Crisis del coronavirus

El ADN del PP de Madrid: 17 años de escándalo en escándalo

Ana Botella, José Luis Martínez-Almeida, Pablo Casado, Isabel Díaz Ayuso y Esperanza Aguire posan tras la sesión de constitución del Ayuntamiento de Madrid.

Para el PP nacional, la Comunidad de Madrid es un eterno dolor de cabeza desde hace casi dos décadas. En estos días, cuando la presidenta regional, Isabel Díaz Ayuso, está inmersa en la polémica de la suite de lujo en la que reside prácticamente desde que se decretó el estado de alarma, los más veteranos del partido echan la vista al pasado. "Da igual lo que hagamos y las iniciativas que tomemos. Lo que pase en Madrid lo tapa todo. No hemos aprendido nada", dice uno de ellos. El PP gobierna la Comunidad desde 1995. Desde 2003 está en manos de Aguirre y sus fieles. Y ninguno de los antecesores de Ayuso ha tenido una marcha tranquila y voluntaria de la política. Han sido diecisiete años de escándalo en escándalo.

El 23 de mayo de 2003, en el cierre de campaña de las autonómicas del 25 de mayo, José María Aznar, por entonces líder del PP, exhibía músculo de partido arropando a su tándem para la Comunidad y el Ayuntamiento de Madrid. Esperanza Aguirre se estrenaba como candidata para la región y Alberto Ruiz-Gallardón pasaba de la política autonómica a la municipal. La lideresa, como ella misma llegaría a bautizarse años después, ya habló esa noche de su sueño para la región que aspiraba a gobernar: que siguiese siendo "la locomotora económica, social y cultural de España". Este símil acompañó a la expresidenta durante toda su carrera.

Su triunfo no fue a la primera. Llegó a la Puerta del Sol, sede del Gobierno regional, tras una repetición electoral en octubre de ese mismo año. Tamayazo mediante. Así es como se conoce al episodio que tuvo lugar en la Asamblea de Madrid el 10 de junio de 2003. Dos diputados socialistas, Eduardo Tamayo y María Teresa Sáez, impidieron con su ausencia en la segunda votación la elección de Rafael Simancas como presidente. Desde el PSOE se les acusó de haber participado en una trama urbanística para beneficiar al PP. Aguirre y los suyos sólo vieron en este caso de transfuguismo el fruto de las divisiones internas de la izquierda. Ese otoño, la exministra de Educación y expresidenta del Senado daría inicio a su carrera de mayorías absolutas. El fin de su carrera política le pilló en otra institución, el Ayuntamiento de Madrid, en abril de 2017. Pero como líder de la oposición.

Los años anteriores había intentado esquivar todos los escándalos de corrupción que habían salpicado al PP de Madrid. Hizo malabarismos para mantenerse en el poder dando la espalda a la responsabilidad política: iban cayendo sus personas de confianza; ella seguía en pie. Pero su situación ya era insostenible. Su delfín, su sucesor en la Comunidad de Madrid, Ignacio González, acababa de ingresar en prisión por su implicación en laOperación Lezo. "En algunos momentos de mi Presidencia, algunos medios le señalaron como inmerso en asuntos que podrían ser calificados de incorrectos. Le pedí explicaciones y me las dio en privado de manera exhaustiva. Y ahora me siento engañada y traicionada". Menos de tres años antes, otro de sus más cercanos colaboradores, Francisco Granados, también había ido a la cárcel. En su caso, por la Operación PúnicaOperación Púnica.

Pero Aguirre y González no son los únicos presidentes de la Comunidad de Madrid bajo las siglas del PP que se han visto envueltos en escándalos. Tras González (septiembre 2012-junio 2015) llegó Cristina Cifuentes (junio 2015-abril 2018). Y, tras verse implicada en el caso del máster de la Universidad Rey Juan Carlos, tuvo que dimitir al filtrarse un vídeo de 2011 en el que es cazada por un vigilante de seguridad de un supermercado de Vallecas tras, supuestamente, haberse guardado en el bolso dos cremas antiarrugas.

El 'control total' de Aguirre

Las fuentes del PP consultadas hacen una clara división entre la etapa de Aguirre y González y la de Cifuentes. Aguirre hizo de la Real Casa de Correos de Madrid, edificio que alberga la sede del Gobierno regional, un fortín desde el que hacer oposición al Gobierno central cuando este estaba en manos de los socialistas, pero también a su propio partido, a la dirección nacional. Desde el momento en el que se hizo con el liderazgo del PP de Madrid nadie en el partido se atrevía a toserla. Elaboraba las listas electorales con mano de hierro colocándo a sus más fieles colaboradores en puestos clave —esos que dice que le salieron "rana"—.

"En Madrid, o estabas con ella, o estabas contra ella. No había término medio", dice una de las personas que trabajó con Aguirre esos años. Así, tejió una red de fieles, los aguirristas, que ocuparon puestos en la Administración o en el partido y que quedaron huérfanos tras su marcha. Muchos de ellos volvieron a encontrar acomodo en el PP de Casado. Porque el ahora líder fue en su día un aguirrista más. Presidió las Nuevas Generaciones del PP regional y también ocupó un escaño en la Asamblea. 

"Desde el momento del Tamayazo ellos se creen impunesTamayazo. Esa es mi explicación a por qué el PP de Madrid ha pasado años de escándalo en escándalo", señala uno de los dirigentes consultados.

La pasividad de Rajoy

Mientras, en la dirección nacional del PP se encontró a un Mariano Rajoy que en ninguno de los momentos más duros del PP de Madrid dio un golpe sobre la mesa para tomar el control del partido. La amenaza de la gestora siempre estuvo ahí. Pero no se consumó. La relación entre Aguirre y Rajoy quedó totalmente tocada en los meses previos al XVI Congreso Nacional del PP, cuando la lideresa, auxiliada siempre por sus fieles Granados y González, desplegó una campaña destinada a debilitar el liderazgo de Mariano Rajoy. Aguirre llegó incluso a amagar con presentar una candidatura alternativa a la de su por entonces jefe de filas. Las tensiones siguieron pero la presidenta ganaba casi todas las batallas. En 2015 logra ser candidata al Ayuntamiento pese a las múltiples sospechas sobre su gestión. Pero, para la Comunidad, Rajoy prescinde de Ignacio González —le acechaba el caso de su ático en Estepona— y apuesta por Cristina Cifuentes

La exdelegada del Gobierno, que llegó a sonar incluso como candidata alternativa a Rajoy, contó con el aval de la secretaria general del PP, María Dolores de Cospedal. "Venía con un discurso muy claro de antes y después de los escándalos de corrupción e intentó tomar las riendas del partido sin tener el control del territorio y esto le jugó muy malas pasadas. Fue víctima del 'fuego amigo'. Sus enemigos internos criticaban que quisiese ir contra la estructura de un partido de la que había formado parte", comenta un parlamentario regional.

Hasta que Casado opta por Ayuso como candidata para las últimas autonómicas, a Cifuentes la sustituye el que era su vicepresidente, Ángel Garrido, hoy diputado de Ciudadanos en la Asamblea de Madrid. Había sido incluido en las listas del PP a las elecciones europeas. En el partido creen que no perdonó a Casado que no le ubicara como candidato a la Comunidad. "Rápidamente se reubicó, renegó de Cifuentes, que fue su mentora y se creyó con derecho a ser candidato en las elecciones", comentan.

Ayuso: la apuesta personal de Casado 

Apostar por Ayuso fue arriesgado. Tanto para la Comunidad como para el Ayuntamiento —José Luis Martínez-Almeida—, el líder del PP tiró de su núcleo de máxima confianza en el partido arriesgándose a que su liderazgo saliese debilitado si ellos no tenían éxito. Los pactos con Ciudadanos y el apoyo externo de Vox hicieron el resto. Para buscar el origen político de la presidenta de la Comunidad de Madrid también hay que ir al aguirrismo. Aunque después también sería del núcleo de confianza de Cifuentes. En la última semana, cuando su relación con Cs ha alcanzado niveles máximos de tensión, sobre todo a cuenta de la gestión de la crisis del covid-19, ha buscado el apadrinamiento del expresidente José María Aznar. 

"Ayuso cumple a la perfección ese papel de oposición al Gobierno central que Aguirre practicaba desde la Comunidad de Madrid, pero no lleva un año al frente del Gobierno y ya ha dado más de un disgusto a la dirección nacional", dice un dirigente regional. "Imagino que a Casado, que se erigió en vacuna contra los escándalos de corrupción de la etapa de Mariano Rajoy le hace poca gracia tener que defender episodios, cuando menos, poco claros como este del apartamento. Pero, de momento, no se ven grandes fisuras entre la dirección nacional y Madrid", añade.

Lo que no puede evitar Casado con su respaldo a Ayuso es que en el PP empiece a cundir cierto malestar con la presidenta regional por sus "sobreactuaciones" y la forma de ejercer el poder. "Es cierto que Ciudadanos está tensando la cuerda, pero ella no puede gobernar como si tuviera mayoría absoluta", declara a infoLibre una diputada nacional.

En el PP confían en que el caso de la suite no vaya "más allá" y en que Ayuso y Aguado sellen "por fin" una tregua. Pero con el caso reciente de Cifuentes en la retina siempre les queda el temor a que una mala gestión de la presidenta y su equipo a la hora de explicar la polémica acaben generando una situación "insostenible".

Este de la 'suite' es el segundo gran escándalo que afecta a Ayuso desde que fue designada candidata por Casado. 

En diciembre de 2019 arrancaba en la Asamblea de Madrid la comisión de investigación sobre el caso AvalmadridSobre la mesa está el "presunto trato de favor y las irregularidades" cometidas por la sociedad semipública Avalmadrid en la concesión de garantías a empresas y su posterior recuperación cuando no eran devueltas. Como ha quedado al descubierto por las inspecciones del Banco de España y las informaciones publicadas por infoLibre, un buen número deavales se otorgaron apersonas vinculadas con el PP o con consejerosde la propia Avalmadrid, que después no actuaba con la debida diligencia si tenía que reclamar su reintegro.

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La empresa de la que eran accionistas los padres de Isabel Díaz AyusoMC Infortécnica SL, dedicada a la distribución de suministros médicos, obtuvo un aval por importe de 400.000 eurosen marzo de 2011, del que no se devolvió ni un euro. Es más, como desveló este periódico, durante años Avalmadrid no hizo nada por cobrar esa deuda. Una pasividad que permitió a los padres de Díaz Ayuso y a otros cuatro avalistas desprenderse del patrimonio que habían presentado para obtener la garantía. Una operación que podría llegar a ser constitutiva de un delito de alzamiento de bienes. Lo comete quien enajena u oculta patrimonio para evitar que un acreedor cobre su deuda. Y quien lo adquiere es considerado cooperador necesario si conoce el propósito de la transmisión de bienes.

A Ayuso sus padres le donaron una vivienda de 90 metros cuadrados en el barrio madrileño de Chamberí y a su hermano, una vivienda unifamiliar de 212 metros en Sotillo de la Adrada (Ávila). Unos meses más tarde, también les donaron el 100% de las participaciones de Sismédica SL, otra de sus empresas, propietaria a su vez de un local por el que ninguno de los hermanos ha pagado el IBI durante cinco años. Entre otros, ésos eran los bienes que Avalmadrid debería haber embargado para recuperar los 400.000 euros del aval que MC Infortécnica SL no devolvió.

Con la vuelta a la normalidad, la comisión de investigación debería seguir con sus trabajos.

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