¡A la escucha!

¿Regalo? ¿Donación?

Aquel perdón público reconozco que me impactó. El rey Don Juan Carlos salió sólo, no estaba su hija, ni la reina, ni un asesor: la puerta se abrió y él salió a un pasillo estrecho del hospital, con americana y pantalón, la cara ligeramente hinchada supongo que por las pastillas tras la operación y con un tono de piel que delataba de forma clara dónde había estado los últimos días, completamente bronceado. Salía apoyado en dos muletas. De fondo se escuchan los flashes de los fotógrafos y cuando ha sobrepasado la puerta, la voz del periodista de Televisión Española preguntándole "¿Qué tal se encuentra Majestad?". Pregunta pactada para que el rey pueda decir que mejor, agradecer el trato de los médicos y ante una leve pausa en la que mira hacia abajo y a su izquierda, vuelve a levantar la cabeza para decir la mítica frase que supongo que sus asesores y equipo repasarían una y otra vez, quitarían comas y peros, limarían el tono y ensayarían antes de decirla. "Lo siento mucho, me he equivocado, no volverá a ocurrir". Nada más. El gesto apenas le cambia mientras dice la frase. No hay una caída de ojos estudiada. Y visto con distancia, sabiendo lo que ahora sabemos, se intuye una ligera incomodidad, está diciendo y haciendo eso sin quizás sentir de verdad que ha cometido un error, que ha sido una enorme torpeza irse a cazar elefantes a Botsuana en plena crisis, con media España ahogada y con la otra media intentando hacer equilibrios para que el tsunami que supuso aquel parón económico no le atrapara.

Aquello le costó la corona. Poco después se anunció la abdicación y don Juan Carlos dejó de necesitar el perdón de nadie. Su tarea ya había terminado. Y a pesar del tropezón de Botsuana, casi se podía asegurar que su reinado sería recordado más por su primera etapa que por aquel final tan abrupto.

La sorpresa ha sido saber que poco después de aquel perdón ante la cámara, de aquel "no volverá a ocurrir", la justicia suiza investiga si Don Juan Carlos ingresó en una cuenta de Corinna y su hijo más de 65 millones de euros. Dinero que ahora la fiscalía anticorrupción española intenta averiguar si es parte o no de la supuesta comisión que se cobró por la construcción del AVE a La Meca. No había pasado ni un mes de aquel perdón público cuando se hizo supuestamente esa transferencia desde una cuenta suiza, cuando se quiso poner todo ese dinero (recuerdo la cifra, 65 millones de euros), a salvo.

Caprichosa vida

Lo peor ha sido la defensa que ha hecho el abogado de Corinna ante la justicia suiza. Dice que fue un regalo del rey, que se había "encariñado" con ella porque durante los últimos años le había cuidado cuando había estado mal y que era una forma de agradecérselo. ¡¿Con 65 millones de euros?¡

El otro día escuchaba una grabación, ilegal, que el CNI le hizo al rey en los años 90 en la que él confesaba que, a diferencia de otros monarcas de Europa, con él la prensa era bastante benévola. Apenas se habían publicado artículos hablando de su vida privada, de su entorno, "nadie se metía con él". Lo que se sabía era por rumores nunca confirmados, por declaraciones veladas, pero nada más. "Soy el mirlo blanco" dice el propio Don Juan Carlos en esa grabación.

La figura desde entonces se ha desdibujado bastante. Creo que su papel fue crucial en un momento de la historia, que fue clave para una transición necesaria en España. Y creo también, que hay muchos capítulos de lo que pasó entonces y después, que nunca sabremos. Que lo que hemos visto y conocido ahora, es una pequeña parte de lo que pudieron ser aquellos años. Seguramente esa transferencia sea una anécdota de todo lo demás. O no. Pero es decepcionante descubrir que ni siquiera el perdón era real.

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