DANAS E INUNDACIONES

Por qué sufre Valencia más lluvias torrenciales que ninguna otra comunidad

Dos hombres observan el barranco del Poyo tras las lluvias, a 29 de septiembre de 2025, en Paiporta, Valencia, Comunidad Valenciana.

Los valencianos volvieron a recibir la semana pasada el temido mensaje de Es Alert por la posible crecida de los ríos, cuando casi se cumplía un año de la tragedia de la dana que dejó más de 220 víctimas. La Agencia Española de Meteorología (Aemet) vaticinó precipitaciones "localmente muy fuertes y persistentes" a partir del jueves sobre esta comunidad. Esta concatenación de aguaceros en la región no es, en realidad, ningún fenómeno nuevo –hay registros de lluvias torrenciales desde al menos la época romana–, pero sí llevan a preguntarse si esta zona atrae las tormentas de otoño como ninguna otra.

🌱 Si te interesan temas como este, suscríbete a la newsletter de Medioambiente de Daniel Lara

Cada jueves, una mirada rigurosa y comprometida sobre lo que le está pasando al planeta.

Según los registros de Aemet de los últimos cinco años, efectivamente Valencia ha concentrado muchos más avisos rojos por lluvias que ninguna otra provincia. Desde enero de 2020 hasta la alerta de la semana pasada, suman una quincena, frente a los nueve de Barcelona, los ocho de Málaga o los siete de Tarragona. Es cierto que algunos de esos avisos están duplicados porque una sola tormenta puede activar aletas en diferentes zonas de una misma provincia, ya que el mapa de Aemet se reparte por zonas climáticas.

Carmen Llasat, catedrática de Física de la Atmósfera de la Universidad de Barcelona es una de las mayores expertas en danas del país, y confirma que la Comunidad Valenciana sufre una combinación perfecta de factores que concentra allí las tempestades. "Las lluvias torrenciales son comunes en toda la costa Mediterránea, pero la región valenciana es la que las vive con mayor frecuencia", destaca. "El factor clave son las montañas tanto litorales como prelitorales, que son mucho más abruptas que las catalanas. Cuando entra un flujo de Levante cálido y húmedo, de manera natural tiende a ascender y generar nubes, pero si le añades una cadena montañosa, facilitas ese ascenso y que, además, la tormenta se quede anclada", añade la experta.

Uno de los mayores peligros de una tormenta mediterránea es, precisamente, que se quede estacionada en un punto, porque el diluvio puede alargarse durante horas y alcanzar niveles como los de la dana de octubre de 2024: más de 700 litros por metro cuadrado en un solo día. De hecho, Llasat explica que se han simulado las tormentas de ese día, pero imaginando que la región es completamente llana, y el peligro desaparece.

Otros expertos subrayan también que ese paisaje plagado de ramblas favorece que toda el agua que cae sobre la cuenca del Júcar acabe en los municipios de la costa y genere crecidas de ríos e inundaciones exprés. Esto se suma a que se ha construido sin control sobre zonas inundables, de manera que cada aguacero que cae en esta región tiene mayor repercusión mediática y da la sensación de que el peligro en Valencia o Castellón es mayor que en otras partes del país.

"En nuestra zona hay que considerar más factores además de la presencia de una dana", afirma José Ángel Núñez, portavoz de Aemet en esta comunidad. "Las gotas frías (o danas) más adversas van acompañadas de un chorro de viento que conduce los máximos de precipitación hasta las montañas de interior o prelitorales, y ese chaparrón hace crecer cauces de ríos, barrancos y ramblas, como ocurrió el 29 de octubre de 2024", apunta el experto. También es posible que el diluvio se quede en el litoral valenciano y provoque inundaciones en municipios costeros, pero con daños menores.

No solo hay que temer a las danas

Muchos de los aguaceros que caen sobre la costa mediterránea provienen de una dana, pero los meteorólogos insisten en que la sociedad ha desarrollado un miedo hacia estas formaciones que a veces es injustificado porque no todas las danas producen lluvias torrenciales, ni todas las lluvias torrenciales provienen de una dana. Lo primero que subrayan es que las danas (depresiones en niveles altos de la atmósfera) no son tormentas, son la estructura atmosférica que une todos los factores para crear tormentas muy grandes, pero que también pueden pasar desapercibidas sobre la península.

Las danas se originan a gran altura, a partir de 5.000 metros. En esos niveles altos de la atmósfera circulan corrientes de chorro de diferentes temperaturas en función de la latitud planetaria. Cuando el chorro del extremo norte del planeta –el que rodea el Polo Norte– se ondula y se acerca al sur de Europa, puede ocurrir que la parte inferior de esa lengua se estrangule y se descuelgue, formando una dana que se queda anclada en la península. En otoño, normalmente, permanecen estacionadas en el Estrecho de Gibraltar o en el Golfo de Cádiz, a cientos de kilómetros de la Comunidad Valenciana.

Llasat describe esta borrasca aislada (dana) como un cilindro que gira en sentido antihorario y arrastra la humedad del Atlántico y del Mediterráneo hacia el litoral levantino. Por eso las lluvias otoñales se concentran en esa zona. Una característica clave de las danas es que en su borde frontal generan vientos verticales que elevan la humedad a las capas más altas de la atmósfera y construyen grandes nubes aprovechando la energía calorífica del Mediterráneo –que se ha calentado durante el verano–. Esas tormentas continúan recargándose mientras estén sobre el mar y descargan salvajemente al llegar a la costa, con el problema añadido de que se pueden quedar clavadas en un punto si las montañas bloquean su paso.

Francisco Martín, coordinador de la Revista del Aficionado a la Meteorología, añade el componente del cambio climático. Si estas lluvias torrenciales se han repetido durante siglos, como el Mediterráneo está cada vez más caliente, las tormentas cada vez tienen acceso a más humedad (evaporación) y energía extra (calor). "La dana es un cocinero que toma todos los ingredientes para generar la tormenta perfecta", resume el meteorólogo.

En todo caso, la dana no es la única figura capaz de provocar catástrofes. Las precipitaciones de la semana pasada –que dejaron récords de agua en Ibiza– fueron fruto de la borrasca Gabrielle, que a su vez se generó por los restos de un huracán atlántico. Las borrascas comunes mediterráneas también pueden dejar lluvias muy intensas porque hacen circular el viento desde el mar al interior. Otra figura peligrosa es la vaguada, la misma corriente de baja presión que genera una dana, pero que no llega a desprenderse.

Registros desde el año 1238

Los meteorólogos esperan lluvias "extremas" en otoño pero la dana de 2024 "tardará años en repetirse"

Los meteorólogos esperan lluvias "extremas" en otoño pero la dana de 2024 "tardará años en repetirse"

José Ángel Núñez también recuerda que la relación de la Comunidad Valenciana con los diluvios es histórica. "Tras la conquista de la ciudad por el rey Jaime I comenzamos a encontrar fuentes primarias, redactadas por testigos directos de las riadas, que nos las describen con más o menos detalle", cuenta el experto. En los ocho siglos que van desde 1238 hasta la última gran inundación del 13 y 14 de octubre de 1957, hay documentadas más de 50 crecidas del Turia, de las cuales once fueron catalogadas como catastróficas.

Aunque el cambio climático está agudizando las lluvias, la mayor precipitación en esta región se registró en Oliva (Valencia) el 3 de noviembre de 1987, con 817 l/m2, que es también el récord nacional de precipitación en un día. Y hay varios registros del siglo XX de aguaceros extremos como la Pantanada de Tous de 1962 (632 l/m2) o la tormenta de septiembre de 1996 en Tavernes de la Valldigna (520 l/m2). Durante la dana de 2024, se alcanzaron 772  l/m2 en Turís.

No obstante, también destaca que en el resto de la costa mediterránea ha sufrido episodios igual de trágicos, como las riadas del 25 de septiembre de 1962 en Cataluña –la mayor catástrofe hidrológica de España– con más de 800 víctimas o las riadas de Almería de 1973 que azotaron localidades almerienses como Zurgena. En octubre de 2018 tuvo lugar la torrentada de Sant Llorenç (Mallorca), que se llevó la vida de 13 personas.

Más sobre este tema
stats