”Chernóbil no está bajo control, es un rehén”: expertos piden a la OTAN que impida sobrevolar la zona
Dos hombres en uniforme de campaña observan una pantalla de vídeovigilancia. El de la derecha, con traje de faena kaki en el que está cosido un escudo de la bandera ucraniana. El de la izquierda, un militar con pasamontañas negro y casco, en posición dominante y con su arma apoyada en las rodillas.
Se trata de imágenes de propaganda grabadas por el Ministerio de Defensa ruso que aparecen en la web South China Morning Post. Supuestamente representan la colaboración entre las tropas ocupantes y el personal de la central de Chernóbil, en la comuna de Prypiat, al norte de Ucrania. Un militar ruso explica que “la central está bajo control. Nosotros la vigilamos junto con la guardia nacional ucraniana”.
Pero, según asegura Vitalii Demianiuk, ingeniero en física y presidente de NT Engineering, una sociedad ucraniana especializada en lo nuclear, “es falso, Chernóbil no está bajo control sino que está secuestrada”. “En nuestra industria, el término 'control' tienen un significado profesional y preciso. Significa que comprendes lo que pasa en una instalación y que la seguridad está garantizada. Ese no es el caso en Chernóbil ahora, que es como una caja negra para el mundo exterior”, añade.
El Ejército ruso tomó posesión de la central de Chernóbil el 25 de febrero, al día siguiente del comienzo de la invasión de Ucrania. Ese mismo día, la agencia estatal de regulación ucraniana, SNRIU, lanzó una alerta por la superación de los límites de control de la radiactividad en la zona de exclusión que rodea la central nuclear, a 110 km al norte de Kyiv, la capital. Según el gobierno ucraniano, desde ese día la central no tiene electricidad y los combates impiden reparar la avería.
Según la Agencia Internacional de la Energía Atómica (AIEA), el corte del sistema eléctrico no supone un “impacto crítico para la seguridad”, pero para Vitalii Demianiuk, “la situación es muy peligrosa porque si se pierde el control de una central nuclear estamos ante un riesgo de seguridad. Una central nuclear no es como una fábrica de azúcar o de coches”. El “secuestro” de Chernóbil por los rusos es para él “terrorismo nuclear”. Los generadores de emergencia de gasóleo solo producen electricidad durante 48 horas, según comunicó el 9 de marzo el gobierno ucraniano.
La central se encontraba en tareas de desmantelamiento cuando los rusos la tomaron. Entre las operaciones que deben realizarse para ello está la del enfriamiento del combustible de uranio usado y la gestión de residuos radiactivos almacenados en la zona de exclusión de la central. Hay almacenados alrededor de 20.000 paquetes de combustible en “piscinas” donde están sometidos a un proceso de enfriamiento y hay más de 20.000 m3 de desechos sólidos y líquidos almacenados en sus instalaciones, según el IRSN (Instituto de Radio-protección y Seguridad Nuclear). El reactor que se fundió por el grave accidente de 1986 está confinado en un arca de 100 m de altura cuyo aire debe ser constantemente medido y controlado. “No es Fukushima, la situación no es alarmante. Pero ¿por cuánto tiempo?”, se pregunta Olexi Pasyuk, director adjunto de la ONG ecologista ucraniana Ecoaction, con sede habitual en Kiev.
Las alrededor de doscientas personas que trabajan en las instalaciones no han sido relevadas desde el 25 de febrero y duermen y comen allí bajo la presión de la ocupación militar rusa. “Para trabajar correctamente todo el mundo necesita tranquilidad, incluso los trabajadores de un McDonald's”, apunta Vitalii Demianiuk. “Es urgente buscar la forma de llevar electricidad a Chernóbil”, insiste Nataliya Katser-Buchkovska, diputada en el parlamento ucraniano entre 2014 y 2019, donde fue miembro de la comisión de energía.
Según el Parlamento ucraniano, el jueves 10 de marzo, el Instituto de Física y Tecnología de Kharkiv, un centro de investigación nuclear al Este del país, sufrió un ataque aéreo ruso. En ese centro existe un reactor experimental de neutrones.
Los daños serían superficiales, según las primeras informaciones disponibles. Esas instalaciones ya habían sido atacadas unos días antes, dañando algunos equipos y edificios. En cuanto a la central de Zaporiyia, al sur del país, la más grande de Europa con seis reactores nucleares, se encuentra también en una situación tensa e inestable seis días después de haber sido tomada por el ejército ruso.
“En la historia de la energía nuclear no ha habido ningún caso en el que centrales nucleares hayan sido atacadas con armamento pesado”, explica Olga Kosharnaya, experta en asuntos nucleares de la ONG Sociedad Ucraniana de lo Nuclear. “La Federación Rusa ha violado el artículo 2 de la convención internacional para la represión de actos de terrorismo nuclear, el artículo 7 de la convención para la protección de material nuclear y el artículo 1 de la convención internacional contra la toma de rehenes”. Lo mismo que las demás personas contactadas por Mediapart, Kosharnaya desea que este asunto sea abordado por el Tribunal Internacional.
En su opinión, aunque “las centrales nucleares ucranianas disponen de un sistema de protección física de conformidad con la convención sobre la protección de material nuclear, y casi todas las centrales cuentan con defensas antiaéreas, Rusia violará todos sus compromisos internacionales y actuará sin reglas. Así las cosas, Ucrania no puede garantizar la seguridad de las instalaciones nucleares en su territorio”.
¿Es posible garantizar la seguridad de las instalaciones nucleares ucranianas ante el ataque de Rusia? Nataliya Katser-Buchkovska considera que “en la actualidad lo más importante sería que la OTAN impida los bombardeos a las centrales nucleares prohibiendo el sobrevuelo del territorio (las no fly zones reclamadas por Ucrania).
Un conflicto militar en territorio de la octava potencia nuclear
Otra necesidad urgente: “Reforzar la protección en tierra de las centrales” para impedir el ataque con artillería pesada, carros de combate y obuses, añade Katser-Buchkovska. “La protección de las centrales nucleares no solo concierne a Ucrania, porque la radiación no conoce fronteras”. Para esta ex diputada “hace falta que la OTAN y la Unión Europea hagan entender a Rusia que atacar las centrales nucleares en Ucrania es un acto de terrorismo nuclear y debería ser considerado como una entrada en guerra nuclear”.
Olga Kosharnaya considera al respecto que “la UE, los Estados Unidos y Canadá deberían imponer sanciones económicas a Rosatom y a todas sus divisiones implicadas en la exportación de tecnología de reactores, de combustible nuevo, de equipos para centrales nucleares y en la construcción de centrales nucleares en el extranjero”. Pide igualmente que Rusia y sus empresas sean excluidas de todas las asociaciones nucleares internacionales.
Para Olexi Pasyuk, de la ONG Ecoaction, “haría falta que los expertos que representan a Rusia en la Agencia Internacional de la Energía Atómica adviertan a su gobierno sobre el peligro que representan las centrales nucleares en un país en guerra. Además, sería necesario que los demás Estados miembros, comenzando por la India, fueran más activos y más explícitos en sus declaraciones. No dicen suficientemente alto que esta situación es inaceptable”. Por su parte, Vitalii Demianiuk estima que, como mínimo, habría que garantizar el acceso de una misión internacional y de expertos ucranianos tanto a Chernóbil como a Zaporiyia. “Rusia puede robar combustible nuclear usado de la zona de exclusión de Chernóbil para crear una bomba sucia y acusar a Ucrania de su fabricación a través de un vídeo de propaganda”, dice preocupada Olga Kosharnaya. También teme que los rusos se incauten de paquetes de combustible, fabricados por la americana Westinghouse en las unidades ucranianas, para analizar cómo lo han hecho los ucranianos y copiar esas técnicas para su propia industria.
Durante el asalto de los militares rusos a Zaporiyia en la noche del 3 al 4 de marzo, fue atacado por la artillería un edificio de la central dedicado a la formación, provocando un fuego. Fueron afectadas muchas dependencias y se encontró munición sin explotar. La unidad 1 –de un total de seis reactores– está siendo ahora reparada pero los trabajos avanzan lentamente ya que “ahora mismo es imposible contar con piezas de recambio, equipos y el personal especializado necesario”, explica el regulador ucraniano. Los trabajos del reactor 6 también sufren retrasos por falta de personal y de equipos de reparación.
La autoridad de seguridad ucraniana alerta de que “la implantación incompleta y/o intempestiva de medidas de mantenimiento y de reparación de equipos importantes para la seguridad puede conllevar una disminución de su fiabilidad, lo que puede generar averías en esos equipos, urgencias y accidentes”. Por otra parte, la presencia de explosivos en la central, algunos no desactivados aún, “constituye una amenaza directa para la seguridad no solo del personal sino también de la central nuclear en su conjunto”. No está ya accesible al público la información sobre el estado de las radiaciones en tiempo real y no existe actualmente ninguna vigilancia independiente de seguridad nuclear y radiológica en la central.
Según las informaciones disponibles, las otras centrales nucleares del país, desde la tarde del 11 de marzo, parecen funcionar correctamente. Pero, según Olga Kosharnaya, de la ONG Sociedad Ucraniana de lo Nuclear, “absolutamente todas las sedes de centrales nucleares pueden ser atacadas por las fuerzas armadas rusas”.
¿Está amenazada por los combates la distribución de electricidad a los ucranianos? En Zaporiyia, los rusos han vuelto a poner en marcha un reactor para responder a la demanda de electricidad tras haber cerrado en un primer momento dos de los tres reactores activos. “Una buena parte de la red eléctrica no funciona por culpa de los ataques del invasor”, dice Nataliya Katser-Buchkovska. Su inestabilidad y su falta de flexibilidad podrían causar cortes de electricidad que podrían desestabilizar las infraestructuras de transporte, los hospitales y los medios de comunicación.
La mejor manera de proteger la red eléctrica sería conectarla al sistema europeo de transmisión de corriente eléctrica ENTSO-E, precisa Olexi Pasyuk. Algo menos visible que las no fly zones pero que podrían resultar determinante para el día a día de los habitantes.
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Todas las personas citadas en este artículo han sido contactadas por WhatsApp o por email desde Ucrania. Han respondido en inglés y en ruso a las preguntas de Mediapart. La AIEA no ha contestado a las preguntas enviadas el jueves 10 de marzo.
Traducción de Miguel López
Texto en francés: