primera vez en su historia, Alemania está a punto de presentar dos estrategias oficiales, previstas para finales de febrero de 2023. Una sobre su política de seguridad nacional y la otra sobre sus relaciones con China. Obviamente, la decisión de elaborar estos dos textos se deriva directamente del conflicto de Ucrania, que puso de manifiesto la fuerte vulnerabilidad energética de Alemania respecto a Rusia, pero también una cierta desconexión entre los intereses de su economía, muy globalizada, sus convicciones morales y políticas y la realidad geopolítica.

Al mismo tiempo, las estadísticas sobre el comercio chino-alemán describen claramente la creciente dependencia económica de Alemania respecto a China, que es su principal socio comercial por séptimo año consecutivo. Las exportaciones alemanas a China han pasado de 64.800 millones de euros en 2011 a 107.000 millones de euros en 2022 y las importaciones de China han pasado de 79.500 millones de euros a 191.000 millones. Esto significa que el volumen total del comercio alcanzará la cifra sin precedentes de 298.000 millones de euros en 2022 (Oficina Federal de Estadística), lo que supone un aumento del 21% con respecto a 2021.

Por otra parte, BMW y Mercedes generaron más del 30% de sus ventas en China en 2021. Ese mismo año, la parte china en la facturación de Adidas fue del 21,7 %, mientras que el grupo de semiconductores Infineon batió todos los récords con un 37,8 %. 

"¿Qué pasaría con el comercio entre nuestros dos países si Pekín decidiera atacar Taiwán? ¿Cómo podemos conciliar nuestras posturas sobre los derechos humanos y la situación de los uigures en Xinjiang con el compromiso de nuestras empresas en China? ¿Y qué podemos hacer para depender menos de China? Berlín ha decidido desarrollar una estrategia para China para aclarar todo eso", resume el investigador Tim Rühlig, experto en relaciones UE-Asia del think tank alemán DGAP (Sociedad Alemana de Política Exterior).

El resumen provisional de la estrategia del gobierno, conocida desde que se filtró a los medios el pasado noviembre, afirma que los derechos humanos son "indivisibles y no pueden relativizarse, ni cultural ni religiosamente". También destaca las "violaciones masivas de los derechos humanos" en la provincia uigur de Xinjiang y en el Tíbet, así como los excesos en Hong Kong.

El texto también considera que China "se ha puesto de facto del lado de Rusia". Y, en sintonía con la Unión Europea (UE), los autores consideran a China un socio, un competidor y un "rival sistémico". "Pero estos dos últimos aspectos son cada vez más importantes", afirma.

China está creando dependencias que "utiliza cada vez más para imponer sus intereses políticos", afirma también el texto, citando el aumento de la presencia china en puertos europeos, en parte de los Balcanes, en África, en América Latina y en la zona del Indo-Pacífico, terminología que los occidentales prefieren ahora a la de Asia-Pacífico. 

El texto describe bien los problemas, pero ¿dónde están las prioridades?

Tim Rühlig — Experto en relaciones UE-Asia

Por ello, Berlín apoya la idea europea de una Global Gateway, una iniciativa de inversiones concebida por Bruselas como alternativa a la iniciativa china de las Nuevas Rutas de la Seda. De aquí a 2027, la UE tiene previsto movilizar hasta 300.000 millones de euros de inversión para proyectos de infraestructuras dentro de la Global Gateway.

Para diversificar y reorientar el compromiso económico alemán aparte de China, es decir, en India, Indonesia, África o Sudamérica, el documento también prevé además que las garantías de inversión para las empresas se limiten a tres mil millones de euros "por empresa y por país". La política de concesión de créditos a la exportación y garantías de inversión también se someterá a un examen más riguroso en términos sociales y medioambientales.

Recientemente, a Volkswagen se le denegó por primera vez una garantía para una inversión en Xinjiang, región donde el gobierno chino ejerce una gran represión en la población uigur. El deseo de diversificar y volver a ganar terreno frente a China también es delicado en el plano diplomático. A finales de diciembre de 2022, el Ministro de Economía, Robert Habeck, viajó a Namibia y Sudáfrica. En enero, la Ministra de Asuntos Exteriores, Annalena Baerbock, fue a Etiopía, mientras que el Ministro de Hacienda, Christian Lindner, lo hizo a Malí y Ghana.

Asimismo, el Canciller Olaf Scholz realizó visitas de Estado a Argentina, Brasil y Chile a finales de enero. En Brasilia, se pronunció a favor de una rápida ratificación del acuerdo comercial UE-Mercosur, mientras que en Santiago firmó un acuerdo germano-chileno de cooperación minera para asegurarse el suministro de cobre, litio y otros metales raros. 

"También necesitamos una ley que defina claramente qué es y qué no es infraestructura crítica", añade la ecologista Franziska Brantner, Secretaria de Estado del Ministerio de Economía y Protección del Clima, recordando el reciente caso del armador chino Cosco, al que se impidió en el último momento entrar en el consejo de administración del operador portuario de Hamburgo.

Pero, en opinión de Tim Rühlig, la nueva estrategia sigue teniendo lagunas. "El texto describe bien los problemas, pero ¿dónde están las prioridades?", se pregunta, tomando como ejemplo la lucha contra el calentamiento global: "¿Deberíamos mejor ayudar a China proporcionándole tecnologías verdes que no tiene? ¿O, por el contrario, hay que evitar una transferencia de tecnología que podría dar lugar a una nueva competencia? El texto no lo dice”.

La cuestión de Taiwán también divide a los ministerios. "Hay quienes creen que China podría atacar Taiwán ya en 2027, año del centenario del Ejército Popular Chino. Y que, por tanto, debemos prepararnos para una desvinculación económica de China", explica Tim Rühlig. Otros, por ejemplo en la Cancillería Federal, consideran la agresión en los próximos cinco años sólo una hipótesis y exagerada. "También creen que nuestras economías europeas difícilmente podrán soportar una política de sanciones contra China similar a la que se aplica actualmente a Rusia.”

Para el embajador chino Wu Ken, "este documento da la impresión de estar impulsado principalmente por la ideología. A mí me huele sospechosamente a mentalidad de Guerra Fría".

Esa mentalidad sugiere que "el gobierno alemán está perdiendo su independencia y sigue totalmente a Estados Unidos en cuestiones de política china". Y se sabe que Estados Unidos trabaja para reprimir y contener a China", afirma el representante chino, que se queja de una reacción exagerada de Alemania ante las inversiones chinas en Europa, así como de una visión política que no se corresponde con la realidad del comercio entre ambos países.

En este último punto, las multinacionales alemanas no le llevarán la contraria porque, contrariamente al Gobierno federal, BASF, Volkswagen, Daimler y Siemens han decidido reforzar su presencia en el mercado chino. "Cuatro de cada diez camiones se venden en China... necesitamos a China para apoyar nuestro desarrollo global", afirma Christian Levin, responsable de Traton, la filial de vehículos comerciales de Volkswagen, que prepara la construcción de la primera fábrica de Scania en China.

BASF ha anunciado una inversión de 10.000 millones en una nueva fábrica china. Cariad, la división de software de Volkswagen, está a punto de comprometer varios miles de millones de euros en una empresa conjunta con la china Horizon Robotics, especialista en inteligencia artificial y conducción autónoma. Siemens, por su parte, sueña con una doble sede alemana y china para su principal división Digital Industries, dentro de su estrategia "Marco Polo".

¿Significa esto que esas grandes empresas no han aprendido ninguna lección de la agresión rusa y sus consecuencias? "Había que tener en cuenta el riesgo de perderlo todo. Pero parece que no todo el mundo cree en lo peor. Por otro lado, existe el deseo de crear unidades regionales menos dependientes entre sí y que puedan seguir funcionando a pesar de una pandemia o un conflicto. En parte, esa es la lógica de esas inversiones. El Gobierno alemán debería reflexionar sobre las consecuencias a la larga de esta tendencia para el empleo y los flujos financieros en y hacia Europa", afirma Tim Rühlig.

 

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Traducción de Miguel López

 

 

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