En Transición

¿Surgirá en España un nuevo y potente partido verde?

Los dos grandes temas de fondo que recorren la sociedad de forma transversal, el feminismo y el ecologismo, tienen una clara plasmación en las calles. Pero, ¿y en las urnas? A expensas de comprobar cómo el feminismo influye en las próximas elecciones, y observando que en otros países europeos Los Verdes están cosechando notables resultados y configurándose como alternativa a la extrema derecha, cabe preguntarse: ¿Por qué en España nunca ha arraigado un partido verde con fuerte representación institucional? Para ser justos esta reflexión debería extenderse al conjunto de los países del sur de Europa, en ninguno de los cuales ha cuajado una opción verde potente, pero de momento me quedaré en España.

Los partidos verdes que surgen en países como Nueva Zelanda, Francia o Alemania recogen la herencia del mayo del 68. Con una gran heterogeneidad de situaciones en sus orígenes, tienen en común estos valores sesentayochistas que se plasman en grandes líneas programáticas que abarcan desde temas relacionados directamente con el medio ambiente hasta otros que aparentemente van más allá. Así, comparten iconos como la lucha contra las centrales nucleares junto a demandas de mayor participación social en los asuntos políticos o una crítica a los partidos tradicionales, frente a los que se presentan como una forma alternativa de hacer política. Su nacimiento y primer despegue se produce a partir de 1972, año en que se crea lo que es considerado el primer partido verde, el Values Party neozelandés. Dos años después el ecologista René Dumont se presenta a las elecciones presidenciales francesas, y ya en 1980 se funda el partido referente de los verdes en Europa, el alemán Die Grünen.

Eran años en los que España estaba empujando una transición que le llevaría a diseñar una arquitectura institucional y un sistema de partidos que ha permanecido inalterable casi cuarenta años. En aquellos momentos, en el ámbito local comienzan a formarse una miríada de asociaciones, partidos y plataformas identificados de forma más o menos explícita con el movimiento verde internacional, que recogen asimismo ese espíritu de defensa ambiental y democracia participativa. Como ejemplo, en el año 1983, 16 activistas ecologistas firman el Manifiesto de Tenerife, considerado el precursor de Los Verdes, partido fundado un año después. En dicho documento se viene a decir que es imprescindible que su voz se escuche en todas las instancias e instituciones posibles, pese al riesgo que esto supone de “ahogar al movimiento social”, porque ningún partido de entre los existentes defiende tales proclamas.

La campaña importa

Aunque no es este el espacio para hacer una historia de los partidos verdes en Europa y su repercusión en España -para lo que recomiendo este trabajo de Florent Marcellesi, eurodiputado de Equo-, conviene tener estos datos presentes para entender de dónde venimos. En el momento clave de configuración del sistema de partidos en los primeros años de los 80, en España la fragmentación de los partidos y movimientos verdes imposibilitaba concurrir a las elecciones con buenas perspectivas. Además, el espacio político que los partidos verdes ocupaban en otros países europeos aquí estaba configurado por el Partido Comunista primero y de forma más clara por Izquierda Unida después, donde se integraron buena parte de los líderes y cuadros susceptibles de haber conformado partidos verdes homólogos a los del resto de Europa.

Ya en 2011, y tras un delicado proceso de aglutinamiento de los partidos verdes existentes en España, surgió Equo como articulador de las entidades existentes, al que se unieron personas destacadas del movimiento ecologista que hasta la fecha habían desarrollado su trabajo en organizaciones sociales –como el propio Juantxo López de Uralde, hasta entonces director de Greenpeace– y otras gentes ansiosas de construir un partido verde de nuevo tipo que diera respuestas a las carencias tanto ambientales como de cultura democrática. Como si de un “eterno retorno” se tratara, pocos años después la apertura de un nuevo ciclo político y la configuración de un nuevo sistema de partidos en el que aparece Podemos en el espacio susceptible de haber sido ocupado por un partido verde, volvió a hacer muy difícil la emergencia de una fuerza política de esas características. Equo optó por lo que muy posiblemente era la única opción en ese momento: la integración en Podemos. En el balance, unos y otros ven puntos positivos y negativos, pero hay una amplia coincidencia en señalar grandes diferencias entre Podemos y los partidos verdes que hoy avanzan en Europa. A esto hay que añadir la emergencia en los últimos años del PACMA, partido centrado en la defensa del bienestar animal, que en las últimas elecciones generales cosechó nada menos que 286.000 votos al Congreso y 1.214.000 al Senado.

El hecho de que no haya existido -por las razones mencionadas y otras que exceden a este espacio- un partido verde como tal, no quiere decir que ese espacio político no exista. Las preocupaciones sobre los desafíos ambientales están creciendo en toda Europa, especialmente entre los jóvenes, lo que significa que el ecosistema político existe y probablemente tenderá a crecer. Hoy, el “voto verde” se divide entre el PSOE, Podemos y el PACMA, pero el aumento de la preocupación social y la necesidad de actuar con urgencia ante el desafío ambiental puede modificar el escenario. O los partidos hoy existentes lo entienden y lo hacen suyo, o no es descartable que en la nueva reconfiguración del sistema de partidos emerja con fuerza una propuesta verde.

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