Svetlana Tijanovskaya, líder de la oposición bielorrusa: "Con Putin armarse no es solo una cuestión de tanques”

Archivo - Svetlana Tijnovskaya, en una imagen de archivo de una entrevista con la agencia APA en Viena

Justine Brabant (Mediapart)

Alexander Lukashenko, en el poder desde 1994, ha sido considerado durante mucho tiempo como el presidente de una dictadura de otra época, la “última de Europa”, como a algunos les gustaba calificar a Bielorrusia, una especie de anomalía geopolítica que acabaría desapareciendo.

Sin embargo, desde hace cinco años, esa imagen anticuada, exótica —y sin duda en parte tranquilizadora para Europa Occidental— se está resquebrajando por todas partes. La invasión a gran escala de Ucrania en 2022 hizo que Europa tomara brutalmente conciencia de que Lukashenko no era el último representante de un iliberalismo de otra época, sino el aliado de un Estado, la Federación Rusa, con un proyecto expansionista muy actual.

Las movilizaciones masivas durante las elecciones presidenciales de 2020 también demostraron que la sociedad bielorrusa estaba en ebullición, que una parte aspiraba a unirse a la familia europea y que podía surgir una oposición democrática fuerte y organizada.

Svetlana Tijanovskaya es hoy la principal representante de esa oposición. No siempre se imaginó como tal: profesora de formación, se presentó como candidata a las elecciones presidenciales de 2020 frente a Alexander Lukashenko para continuar la lucha de su marido, el opositor Sergei Tijanovsky, encarcelado antes de poder presentarse él mismo.

Obligada a exiliarse y condenada a quince años de prisión, se puso al frente de la oposición bielorrusa refugiada en Polonia y Lituania. De paso por París, comparte con Mediapart sus reflexiones sobre la situación política en su país, la guerra en Ucrania y los debates europeos sobre el “rearme”, frente a las provocaciones y amenazas esgrimidas por Vladimir Putin.

Su marido, Serguéi Tijanovsky, fue liberado en junio, tras cinco años de prisión. ¿Cómo se encuentra y cuántos presos y presas políticos siguen detenidos en Bielorrusia?

Por supuesto, estoy muy contenta de que mi marido haya sido finalmente liberado. Sinceramente, pensaba que sería uno de los últimos en ser liberado, ya que Lukashenko lo considera un enemigo personal. Pero no es posible disfrutar realmente de esta alegría porque miles de familias siguen aún separadas. Algunas organizaciones estiman que hay 1.200 presos políticos [en Bielorrusia], pero creemos que la cifra real es aún mayor.

Porque el régimen oculta a las personas encarceladas por motivos políticos, precisamente para reducir esa cifra. Antes se jactaban de reprimir, grababan y publicaban vídeos de “confesiones” forzadas... Ahora, incluso prohíben a sus familiares difundir información sobre los detenidos.

Mi marido estuvo detenido en régimen de incomunicación durante dos años y medio. Los presos políticos no pueden comunicarse con sus abogados y no reciben cartas, salvo quizá las de sus familiares más cercanos, pero las numerosas cartas de apoyo que llegan se ocultan para convencer a los detenidos de que han sido olvidados.

Lukashenko intenta mantener a la sociedad bajo presión. Han pasado cinco años [desde las manifestaciones masivas de 2020-2021, ndr], pero el régimen se da cuenta de que la gente sigue estando en desacuerdo con su política. No quieren verse arrastrados a la guerra. Ven que Lukashenko nos acerca a Rusia, mientras que los bielorrusos se sienten europeos.

En 2022, usted se felicitaba de que Bielorrusia “no se hubiera convertido en una cómoda retaguardia para los soldados rusos, como se podría haber imaginado”, gracias a los ciudadanos que “se negaron a que su país fuera utilizado contra Ucrania”. Tres años después, ¿cómo ven los bielorrusos esta guerra? ¿Y qué pueden hacer para intentar detener la maquinaria bélica de Putin?

Solo el 4 % de los bielorrusos está de acuerdo en que su ejército vaya a combatir a Ucrania junto a las tropas rusas [entre el 3 y el 10 % según las encuestas – ndr]. La mayoría no quiere convertirse en enemiga de Ucrania.

¿Qué pueden hacer concretamente? A pesar de la enorme represión, proporcionan información a la oposición en el exilio. Los que trabajan en empresas que producen equipamiento militar para la maquinaria bélica rusa, por ejemplo, nos transmiten datos, y nosotros se los pasamos a nuestros aliados europeos, que pueden imponer sanciones a esas empresas.

También tenemos informadores en el entorno de Lukashenko, que nos cuentan lo que hace. Este régimen vende nuestra soberanía a cambio del apoyo político y económico de Putin. Hay personas, incluso entre las autoridades, que se niegan a que perdamos nuestra independencia; por eso nos ayudan.

Nuestra tarea no es salvar a Lukashenko de Putin, nuestra tarea es salvar a Bielorrusia de esos dos dictadores

Bielorrusia no entrará en guerra, pero Lukashenko sirve a los intereses de Putin. Está dispuesto a proporcionarle instalaciones, tierras e infraestructuras para permitir ataques contra Ucrania y Europa. Ya lo vemos con los ataques híbridos contra Estados europeos, la crisis migratoria, el despliegue de armas nucleares rusas en Bielorrusia o, más recientemente, el ejercicio militar conjunto Zapad [ejércitos ruso y bielorruso, ndr] .

También se trata de una guerra informativa. Vemos cómo la propaganda rusa, en connivencia con el régimen de Lukashenko, intenta envenenar las mentes, decir que Occidente es nuestro enemigo, que va a invadirnos... Nuestra función es también reforzar los medios de comunicación libres y alternativos: la web Zerkalo, el periódico Nasha Niva, el canal de televisión Belsat, todos esos medios que han sido prohibidos en Bielorrusia pero que han conseguido reanudar su difusión desde el extranjero. Funciona bastante bien: entre el 60 % y el 70 % de las personas que los consultan lo hacen desde dentro del país.

Precisamente, a los opositores en el exilio se les suele acusar de estar desconectados de su país, se les reprocha que ya no representan a sus conciudadanos o que ya no entienden sus realidades... ¿Cómo consiguen mantener ese vínculo?

A menudo digo “Dios bendiga a Internet”, porque podemos utilizar todas las redes sociales, TikTok, Instagram, Telegram, YouTube, para expresarnos. Por supuesto, es muy peligroso, porque todos esos medios alternativos han sido calificados de “extremistas” y el hecho de leerlos o verlos puede llevarte a la cárcel durante muchos años. La gente debe tener mucho cuidado, utilizar VPN, no dejar rastro de lo que consulta en línea... Hay muchas dificultades, pero la gente lo hace porque quiere saber la verdad.

Usted dice que Lukashenko sirve a los intereses de Putin. Pero desde hace unos meses, también parece haber dado varias muestras de apertura hacia Occidente: se ha invitado a observadores estadounidenses a asistir a las maniobras militares conjuntas Zapad, se ha liberado a numerosos presos políticos bajo el impulso de la diplomacia estadounidense... ¿Cómo lo ve usted?

Es el juego habitual del régimen de Lukashenko. Cuando están bajo presión, buscan levantar las sanciones, obtener reconocimiento. Intentan impulsar la idea, en Europa y en otros lugares, de que “si legitimamos a Lukashenko, tal vez podamos salvarlo de Putin”. Pero nuestra tarea no es salvarlo de Putin, nuestra tarea es salvar a Bielorrusia de esos dos dictadores. Forman una pareja indivisible. Se necesitan el uno al otro, en una especie de amistad simbiótica.

Cada cinco años, en época de elecciones, vemos a la oposición en las calles y la represión que se desata. Cada cinco años tenemos nuevos presos políticos. Se imponen sanciones. Luego hay conversaciones con Occidente, se libera a los presos, se levantan las sanciones... Parece una democratización, pero nunca lo ha sido.

Si Bielorrusia se democratiza, fuera del yugo ruso, será una garantía más de seguridad para la Unión Europea

Él juega con Occidente y con la vida de las personas. Siempre ha jugado a ese juego geopolítico: en invierno, es amigo de Putin para conseguir petróleo y gas baratos. En verano, lo es de Occidente, para obtener más inversiones. Pero las cosas han cambiado. Los bielorrusos hemos conseguido demostrar que ganamos las elecciones [en 2020]. Él es ilegítimo. Y no se le puede “suavizar”. Es obvio, y espero que sea obvio para Occidente en general, que un dictador no puede ser reeducado, encauzado. Es imposible.

A pesar de ello, apreciamos mucho la labor de la administración Trump en cuestiones humanitarias y en la liberación de presos políticos, porque se trata de vidas humanas. Y, paralelamente a los esfuerzos de los americanos por salvar vidas con esa política, la Unión Europea se mantiene firme en sus sanciones y en sus principios de no reconocimiento, para seguir aislando al régimen.

Ha mencionado la guerra híbrida que libra Rusia con el apoyo de Bielorrusia. Efectivamente, se han visto vuelos de drones, incursiones en el espacio aéreo de la UE y la OTAN... Sus dirigentes están reflexionando sobre cómo responder a esas provocaciones. Usted, que conoce bien el funcionamiento de la Rusia de Putin, ¿qué consejo les daría?

Quizás sea el momento de pensar fuera de los marcos habituales. De hacer cosas que nunca se han hecho, como reconocer a las fuerzas democráticas de la oposición, darles escaños en la Unión Europea o voz en la Comunidad Política Europea [creada en 2022, ndr]. Hemos construido instituciones alternativas en el exilio. Trabajamos juntos, estamos unidos, no estamos dispersos en diferentes facciones de la oposición.

Mientras este régimen siga ahí, habrá amenazas, chantajes, provocaciones y nuestro territorio podrá ser utilizado para lanzar ataques. Lo que vemos, esos ataques híbridos, solo reflejan los síntomas de una enfermedad. La enfermedad es ese dictador. Pero si Bielorrusia se democratiza, fuera del yugo ruso, será una garantía más de seguridad para la Unión Europea.

Entiendo los debates sobre el rearme de Europa: es necesario porque la guerra está muy cerca y Rusia, especialmente con sus drones, está probando hasta dónde puede llegar. Pero armarse no es solo una cuestión de tanques, misiles o ejército. También se trata de invertir en tecnologías, en personas, en educación sobre los medios de comunicación y la información.

Las armas por sí solas no suelen servir de nada si no hay nadie detrás dispuesto a defender sus valores y la democracia. La percepción de la gente es crucial. Vemos cómo los populistas difunden narrativas que ofrecen respuestas simples a preguntas difíciles: “Hagámonos amigos de los dictadores, tengamos una política basada en intereses y no en valores...”

La gente debe mirar más profundamente en su interior: ¿están dispuestos a sacrificar sus valores a cambio de una vida más cómoda o más tranquila?

Caja negra

Esta entrevista se realizó el 6 de octubre de 2025 en París.

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Traducción de Miguel López

*Se ha modificado el titular de esta información para incluir y ser fiel a la versión original de la declaración un 'solo' y así reflejar que "no es solo una cuestión de tanques"

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