Economía

Los grandes beneficiarios de la privatización parcial de Aena: dos fondos de inversión extranjeros, el HSBC y el Deutsche Bank

Agentes de la Guardia Civil custodian los accesos a las puertas de embarque tras iniciarse a medianoche la huelga indefinida de los trabajadores de Eulen.

El conflicto laboral en el aeropuerto de El Prat (Barcelona) ha puesto sobre la mesa la dispar situación que viven los diferentes actores relacionados con el gestor aeroportuario Aena: mientras los trabajadores de las empresas privadas a las que Aena encarga servicios como seguridad o limpieza denuncian sueldos mileuristas, la compañía, que ya ha repartido dividendos en dos ocasiones desde su privatización parcial, dispara sus beneficios y se consolida como un valor al alza en el Ibex 35. Dos fondos de inversión extranjeros, el HSBC y el Deutsche Bank aparecen como los grandes beneficiados de la salida a bolsa de la sociedad. 

En febrero de 2015 se puso a la venta el 49% del capital de la sociedad que además de gestionar la red tiene en propiedad la gran mayoría de los aeropuertos del país, así como el Luton (Reino Unido). Los títulos de la compañía se han revalorizado un 186% desde entonces, al pasar de los 58 euros iniciales a cotizar en la actualidad en torno a los 166 euros. No obstante, la cotización de Aena se ha desinflado algo en las últimas semanas, pues este último año sus acciones han marcado máximos de hasta 184,9 euros. 

La salida a bolsa de Aena atrajo a bancos y fondos de inversión extranjeros. Según la última información que consta en los registros oficiales de la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV), relativa al cierre de 2016, el fondo de capital riesgo británico TCI Fund Management gestiona el 11,3% del capital social de Aena. De ellos, el 7,7% a través de acciones (de las que el 4,4% son de TCI Luxembourg Sarl y el 3,3% de Talos Capital) y el 3,6% restante a través de instrumentos financieros, en este caso equity swaps (contratos de cobertura).

TCI es el segundo accionista por detrás del Estado, que controla el 51% a través de la empresa pública Enaire, matriz del gestor aeroportuario. El grupo bancario británico HSBC Holdings también cuenta con una participación significativa, en este caso del 5,2%. Por su parte, el mayor banco de Alemania, Deutsche Bank, cuenta con otro 4,4%; y la gestora de inversiones estadounidense Blackrock tiene otro 2,9%, según la información que constaba este lunes en la página de la CNMV. 

Un portavoz de la compañía explicó, a preguntas de infoLibre, que la única información sobre la distribución del capital social es la que consta en los registros del supervisor bursátil. Respecto a los otros "muchos cientos" de inversores privados –ya sean particulares u otros bancos o fondos de inversión– al no superar el umbral mínimo exigido por la ley, no tienen ninguna obligación de declarar o informar sobre sus participaciones y, por tanto, no es posible para Aena identificarles en un momento concreto.

La evolución de las acciones de Aena evidencia que la entrada en el sector aeroportuario español ha supuesto una buena oportunidad de negocio para el capital riesgo extranjero. Del total de 11,57 millones de títulos de Aena con los que contaba TCI al cierre de 2016, diez millones fueron adquiridos en su salida al parqué a un precio de 58 euros por acción. Según la cotización actual, de 166 euros por título, la gestora de fondos británica habría obtenido sólo con esta operación una plusvalía de 1.080 millones de euros. 

Dividendos millonarios  

Por otro lado, en el folleto de su salida a bolsa, Aena prometió repartir entre sus accionistas el 50% del beneficio neto de cada ejercicio. Pues bien, casi año y medio después de su irrupción en el mercado, la compañía repartió el primer dividendo: entregó 2,71 euros por título. Apenas diez meses después, el pasado mayo, distribuyó otro dividendo de 3,83 euros brutos por acción con cargo al ejercicio de 2016, lo que supuso un incremento del 41% respecto al abonado con cargo a sus primeros meses como cotizada. Sólo con estos dividendos el fondo de capital riesgo británico TCI ha ingresado más de 75 millones de euros. 

Los resultados de la compañía ratifican su valor al alza. En 2014, en el último ejercicio antes de su privatización parcial, Aena tuvo unos ingresos de 3.165 millones de euros y un beneficio neto de 479 millones. Es decir, era una empresa con unos importantes beneficios. No obstante, las ganancias netas crecieron de manera significativa en 2015, cuando la compañía se embolsó ganancias por 833 millones de euros, un 73,9% más que el año anterior. Al mismo tiempo sus ingresos crecieron un 11,1%, hasta los 3.518 millones. En 2016 los beneficios netos se dispararon hasta los 1.164 millones de euros, un 143% más que antes de la entrada de capital privado, y los ingresos obtenidos ascendieron a 3.772,5 millones. 

Con estos resultados, no resulta extraño que los fondos de inversión hayan mostrado tanto interés en la privatización total de la compañía, una operación que tendría que contar con el respaldo del Congreso de los Diputados para modificar la ley que obliga al Estado a mantener la mayoría accionarial del gestor aeroportuario. Si el Estado cediera la mayoría en el capital los actuales accionistas tendrían más poder de maniobra y se evitarían el filtro del Consejo de Ministros a la hora de tomar decisiones estratégicas (compra de empresas, contratación de personal, participación en concursos internacionales...).

Los partidarios de la privatización arguyen la dificultad de Aena para atraer y retener talento en la compañía al estar constreñidos los salarios por las limitaciones en la remuneración de cualquier empresa del Estado. Lo cierto es que su presidente, José Manuel Vargas, que gestiona la empresa desde hace cinco años, es el directivo del Ibex 35 con menor salario: 166.000 euros en 2016, apenas un 1% más que en el año anterior, según datos de la CNMV. Él mismo ha criticado esta situación de forma reiterada dejando caer que la remuneración de los ejecutivos debe "alinearse" con el "valor" que generan. 

Una situación laboral explosiva

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Al hilo del conflicto laboral en el aeropuerto de El Prat (Barcelona) el sindicato CSIF reclamó la semana pasada la dimisión de Vargas, al que critican que esté "únicamente preocupado" por los resultados económicos y prime más los intereses de los fondos de inversión que el servicio público que Aena "debe dar a toda la sociedad española y al sector turístico que tanto empleo crea en España". También el PSOE y En Comú Podem han pedido a Vargas que se marcha por su mala gestión al frente de la semipública. 

Sin embargo, el de los trabajadores de los controles de seguridad no es el único frente laboral que afecta a la prestación de servicios en El Prat. Los vigilantes de seguridad de la empresa Ilunion en El Prat han convocado una huelga indefinida a partir del 16 de agosto, que consistirá en el paro total de lunes a viernes, según explicaron a Europa Press fuentes sindicales. En este caso, el paro afectaría al servicio de seguridad privada de inspección de los equipajes de bodega, el acceso de los empleados, los vehículos y suministros y la vigilancia de las instalaciones.

Por otro lado, el sindicato CSIF también ha denunciado que los servicios de limpieza de varios aeropuertos, así como el personal de información (los denominados chaquetas verdes) también se han visto afectados por conflictos que se generan, según señala la organización sindical, por "la gestión absolutamente economicista" del presidente de Aena. 

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