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FOOTBALL LEAKS

Los documentos de cómo se gestó la Superliga: seis años de planes y reuniones secretas para romper el tablero del fútbol

Primera página del borrador de acuerdo vinculante entre los clubes promotores de la Superliga.

Doce de los mayores clubes de fútbol de Europa lanzaron este lunes la bomba que llevaban al menos seis años montando en sus despachos. Los rumores y los movimientos subterráneos –o no tanto– han sido múltiples y continuados, por lo que la noticia es de todo menos una sorpresa. La UEFA intentó la víspera una maniobra preventiva advirtiendo de sanciones deportivas y acciones judiciales a los clubes que se integren en la Superliga. Pero los creadores de la nueva competición ya contaban con suscitar una reacción que se les antoja insignificante frente a los 10.000 millones de euros que, según dicen, les reportará su iniciativa: un campeonato donde jugarán sólo 20 clubes, entre ellos 15 de los más ricos de Europa, y que sus creadores venden como una apuesta por el fútbol de calidad y un mecanismo para maximizar beneficios, mientras que la UEFA y las Ligas nacionales lo atacan como un “planteamiento egoísta” de los clubes de élite que pone en peligro a todos los demás.

La escisión de los ultrarricos del fútbol europeo casi tal y como se ha presentado ahora fue relatada por Football Leaks, con todo el detalle de correos y reuniones secretas, en noviembre de 2018. Para entonces, Anas Laghari, el asesor financiero de Florentino Pérez, había redactado un acuerdo vinculante que debían firmar 16 clubes de fútbol, entre ellos el Real Madrid. No son los mismos que han aparecido como fundadores de la Superliga, pero casi. Además, los términos del acuerdo tampoco han variado en lo sustancial menos de tres años después, según ha podido comprobar infoLibre, miembro de la red European Investigative Collaborationes (EIC), con la que Der Spiegel ha compartido los miles de documentos procedentes de la filtración bautizada como Football Leaks.

El documento se lo había enviado Laghari, socio de la firma Key Capital Partners, al propio Florentino Pérez el 22 de octubre de ese año. El Real Madrid, de hecho, ha sido protagonista destacado de toda la iniciativa. Hasta el punto de que no sólo Florentino Pérez va a ser el presidente de la Superliga y la empresa que va a gestionar la competición va a estar radicada en España, sino que además su germen se sitúa en el club blanco en diciembre de 2015. Al menos, según los documentos de Football Leaks, fue el 17 de ese mes cuando el director general del Real Madrid, José Ángel Sánchez Periáñez, recibió un correo de Charlie Stillitano, un abogado de Nueva Jersey dedicado al negocio del fútbol –también cronista y opinador en medios de comunicación de Estados Unidos, además de asiduo del Bernabéu–, donde le ofrece dos proyectos, uno de 16 equipos que duraría 19 semanas, no interferiría en las otras competiciones y les supondría una ganancia de 250 millones de euros, y otro que denomina Superliga, con los 17 mejores equipos ingleses, españoles, italianos, alemanes y franceses –y un invitado procedente de las ligas portuguesa, rusa, holandesa o turca–, que les reportaría 500 millones de euros al año, cinco veces más de lo que gana un club cuando gana la Champions. Stillitano deja abiertos al debate asuntos capitales como la distribución de los ingresos, los pagos de solidaridad, los topes salariales y financieros de las reglas de juego limpio y las garantías financieras. Todas esas cuestiones aparecieron resueltas en el borrador de acuerdo que Florentino Pérez recibió en octubre de 2018.

Borrador Euroliga 2018 by infoLibre on Scribd

En esa lista inicial ha habido finalmente algunos cambios. Se ha sumado el Tottenham Spurs, pero se han caído el Bayern, el Borussia Dortmund, el Paris Saint-Germain y la Roma. Pero sólo en principio, porque en el esquema hecho público este lunes se incluye la posibilidad de añadir otros tres equipos fundadores.

En el diseño inicial, el Real Madrid iba a tener el 18,77% del capital de la empresa gestora de la Superliga, el Barcelona un 17,61% y el Manchester United otro 12,58%. Los demás, porcentajes por debajo del 10% hasta un 4,27% el AC Milan.

El acuerdo de 2018 establece igualmente cómo se van a repartir los beneficios, incluidos los procedentes de los derechos televisivos, cómo se van a pagar las primas a los jugadores, cómo se van a distribuir los dividendos entre los clubes fundadores y cómo se creará un fondo de solidaridad propio. La Superliga, según ese borrador, también tendrá su propio órgano disciplinario, para seleccionar árbitros y sancionar a clubes y jugadores, así como un organismo independiente para vigilar que se cumplen sus propias normas de juego limpio financiero, distintas de las normas de la FIFA: éstas permiten a los clubes gastar un máximo cinco millones de euros más de lo que ingresan durante tres años, además de limitar su ratio de apalancamiento respecto del beneficio bruto y topar en 100 millones de euros el saldo entre gastos y ventas en los traspasos. Ese órgano permanece en el acuerdo final hecho público este lunes.

En el plan inicial se incluía la posibilidad de crear una segunda división de la Superliga, que en el esquema final parece haberse suprimido, o quizá sustituido, por una liga femenina. El objetivo de la nueva competición tampoco se altera: maximizar el número de partidos y, por tanto, también su “alcance global, su audiencia televisiva y la comercialización”. De hecho, los promotores hablan ahora de “crear un torneo en el que los mejores clubes y jugadores puedan competir entre ellos de manera más frecuente”. Lo que les proporcionará “un crecimiento económico significativamente mayor”. Para empezar, un pago de 3.500 millones de euros para acometer, dicen, planes de inversión en infraestructuras y compensar el impacto de la pandemia del covid. JP Morgan ya ha anunciado que financiará el proyecto.

Un cartel

Pero, aunque los clubes vinculan el paso dado, la ruptura con la UEFA, a la crisis del coronavirus y subrayan el “intenso” diálogo mantenido durante “los últimos meses” para dar a luz la iniciativa, lo cierto es que la Superliga es el resultado de una larga yminuciosa estrategia entre bastidores.

La presentación que debatieron en un hotel de Zúrich los clubes promotores de la Superliga en marzo de 2016.

Según los documentos de Football Leaks, Charlie Stillitano viajó también a Londres, en enero de 2016, para explicar su proyecto a Manchester City, Manchester United, Chelsea Liverpool y Arsenal. The Sun pilló a los representantes de los clubes ingleses saliendo de un hotel de lujo y desveló el motivo de la reunión. “En el futuro, deberemos tener mucho cuidado y evitar a toda costa dar la impresión de ser un cartel”, escribió entonces en un correo el director general del Manchester City.

Ese mismo mes de enero se forma el núcleo duro que lidera el proyecto y que integran Real Madrid,  FC Barcelona, Bayern y Juventus. El 12 de enero, Karl Heinz Rummenigge, secretario general del club bávaro, y su homólogo de la Juventus, Andrea Agnelli, ya están debatiendo a través del correo electrónico la creación de una liga “privada”. Y el 3 de febrero, Michael Gerlinger, responsable del departamento jurídico del Bayern, encarga a la oficina en Londres del bufete estadounidense Cleary, Gottlieb, Steen and Hamilton que estudie los problemas legales que les puede suponer crear el nuevo campeonato. En concreto, pregunta si los jugadores de los equipos que rompan con la UEFA deberán abandonar sus respectivas selecciones nacionales. Le responden que la UEFA y la FIFA no pueden atacar a los clubes porque violarían las leyes europeas de la competencia.

Un mes más tarde, se unen al cartel el AC Milan, el Manchester United y el Arsenal. Stillitano los llama “los siete grandes”. El 31 de marzo todos ellos se reúnen en un hotel de Zúrich (Suiza). Tan en secreto que la sala de conferencias se ha reservado a nombre de una agencia de viajes. Entonces se debaten dos posibilidades: una “evolución”, con sólo una escisión “parcial” del sistema formado por la UEFA y las ligas nacionales, o una “revolución, que implica la ruptura definitiva.

“nuestro medio de presión para obtener lo que queremos”

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El 19 de abril se celebra una nueva reunión secreta de los “siete grandes”, esta vez en Amsterdam (Países Bajos). Y el 2 de mayo Rummenigge y Agnelli vuelven a verse en Suiza. Al mismo tiempo, los clubes implicados y el propio Rummenigge, que también preside la ECA, la Asociación de Clubes Europeos, utilizan la amenaza de la escisión para conseguir que la UEFA convierta la Champions en una Superliga e incluso para que se deje participar a los equipos del cartel en su gestión. El 14 de julio la cita de los siete grandes es en el Nou Camp, en Barcelona y en agosto, en una nueva cita secreta en el aeropuerto de Ginebra (Suiza), se consigue un acuerdo parcial con la UEFA. Se reducen los pagos de solidaridad a los clubes más pequeños y el porcentaje de ingresos procedentes de los derechos televisivos. Unos cambios en las normas de la Champions que fueron recibidos por los equipos más modestos como una “reforma dictada por la amenaza de ruptura” y “un primer paso hacia una Superliga privada” que producirá “una brecha creciente entre ricos y menos ricos”. En ese momento, la UEFA carecía de presidente, después de que Michel Platini fuera suspendido por cobros desleales y conflicto de intereses.

En enero de 2017 la siguiente reunión de los clubes conspiradores se celebró en el Hotel Hilton de Múnich. “[La Superliga] Es nuestro medio de presión para obtener lo que queremos”, aseguró ante sus socios en el proyecto el entonces director general del Arsenal, Ivan Gazidis, hoy en el AC Milan.

Pero no, no fue suficiente. Los clubes ricos querían más, y la pandemia les ha acuciado el estado de necesidad. “Las soluciones propuestas por los reguladores”, argumentan para justificar la ruptura, “no resuelven las cuestiones fundamentales, que son tanto la necesidad de ofrecer partidos de más calidad como obtener recursos financieros adicionales para todo el mundo del fútbol”. No lo ven así ni la UEFA, ni la FIFA, ni las ligas nacionales ni el Gobierno de España, cuya reacción unánime ha sido de condena y que se han situado en favor de la “solidaridad” y de “un modelo de redistribución equitativa” que ven perjudicado por el proyecto de los grandes. “La Superliga”, ha subrayado LaLiga, “ataca los principios de la competitividad abierta del mérito deportivo”. El Gobierno español dice que se ha abierto un diálogo con los clubes implicados para conseguir una “solución pactada conveniente al fútbol y al deporte”.

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