Un documental redescubre en Italia a Berlinguer y la necesidad de creer de nuevo en una política popular
“Antes, los partidos políticos eran un hervidero intelectual. Hoy en día, cuando aún existen, parecen vacíos”, dice un estudiante micrófono en mano, con gafas redondas y una sudadera gris sobre los hombros, preguntando a la asamblea reunida frente a la facultad de letras y filosofía de la universidad La Sapienza de Roma: “¿Cómo podemos recuperar los lugares que antes eran del pueblo?”.
Bajo un sol otoñal, un centenar de estudiantes se sientan en las escaleras de la facultad y comparten con el director de cine Andrea Segre sus reflexiones sobre su película Berlinguer. La gran ambición. “La cuestión que me gustaría que abordara vuestra generación es cómo reinterpretar lo que ya no existe hoy en día”, les respondió el director. Esa escena, rodada hace justo un año, abre el documental Noi e la Grande Ambizione (Nosotros y la gran ambición), que se estrena en noviembre en Italia.
Desde Nápoles hasta Padua, desde Roma hasta Florencia, los testimonios que contiene tejen la historia de una Italia comprometida, politizada, movilizada y también preocupada. Hablan de la falta de confianza en las organizaciones juveniles, de un servicio público laminado que hace olvidar el sentido del bien común, de la dificultad de los políticos para defender las luchas colectivas, de la llegada de modos de comunicación que impiden la complejidad, de una sociedad acelerada que ya no deja tiempo para que las luchas se construyan a largo plazo. “Esto no debe hacernos sentir nostalgia, sino ser una invitación a luchar”, dice una espectadora de unos veinte años.
Esa era la esperanza secreta del director Andrea Segre: que la historia de Enrico Berlinguer y del Partido Comunista Italiano (PCI) permitiera “cuestionar la crisis del sistema democrático, el vínculo entre la participación política y la vida social, la grave crisis de la izquierda y la tendencia a hacer triunfar una inclinación individualista neoliberal”. Desde las primeras proyecciones, la apuesta parece haberse cumplido. “¿Qué es realmente la política?”, pregunta, por ejemplo, la joven Elettra en Turín. “¿Los partidos y las instituciones o la forma en que organizamos nuestras vidas?”. El director italiano decide filmar esos debates para recoger estas opiniones.
Una historia que sigue intrigando en la actualidad
En un país donde la abstención se describe a veces como “el primer partido político”, ha podido sorprender el éxito de una película que narra la epopeya de Enrico Berlinguer, líder emblemático del PCI en los años 70. Y sobre todo el hecho de que “de las casi 700.000 entradas vendidas, 300.000 fueron a menores de 40 años”, precisa Andrea Segre.
“Se les ha descrito como aplastados por el individualismo, consumistas, siempre en las redes sociales... En realidad, tienen una capacidad instintiva para comprender la violencia del neoliberalismo, porque forma parte de su ADN. Eso redistribuye completamente las relaciones entre lo privado y lo político”, dice Segre.
Si muchos jóvenes aplauden al final de la película es porque necesitamos una política diferente a la actual
Ugo Sposetti, presidente de la Asociación Enrico Berlinguer, hace una observación similar. Desde hace dos años lleva por todo el país una exposición dedicada a la lucha política del antiguo líder comunista, que ha llegado a cerca de 170.000 personas. Los primeros visitantes eran más bien contemporáneos de Berlinguer, hoy septuagenarios u octogenarios, pero el público se ha ido rejuveneciendo a medida que los medios de comunicación se hacían eco del evento.
“La sociedad de los años 70 tuvo suerte, porque en cuanto nos acercábamos a la edad adulta, nos reuníamos en la plaza del pueblo y siempre encontrábamos una puerta abierta: la de los partidos o la de los sindicatos”, opina Ugo Sposetti. “Las generaciones siguientes se encontraron con esas puertas cerradas”. “¿Dónde se encuentra ahora la gente con la política?”, se lamenta, como haciéndose eco de sus palabras, un estudiante entrevistado en el documental Noi e la Grande Ambizione.
El hombre del “compromiso histórico”
¿Qué es lo que atrae, intriga y fascina tanto de Berlinguer? Quizás una especie de nostalgia para sus contemporáneos, como esa señora de pelo blanco que, en el documental, se seca las lágrimas al final de la proyección. Pero los debates que ha suscitado su historia, incluso entre quienes aún no habían nacido cuando Berlinguer falleció, demuestran que resuena especialmente en la Italia de Meloni, polarizada al extremo.
“Él encarna una política que ya no existe, honesta, sin ser arrogante ni indiferente. Si muchos jóvenes aplauden al final de la película es porque necesitamos una política diferente a la actual”, analiza Claudio Caprara, periodista y autor del libro Fischiava il vento (Silbaba el viento), una “historia sentimental del Partido Comunista Italiano”.
Fue un gran error de comunicación utilizar la palabra compromiso en la sociedad de los años 70
A lo largo de casi 340 páginas, el autor se lanza a la búsqueda de los mitos, los ritos y los lugares que han moldeado el imaginario colectivo del PCI y que han atravesado la historia italiana. “Era el lugar de una comunidad que se reconocía en las mismas ideas, a través de los líderes del partido, pero también a través de los militantes de base”, continúa Claudio Caprara. “Esa experiencia política pertenece a otro mundo, a menudo era la vida cotidiana de la gente. En su apogeo, el PCI contaba con 2,2 millones de afiliados. El Partido Demócrata cuenta hoy con 60.000...”
La película también narra cinco años singulares de la lucha política de Enrico Berlinguer, los del “compromiso histórico”, que le valieron duras críticas incluso dentro del PCI. Tras el golpe de Estado en Chile en 1973, intentó pactar con el líder de la Democracia Cristiana, Aldo Moro, para garantizar que la participación del PCI en el poder no provocara tentativas golpistas.
Cuatro décadas de descomposición de la izquierda
Durante la investigación para la película, el director Andrea Segre se reunió con decenas de antiguos opositores a Berlinguer, sobre todo de su ala izquierda política o sindical, para quienes ese compromiso era una traición. “Muchos de ellos han rehabilitado el término y reconocieron que probablemente se adelantó a su tiempo”, cuenta, “aunque fue un gran error de comunicación utilizar la palabra compromiso en la sociedad de los años 70.”
También era una época en la que, “a pesar de las divisiones, el Parlamento aprobó grandes reformas sociales, desde los derechos de los trabajadores a los de la familia, desde la reforma del sistema sanitario al derecho al aborto o al divorcio”, recuerda Ugo Sposetti. Poco después de la muerte de Berlinguer en 1984, Italia daría la espalda a esta historia durante mucho tiempo.
Desde las manifestaciones masivas organizadas en apoyo a Gaza, los ideales de la izquierda han encontrado una caja de resonancia sin precedentes
“Tras la caída del bloque del Este, a principios de la década de 1990, se impuso la idea de que la izquierda ya no podía transformar el mundo, que el capitalismo había ganado y que había que aceptarlo, todo lo contrario de lo que defendía Berlinguer”, contextualiza Gianfranco Nappi, editor napolitano y autor de la obra L’ultima generazione di Enrico Berlinguer.
Para él, el pensamiento de Berlinguer resurgió con fuerza a raíz de la crisis financiera de 2007-2008, cuando “el paradigma del neocapitalismo y la neoglobalización entró en crisis”. Pero Italia ya había cambiado profundamente. En aquella época, Silvio Berlusconi iniciaba su cuarto mandato al frente del Gobierno. Desde la creación de su partido Forza Italia en 1994, había impuesto el modelo de “partido-empresa”, utilizado a menudo para definir su concepción de la política.
Berlusconi, gran vencedor de las elecciones legislativas de 2008 con su partido Il Popolo della Libertà, se frotaba las manos al ver que no había sido elegido ningún parlamentario comunista. La transformación interna de la izquierda se llevó a cabo con dolor, dejando huérfanos a gran parte de aquellos que se inspiran en el pensamiento de Berlinguer. Las reflexiones que surgen en el documental de Andrea Segre muestran que sigue siendo así.
Sin embargo, desde finales de septiembre y las manifestaciones masivas de apoyo a Gaza, esos ideales han encontrado una resonancia sin precedentes. “Hay que encontrar nuevos instrumentos que no sean ni los de los partidos de la época, ni los de los partidos de hoy, convertidos en pequeños comités de negocios o aceleradores de carreras”, opina el periodista Claudio Caprara.
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Es precisamente a través de una movilización de las bases, gracias a los vínculos militantes que persisten en el tejido social, como Italia ha visto reunirse en las calles a cerca de dos millones de personas, según cifras de los sindicatos, durante la convocatoria de huelga general del viernes 3 de octubre. Un acontecimiento que refleja la solidaridad con la causa palestina, pero también la aspiración insatisfecha de una política popular, al servicio de los ideales de justicia e igualdad.
Traducción de Miguel López