Seis céntimos por prenda y violencia sexista: Shein, el gigante textil, acusado de explotación laboral

Montaje fábricas de ropa Shein.

Khedidja Zerouali (Mediapart)

“Moda desechable, explotación sostenible”. Ese es el título del informe publicado el miércoles 30 de julio, en el que las ONG Action Aid France y China Labor Watch trazan un panorama preocupante sobre Shein, el gigante chino de la moda rápida. Gracias a un trabajo de inmersión de dos años en el corazón de la metrópoli china de Guangzhou (Cantón) y a unas cincuenta entrevistas con trabajadores, el informe destapa la catástrofe social que se esconde tras los bajos precios y la sobreproducción. Como un espejo amplificador de lo que prevalece en todo el sector.

En marzo de 2025, Shein respondió a preguntas de China Labor Watch sobre una serie de puntos. El grupo ha dicho a Mediapart que “lamenta y deplora no haber tenido acceso a esta investigación antes de que se hiciera pública”. En este artículo incluimos sus respuestas, así como las precisiones que Shein ha proporcionado a Mediapart.

La marca, creada en 2008 con el nombre de Sheinside, se ha convertido en los últimos años en el gigante indiscutible de la fast fashion. Está presente en 150 países, con la notable excepción de China. Según los datos de la agencia Cargo Facts Consulting, especializada en logística aérea, a finales de 2024 Shein exportaba 5.000 toneladas de ropa por avión cada día.

“En solo tres días, eso sería suficiente para toda la población francesa”, señala el informe de Action Aid France y China Labor Watch. También en Francia, la marca ha experimentado un auge fulgurante, convirtiéndose en la marca en la que “más gastan los franceses” en 2024, según un estudio de la aplicación de compras Joko.

La producción, a cargo de innumerables subcontratistas en China, se realiza bajo un sistema de flujo ajustado al tiempo. “La empresa realiza primero pequeños pedidos de prueba a los proveedores, generalmente por debajo de 200 artículos”, dice el informe. “Los algoritmos de la marca evalúan la demanda y, a continuación, lanzan una producción masiva de los artículos populares, casi de forma instantánea”. Shein subcontrata el envío de los paquetes desde China a todo el mundo en solo unos días. Todo ello a precios sin competencia.

El éxito de Shein se explica, entre otras cosas, por la gran diversidad de prendas que vende la plataforma. En 2023, la asociación Les Amis de la Terre hizo números: de media, la plataforma publica cada día 7.200 referencias nuevas, con un pico de 10.800 el 16 de mayo de 2023. Para estar al día de las últimas tendencias, la plataforma utiliza la inteligencia artificial, lo que le permite adaptar instantáneamente la producción a las preferencias de los clientes.

Seis céntimos por prenda

Según el informe de las ONG, si Shein puede producir tanto por tan poco dinero es, en primer lugar, a costa de los trabajadores chinos. Una “explotación a gran escala” especialmente visible en la localidad de Kangle, en la metrópoli de Guangzhou. Un kilómetro cuadrado, 100.000 habitantes y talleres en cada esquina. Esos locales, a menudo informales, que reúnen hasta cincuenta trabajadores, producen para Shein, pero también para otras marcas de moda rápida.

Esos talleres “están contratados por subcontratistas” y pueden “producir ropa a un ritmo ininterrumpido, encadenando el corte, la costura, el embalaje y el envío en solo unos días”. Compiten con las fábricas que producen directamente para Shein, en una guerra por reducir los costes.

“Shein no posee ni explota ninguna fábrica”, se defiende la marca en respuesta a China Labor Watch. “Esos talleres no producen exclusivamente para Shein, sino también para otras marcas” y asegura que “todos los proveedores de productos [...] deben firmar y aceptar cumplir nuestro Código de Conducta para Proveedores. Este prohíbe el recurso a prácticas laborales contrarias a la ética, como el trabajo forzado, el trabajo infantil y los abusos en materia de salarios y horarios de trabajo”. Según el código, esos proveedores también deben hacer cumplir estas obligaciones a sus propios subcontratistas, los famosos microtalleres.

Además, en el Código de Conducta dictado por Shein, los proveedores no pueden subcontratar sin su consentimiento y toda la cadena de producción debe respetar las normas de dicho código. Sobre el papel, existe respeto a los trabajadores y se controla la cadena de producción. Sobre el terreno, las ONG denuncian una realidad muy diferente: la mayoría de los trabajadores de esas microestructuras trabajarían sin contrato. Todos operan bajo “una fuerte presión” que se ha convertido en norma. Cuatro años después de la investigación de la ONG Public Eye, Trimer pour Shein (Currar para Shein), parece que nada ha cambiado.

“Los trabajadores entrevistados afirman que se les paga por pieza, según la complejidad de la tarea, por importes que oscilan entre 0,06 y 0,27 euros”, indica el informe. Una de las trabajadoras entrevistadas explica, por ejemplo, que se encarga de colocar ojales metálicos en camisas blancas. Por esta tarea, gana alrededor de 0,5 yuanes, es decir, 0,06 euros por prenda.

“Las cifras mencionadas corresponden a una comisión por etapa y por pieza, y no al pago por una prenda completa”, precisa Shein a Mediapart. “Una camiseta básica pasa por al menos once etapas de fabricación, cada una con un nivel de complejidad diferente. Cada trabajador se encarga de una sola de esas etapas. El trabajador recibe una comisión por cada etapa realizada, por pieza”. Y asegura que la marca remunera a sus proveedores “a precios competitivos para que puedan pagar salarios justos a sus trabajadores”.

“Según las estimaciones actuales, el coste de la vida para una persona sola en Guangzhou asciende a unos 4.229 yuanes al mes (502 euros), sin contar alojamiento. A razón de 0,5 yuanes por prenda, una trabajadora tendría que producir cerca de 300 prendas al día para poder llegar a esa cantidad. Los trabajadores entrevistados por China Labor Watch estiman que para alcanzar “un buen salario”, todos deben trabajar “más de once horas al día, seis o siete días a la semana”. “Si hay treinta y un días en un mes, trabajaré treinta y un días”, declaró un obrero a la BBC en enero de 2025.

“Los trabajadores hacen jornadas muy largas, de hasta dieciséis horas”, añade a Mediapart uno de los miembros de China Labor Watch que se ha infiltrado en esos talleres. “¡Eso no es un trabajo para seres humanos!”.

La marca asegura que los proveedores y sus subcontratistas están obligados por contrato a respetar la legislación local, contratar con contrato y pagar las horas extras. El gigante también asegura que acompaña a sus proveedores, ofreciéndoles, en particular, formación “centrada en el cumplimiento de los requisitos en materia de horarios de trabajo”.

Según ha precisado la marca a Mediapart: “SHEIN no firma contratos ni acuerdos directos con los subcontratistas de sus proveedores de productos acabados. Los proveedores que firman el Código de Conducta para Proveedores se comprometen a garantizar el cumplimiento continuo de todos los subcontratistas aprobados (...) Además, realizamos auditorías SRS  [declaración de servicios requeridos, ndt] adicionales a algunos subcontratistas para verificar que nuestros proveedores aplican efectivamente los requisitos de cumplimiento a lo largo de toda su cadena de suministro, tal y como exige el Código de Conducta para Proveedores.” Según sus auditorías internas, en 2022 solo el 2,3 % de los subcontratistas infringía las normas, el 0,5 % en 2023 y el 0,4 % en 2024. “En caso de incumplimiento, tomamos medidas firmes”, asegura la marca.

Además de los escasos salarios, los talleres se enfrentan a las fluctuaciones del mercado. Las debidas al modelo de Shein, pero también a otras más estructurales. Por ejemplo, durante el Black Friday o en Navidad, “se acumulan los pedidos y se alargan las jornadas”. Una vez pasados esos picos de demanda, “los salarios caen y los trabajadores pueden quedarse sin trabajo de un día para otro”.

Las decisiones políticas también pueden influir en los pedidos: “En previsión de los aranceles impuestos por la administración Trump, la producción aumentó considerablemente en Kangle entre diciembre de 2024 y febrero de 2025. Durante ese periodo, muchos trabajadores declararon haber trabajado siete días a la semana, a veces más de diez horas al día.” Tras la entrada en vigor del aumento de los aranceles entre China y Estados Unidos, Shein subió sus precios y las ventas cayeron inmediatamente, “provocando una oleada de despidos”.

Discriminación de las trabajadoras

Según las ONG, las trabajadoras de los talleres que producen para Shein están sometidas a más presión que sus compañeros. “Son mayoría en las cadenas de producción y se les asignan los puestos más precarios y peor remunerados”, señala el informe.

Peor aún, “en algunas fábricas se describe un sistema de contratación por parejas, en el que el trabajo de la mujer no se remunera de forma independiente […]. Las parejas suelen cobrar como una sola entidad, y los hombres acompañados de sus parejas son considerados más interesantes en el mercado de la contratación”. Algunas trabajadoras también afirman haber sufrido violencia sexista en los talleres, sobre todo violencia verbal. “Sin contrato, sin procedimiento de denuncia ni mecanismos de protección, estas trabajadoras dicen sentirse impotentes ante los abusos.” 

Por su parte, Shein asegura que en 2024 la marca reclasificó los “casos de acoso o violencia hacia los trabajadores, incluyendo la violencia y el acoso por motivos de género” de la categoría de “infracción que requiere una reparación inmediata” a la de “infracción que conlleva la rescisión inmediata del contrato”. Además, el Código de Conducta prohíbe “toda forma de discriminación”, así como “utilizar el matrimonio, el embarazo o el número de hijos de un empleado como criterio para la contratación o la permanencia en el empleo”.

El informe revela que estas trabajadoras tampoco están empadronadas en la ciudad y, por lo tanto, sus hijos no tienen acceso a la escuela pública. Dado que suelen ser ellas las que se encargan de la educación de los niños, se enfrentan a una difícil elección. Algunas los envían a vivir con familiares en el campo. Otras los llevan al taller. “Los niños juegan cerca de equipos industriales de alto riesgo”, alerta el informe. “Hay máquinas de coser, planchas y otros productos químicos y partículas tóxicas en un entorno saturado de fibras sintéticas.” 

Shein asegura que contribuye “a crear entornos de trabajo favorables para la familia mediante la creación de estructuras y dotación de personal para la acogida de niños en las instalaciones de nuestros proveedores”. La marca indica que pone a disposición 25 guarderías, con capacidad para 1.000 niños en total, y recuerda que en sus campamentos de verano en 2024  participaron 350 niños.

También otras cifras nos han llamado la atención. En su informe de 2023, la empresa reconocía que dos de sus proveedores habían recurrido al trabajo infantil, a pesar de que estaba prohibido por las normas aplicadas a los subcontratistas. Lo mismo ocurrió en 2024 con otros dos proveedores. Uno empleaba a un niño de 11 años y el otro, a uno de 15. La marca asegura haber rescindido los contratos de todos esos talleres.

Ni salud ni seguridad

Los niños que juegan entre las máquinas, al igual que sus padres trabajadores, se mueven en espacios donde “están omnipresentes las micropartículas sintéticas”, sin mascarillas y sin seguimiento médico.

El riesgo es pues elevado, según el informe de sostenibilidad de Shein de 2023, donde el 76 % de las prendas están compuestas de poliéster. “Un simple accidente, una enfermedad, bastaría para que mi familia y yo nos endeudáramos”, relata un trabajador entrevistado por las ONG. El problema es que están excluidos de los sistemas básicos de protección social, según los autores del informe, que añaden: “Muchos afirman que renuncian a la atención médica o siguen trabajando después de sufrir accidentes porque no pueden asumir los costes.”

Pero eso no es todo. En varios talleres visitados por China Labor Watch, “las salidas de emergencia no están señalizadas y no hay expuesto ningún plan de evacuación de emergencia”. Tampoco hay medidas de prevención de incendios. Y eso a pesar de que “los materiales altamente inflamables, como tejidos, cartones y disolventes, se almacenan sin precauciones, los puestos de trabajo están abarrotados y los pasillos son demasiado estrechos para permitir una evacuación rápida”. Esta observación ya había sido realizada por la ONG Public Eye en 2021.

A este respecto, Shein se muestra en desacuerdo. “Nuestro Código de Conducta exige a los proveedores que ofrezcan un entorno de trabajo seguro, higiénico y saludable... En las normas de responsabilidad de los proveedores, describimos detalladamente los requisitos en materia de seguridad contra incendios, química y eléctrica, así como el suministro de equipos de protección individual”.

El Código de Conducta, citado constantemente por Shein para defenderse de cualquier acusación de abuso, “nunca se respeta”, concluye Li Qiang, fundador y director de China Labor Watch, en declaraciones a Mediapart. “De hecho, no está pensado para ser respetado, sino para servir como herramienta de comunicación y relaciones públicas”.

Una ley contra la moda rápida vacía de contenido

Para Action Aid France, es urgente situar la cuestión social en el centro de la crítica al modelo Shein. La organización lamenta que apenas se haya abordado en los debates franceses sobre la ley para regular el sector.

Además, la ONG considera que, al centrarse únicamente en Temu y Shein, la ley no aborda problemas que, en realidad, afectan a todo el sector. “Ante el lobbying de la industria textil francesa, preocupada por preservar sus intereses, el texto aprobado en el Senado se centró finalmente en la moda ‘ultra express’, definida como un modelo basado en la venta exclusiva online de prendas a precios reducidos, renovadas a un ritmo frenético. Esta definición excluye de hecho a la mayoría de las marcas tradicionales de moda rápida, cuyas prácticas son, sin embargo, comparables a las de Shein”. Y cita a Kiabi, Primark o Decathlon, recientemente señalada por Disclose por sus condiciones de producción en Bangladesh.

“Shein no hace más que amplificar dinámicas que ya están en marcha en la moda: la subcontratación a bajo coste, la flexibilización extrema del trabajo, la represión sindical, nada para los trabajadores y todo para los accionistas, y una mercantilización extrema de los recursos y de las personas”, añade la ONG a Mediapart. “No se trata de una brecha en el sistema ni de un error procedente de China, sino simplemente de la versión radicalizada de lo que permite el modelo económico dominante.”

La coalición Stop Fast Fashion, de la que forma parte Action Aid France (junto con Amis de la Terre y Emmaüs France), espera que los parlamentarios reequilibren la ley en la comisión mixta paritaria prevista para después del verano.

Caja negra

China Labor Watch ha explicado la metodología de su investigación a Mediapart. Tres de sus miembros fueron enviados allí. Una activista vivió en Kangle durante dos años y llevó a cabo una investigación preliminar. Otros dos se desplazaron allí en febrero de 2025 y permanecieron varias semanas para la segunda fase de la investigación. Los tres activistas entrevistaron a empleados de los talleres y dos de ellos consiguieron ser contratados de incógnito.

Modificación del miércoles 30 de julio a las 11:30: Shein nos ha enviado precisiones sobre la política salarial de sus proveedores, que reproducimos aquí. Hemos añadido algunos de estos elementos al artículo.

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SHEIN se compromete a garantizar un entorno de trabajo seguro y equitativo para todos los empleados de sus proveedores, e invierte varios millones de dólares para reforzar la gobernanza y el cumplimiento normativo en su cadena de suministro. Remuneramos a nuestros proveedores con tarifas competitivas para que puedan pagar salarios justos a sus trabajadores. En el marco del programa SRS de SHEIN, recurrimos a organismos independientes externos, como Bureau Veritas, Intertek, Openview, SGS y TÜV Rheinland, para realizar auditorías periódicas sin previo aviso en las instalaciones de nuestros proveedores. El objetivo es verificar su cumplimiento de nuestro Código de Conducta y de las normas de SHEIN, en particular en lo que respecta a la jornada laboral. Gracias a esos esfuerzos, los estudios realizados por nuestros auditores externos, que abarcan a más de 4.000 trabajadores de las fábricas de nuestros proveedores en China, muestran que sus salarios básicos (sin incluir las horas extras) son, en promedio, dos veces superiores al salario mínimo local y más del 50 % superiores al salario vital estimado en 2022 para Shenzhen por la Global Living Wage Coalition. Invertimos importantes recursos financieros, humanos y operativos para garantizar que los trabajadores de nuestra cadena de suministro sean tratados de forma justa, de conformidad con la legislación local y las normas internacionales del trabajo. Además, las afirmaciones de que los trabajadores ganan solo unos céntimos por prenda terminada son inexactas y distorsionan la realidad de los sistemas de remuneración utilizados por nuestros proveedores. Las cifras mencionadas corresponden a una comisión por etapa y por pieza, y no al pago por una prenda completa. Una camiseta básica pasa por al menos 11 etapas de fabricación, cada una con un nivel de complejidad diferente. Cada trabajador se encarga de una sola de estas etapas, por ejemplo, cortar los hilos que sobresalen de una prenda ya confeccionada, como se ve en el documental. El trabajador recibe una comisión por cada etapa realizada, por pieza”.

 

Traducción de Miguel López

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