Dejar atrás su pasado comunista, una de las claves para que Jeannete Jara tenga alguna posibilidad en Chile
No es casualidad que Jeannette Jara, ganadora de la primera vuelta de las elecciones presidenciales, haya decidido al día siguiente patearse uno de los municipios más abandonados del Gran Santiago. El nivel de inseguridad, uno de los temas principales de la campaña electoral, es muy elevado allí.
En un restaurante cooperativo, la candidata de una amplia plataforma que incluye a toda la izquierda y a la democracia cristiana invitó a las mujeres del barrio a debatir sus principales preocupaciones durante un almuerzo. Jeannette Jara, de 51 años, que nació en una de estas zonas marginales de la periferia de la capital de Chile, hija de un electricista y de una madre que trabaja "esporádicamente" como vendedora o camarera, apuesta por la cercanía.
“Mi hermana trabajaba en una casa no muy lejos de aquí y a veces iba a ayudarla”, cuenta. Explica que le propusieron reforzar su seguridad, pero que ella se negó porque “prefiere más policías en los barrios” que a su alrededor. Le hace gracia el cristal que su oponente en la segunda vuelta, el pinochetista José Antonio Kast, hizo instalar a su alrededor como protección durante su último mitin.
En agosto, cuando Jara ganó las primarias de la izquierda con una aplastante mayoría del 60 % de los votos, su victoria se interpretó como un acontecimiento histórico: por primera vez desde el retorno a la democracia en 1990, el Partido Comunista Chileno (PCCh) presentaba una candidata a la presidencia. A lo largo de la campaña, ella destacó su origen humilde, pero José Antonio Kast, procedente de la alta sociedad del país, la superó en las cinco ciudades más pobres. Un golpe duro para esta mujer que lleva militando desde los 14 años.
Una segunda vuelta desfavorable
En un país donde la sensación de inseguridad alcanza máximos históricos, alimentada por cadenas de televisión que dedican varias horas al día a los homicidios relacionados con el narcotráfico y los actos delictivos, la derecha parece ser la única respuesta creíble para una parte importante del electorado.
Jara, que fue ministra con el presidente de izquierdas Gabriel Boric, se ve perjudicada por el balance del Gobierno, que, a ojos de esas personas, no ha sabido responder al aumento de la violencia. Pero la realidad es que, aunque la tasa de homicidios ha pasado de 4,5 a 6 por cada 100.000 habitantes entre 2018 y 2024, Chile sigue siendo uno de los países más seguros de la región.
Ocupar ese terreno de la seguridad, acaparado por su oponente de extrema derecha, es un gran reto para la candidata. Y no es el único. Hasta el punto de que, a pesar de su victoria en la primera vuelta, se la da por perdedora.
En efecto, simplemente no cuenta a priori con suficientes reservas de votos para ganar las elecciones. Evelyn Matthei (centro-derecha) y Johannes Kaiser (extrema derecha libertaria) obtuvieron respectivamente el 12,5 % y el 14 % de los votos, y han llamado a sus electores a votar por Kast en la segunda vuelta. Tras haber conseguido el 24 % de los votos, Kast puede esperar razonablemente obtener más del 50 % en la segunda vuelta.
El origen de los votos puede sorprender. Entre las personas que van a votar a Kast en la segunda vuelta se encuentra, por ejemplo, Beatriz Bernal, de 48 años, una funcionaria que se declara de izquierdas y que se sonroja al votar “por primera vez en su vida a la derecha”. En la primera vuelta, votó a Evelyn Matthei, que en su momento fue la favorita y que sufrió un duro revés el domingo. ¿El motivo? “El comunismo, no puedo, es mi límite.”
La etiqueta de comunista
El domingo 16 de noviembre, en las calles de Santiago, varias personas de muy diversos orígenes explicaban su decisión de votar a un candidato de derechas para impedir la llegada de una comunista a la presidencia. A pesar de que su partido ha rebajado claramente sus exigencias programáticas, concediéndole una amplia autonomía, en nombre de la necesidad de coaligarse frente al peligro reaccionario.
Juan Carlos, un venezolano afincado desde hace nueve años en Chile y conductor de Uber, votó por José Antonio Kast. Defensor de una línea muy dura en materia de inmigración, Kast quiere construir trincheras y un muro en la frontera, y propone 2.000 vuelos para deshacerse de las 330.000 personas indocumentadas. “Me fui de Venezuela por el comunismo, me es imposible votar lo mismo”, dice. “Creo que Kast será razonable y que distinguirá entre las personas serias, que trabajan, y las demás.”
En Chile, los extranjeros pueden votar tras cinco años de residencia. Y los venezolanos, los más numerosos, representan precisamente el 77 % de los extranjeros inscritos en el censo electoral.
Jara se acerca más al legado de Michelle Bachelet que al de la vieja guardia del Partido Comunista
Consciente de que la etiqueta de comunista es su talón de Aquiles, Jara ha declarado que, si gana la presidencia, devolverá su carné del partido, preocupada por encarnar las diversas izquierdas, desde las más moderadas hasta las más alternativas, a las que ahora representa.
Para Mireya Dávila, politóloga de la Universidad de Chile, los resultados del domingo demuestran que Jara no ha logrado superar “un anticomunismo muy arraigado en la sociedad chilena, no solo en la derecha, sino también en parte del centroizquierda”.
Durante la dictadura de Pinochet (1973-1990) fueron asesinados o desaparecieron cientos de militantes del PCCh. En la década de 1980, una rama del partido optó por la violencia armada, lo que provocó una ruptura con otra parte de la izquierda y el centroizquierda, que luchaban contra el régimen por la vía pacífica. Esa estrategia fue fructífera, ya que el dictador abandonó el poder tras la victoria del “no” en el plebiscito de 1988 (aunque siguió siendo jefe de las Fuerzas Armadas durante diez años más).
Tras el retorno de la democracia, bajo el gobierno de la Concertación, una coalición de centroizquierda que gobernó Chile entre 1990 y 2010, el Partido Comunista permaneció casi siempre en la oposición y participó por primera vez en el gobierno en 2014, durante el segundo mandato de Michelle Bachelet. Fue en esa época cuando Jeannette Jara ocupó su primer cargo en un gobierno, como subsecretaria de Previsión Social.
Para la politóloga Mireya Dávila, “Jara está más cerca del legado de Bachelet que del de la vieja guardia del PC”. Pero para Roberto Funk, también politólogo de la Universidad de Chile, “quizás esos matices sean perceptibles entre el electorado de izquierda, pero no para la mayoría de los chilenos”, que siguen asociando a la candidata con una izquierda radical.
Mano tendida a Parisi
Durante su campaña, Jara ha perdido un tiempo precioso justificando la naturaleza actual de sus vínculos con el Partido Comunista. Aunque, lejos de la imagen de ideóloga que se le quiere atribuir, se ha destacado en el Gobierno de Boric por su flexibilidad y su sentido del diálogo social. Ella ha sido, por ejemplo, la artífice de grandes reformas sociales, como la semana laboral de cuarenta horas o la reforma del sistema de pensiones heredado de la dictadura.
Otro ejercicio de equilibrio particularmente peligroso: destacar su propio balance, distanciándose al tiempo de Gabriel Boric, de cuyo Gobierno fue ministra, dada su escasa popularidad. Elegido con promesas de reformas radicales, Boric ha decepcionado a una parte de los votantes de izquierdas y ha dado muchas garantías a los sectores más conservadores, sin haber sido recompensado por ello.
Ante una derrota anunciada, Jara no tiene más remedio que ser pragmática. Nada más conocerse los resultados, tendió la mano a Franco Parisi, el candidato populista que llegó al tercer puesto para sorpresa de todos, al ganar en las regiones del norte, tradicionalmente afines a la izquierda (Arica, Tarapacá, Antofagasta y Atacama).
En 2021, apodado el “candidato fantasma” por la prensa chilena, Parisi obtuvo el 12,8 % de los votos sin pisar suelo chileno y llevando a cabo su campaña en las redes sociales desde Estados Unidos. Este economista de 58 años regresó finalmente a Chile en 2023, tras haber sido objeto de una medida de prohibición de salida del territorio por impago de la pensión alimenticia de sus dos hijos.
Entre sus propuestas más destacadas se encuentran la reducción de los salarios de los políticos, la construcción de barcos-prisión, pero también el reembolso del IVA de los medicamentos, medida que Jara desea incorporar ahora a su programa con el fin de captar parte de su abundante reserva de votos: casi una quinta parte del electorado.
Victoria agridulce para la izquierda y respiro para la ultraderecha: las claves de la primera vuelta en Chile
Ver más
Traducción de Miguel López