Sanidad

Por qué se necesitan 120.000 enfermeras más en España: se forman pocas, trabajan con contratos precarios y muchas acaban yéndose fuera

Concentración de enfermeros y enfermeras en la madrileña Puerta del Sol, este 12 de octubre.

Cada 12 de Octubre, Día de la Fiesta Nacional, la imagen es la misma: el desfile militar del madrileño Paseo de la Castellana presidido por los reyes, acompañados por el Gobierno y la mayoría de los líderes de los gobiernos autonómicos. La imagen de este lunes fue muy diferente. La pandemia obligó a cambiar la habitual ceremonia de celebración del 12-O. Y hubo otros protagonistas más allá de los habituales. Decenas de enfermeros llenaron la Puerta del Sol de Madrid, mascarillas y distancia mediantes, para exigir mejoras en sus condiciones laborales. "Menos banderas, más enfermeras", corearon. Porque faltan.

Concretamente, según datos del Consejo General de Enfermería (CGE), hacen falta 120.000 profesionales para, al menos, acercarnos a las ratios enfermera/paciente de otros países europeos. ¿Y por qué tantas? Porque muchas se han visto obligadas a irse a trabajar a otros países en los que los contratos y los sueldos están a años luz de ventaja de los que les ofrecen en España. Y porque tampoco se forma a profesionales suficientes, explica José Luis Cobos, vicesecretario general del CGE. Llevan tiempo repitiéndolo, pero parece que la crisis sanitaria del covid-19 lo ha evidenciado más que nunca y les ha dado el empujón necesario para retomar sus protestas.

En el mes de abril, cuando la pandemia azotaba con más fuerza y en pleno confinamiento generalizado de todo el país, el Gobierno decidió homologar a cientos de sanitarios extranjeros para que pudieran combatir la pandemia en nuestro país. El Ministerio de Universidades aseguró haber homologado más de 400 titulaciones sanitarias durante el estado de alarma, mientras que el de Educación y Formación Profesional afirmó haber hecho lo mismo con 223 títulos de Formación Profesional de rama sanitaria de profesionales de otros países. De enfermeros se homologaron 43 títulos, según el organismo de Manuel Castells.

Meses más tarde, el 21 de septiembre, el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, acudió a la Puerta del Sol, el escenario de las protestas de este lunes, para reunirse con la líder del Ejecutivo madrileño, Isabel Díaz Ayuso. Al finalizar el encuentro, la conservadora dijo haber solicitado ayuda a Moncloa para dotar de profesionales sanitarios el sistema de su Comunidad. Según aseguró, "España tiene un problema evidente de falta de médicos y enfermeros", unas palabras que sentaron muy mal en el sector de los facultativos. Tal y como argumentaron, el problema son las condiciones que sufren, que les obligan a marcharse a otros países, a otras comunidades o a diferentes especialidades en el caso de los que se dedican a la atención primaria, por ejemplo. A los enfermeros les ocurre algo diferente. En su caso, las palabras de Ayuso no iban desencaminadas.

"Llevamos denunciando una falta de enfermeros desde hace muchísimos años", señala Cobos. Cifra en 120.000 los profesionales que hacen falta. De ellos, 20.000 abandonaron España por las condiciones que sufrían aquí. En eso sí se parecen a los médicos. "En la crisis de 2008, unas 20.000 enfermeras emigraron a otros países en los que las condiciones eran mucho más atractivas que aquí", recuerda Cobos, que admite que esto lo siguen haciendo aquellas personas que, recién graduadas, "no encuentran ni un buen desarrollo laboral ni unas buenas condiciones laborales". "Pero aun así, ni retornando los que se marcharon llegaríamos a un número de enfermeras suficiente", insiste. Hacen falta 100.000 más.

España: 602 enfermeras por cada 100.000 habitantes; media europea: 852

Sólo de esa manera, dice Cobos, podríamos acercarnos al ratio medio entre enfermeras y pacientes que tienen en los países de nuestro entorno. Porque ahora estamos lejos. Tal y como recoge el CGE, a fecha 31 de diciembre de 2019 España presentaba una media de 602 enfermeras por cada 100.000 habitantes, 6,02 por cada 1.000, según el Ministerio de Sanidad. La media de los países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), los países europeos de nuestro entorno, en cambio, estaba en 852, 250 más. Eso deja a nuestro país en muy mal lugar. Concretamente, en el quinto por la cola, empatado con Bulgaria y sólo por delante de Letonia (490), Chipre (412) y Grecia (341). Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), además, el ratio adecuado es de 917 enfermeras por cada 100.000 habitantes. Son 315 más.

Pero esas 602 enfermeras son sólo una media estatal. Acercando una lupa al mapa y observando los datos de las ratios por comunidades autónomas, se observa que la atención que pueden dar estos profesionales sanitarios a sus pacientes depende de a qué sistema de salud pertenezcan estos últimos. Los navarros, por ejemplo, tienen suerte. La Comunidad Foral supera incluso a la media de la OCDE y sitúa su ratio en 860 enfermeras por cada 100.000 habitantes, una cifra similar a la registrada en Euskadi, con 767 profesionales. Los murcianos, por el contrario, son los que salen peor parados: su ratio de enfermeras es la mitad de la media comunitaria, 459.

Precisamente este martes el Sindicato de Enfermería Satse presentó una Iniciativa Legislativa Popular (ILP) en la Comisión de Sanidad y Consumo del Congreso de los Diputados para "garantizar la seguridad en la atención sanitaria y cuidados a través de una asignación máxima de pacientes por cada enfermero". Según esta norma se asignarían, como regla general, un máximo de seis pacientes por enfermera en unidades de hospitalización, que se reducen a dos en áreas de cuidados intensivos o críticos y a tres en áreas quirúrgicas; en atención primaria, no se podrían superar los 1.500 habitantes por enfermera.

No obstante, el texto establece que los criterios de estas ratios dependerían "de factores asociados a las características de los pacientes, tales como el proceso de enfermedad y la complejidad de los cuidados". Igualmente, el texto emplazaría al Ejecutivo a la revisión periódica de las ratios y a la creación de una Comisión Interterritorial de Ratios Enfermeras.

Todos los partidos salvo el PNV se mostraron a favor de la iniciativa. Aun así, la diputada Josune Gorospe afirmó que el partido vasco atenderá y estudiará la propuesta, aunque ha matizado que es difícil aumentar el ratio de los enfermeros en Euskadi. Según especificó, serían necesarios hasta 2.400 enfermeros para aumentar las tasas hasta nivel europeo, a pesar de que el País Vasco es una de las autonomías con mejor tasa en toda España.

El sueldo, también cuestión geográfica

Cobos ve una línea clara que separa norte y sur. Encima de la línea, los más afortunados; debajo, los peor parados. Casi siempre es así, analicemos el factor que analicemos y en la zona que sea. Por ejemplo, el norte de Europa siempre ha tenido una mejor situación económica que el sur; y el sur de Madrid —conocido ahora por casi todos por los confinamientos perimetrales que decretó la Comunidad—, siempre ha estado ocupado por la clase obrera más humilde. Pues bien, con el sueldo de los enfermeros y enfermeras ocurre lo mismo. Hay una gran disparidad autonómica, dice Cobos. Y en el norte siempre es mayor.

Estos datos han sido analizados por la plataforma Enfermería de Madrid Unida una organización de profesionales creada hace dos meses y expandida a través de las redes sociales y del apoyo de enfermeros y enfermeras de los sectores sanitarios más dispares y responsable de la protesta de este lunes en la ciudad. Las diferencias son claras: mientras una enfermera de un hospital de Euskadi recibe a final de mes un sueldo bruto de 2.483,39 euros; una de otro de Madrid percibe una nómina de 1.961, 522 euros menos. En Asturias cobra unos 2.446,64, pero en Andalucía unos 1.992,04, 454,6 menos.

El mismo esquema se reproduce en la enfermería de consultas externas y centros de especialidades, donde una enfermera vasca recibe el mismo sueldo pero una madrileña lo ve reducido a unos 1.944,51 euros. Y en la atención primaria, donde el sueldo en Madrid bajaría hasta los 1.819,30 mientras que en Euskadi se mantendría intacto. Estos datos, según el CGE, se ajustan bastante bien a la realidad, aunque hayan sido analizados por una organización independiente de profesionales.

Isabel García es portavoz de esa plataforma. Además, es enfermera en Madrid, aunque también lo fue en la Comunitat Valenciana y en Castilla-La Mancha. En conversación con infoLibre, pone realidad a esos números. "El alquiler de un pisito normal en Madrid te cuesta 1.000 euros. Nuestro sueldo en un hospital público, haciendo noches y festivos, ronda los 1.700 euros netos. Si a eso le quitas el alquiler, la luz, el agua, Internet, comida y transporte… ¿qué te queda para vivir? Y eso siendo soltera y sin responsabilidades, porque si tienes hijos tienes que olvidarte de que te salgan las cuentas de ninguna de las maneras", denuncia.

Pero no sólo es el sueldo. También son los contratos. Isabel, por ejemplo, celebra sentirse una de las afortunadas que ha conseguido encadenar contratos como enfermera durante los tres años que ha estado en Madrid. Han sido siete. Antes, en la Comunitat Valenciana y en Castilla-La Mancha, era peor. "En ambos sitios he tenido contratos de un día. A lo mejor trabaja un mes entero, pero los contratos eran del día", lamenta. Tenía que aceptarlos, igual que en Madrid. Si no lo hacía, quedaba penalizada en la bolsa de empleo y dejaba de aparecer como una profesional disponible para cualquier centro de la autonomía durante un año entero.

Casi 7.000 profesionales españoles en Reino Unido

Ese es el motivo por el cual muchos enfermeros y enfermeras decidieron emigrar. Según Cobos, todos ellos afirman con total rotundidad que los salarios que perciben en otros países europeos distan mucho a los que cobrarían a final de mes en España. Según una entrevista publicada por Nius, una enfermera en un hospital alemán percibe un salario de 2.300 euros, una cantidad que en España, aseguró en ese medio, se vería reducida a 1.500. Por eso no son pocos los que, como ella, están fuera. La mayoría en Reino Unido donde, según datos del Consejo, hay 6.160 enfermeras y enfermeros españoles. Muchos se fueron durante la crisis económica de 2008, cuando el país organizó "acciones de llamada o reclutamiento", según el CGE, desde la propia Embajada británica en España. "Daban todo tipo de facilidades a los profesionales: les buscaban piso, les daban clases de inglés intensivo durante el primer mes, tutelaban su trabajo, etc.", dice el Consejo.

Alemania, por su parte, "recluta" profesionales españoles "de forma muy activa desde hace dos años". Sólo en 2018 emigraron al país 207. Aquí, según el CGE, "reconocen mucho su formación universitaria y práctica". 

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Este, precisamente, es uno de los valores añadidos de la enfermería española. Y uno de los aspectos en los que, según Cobos, no podemos envidiar a ningún otro país de nuestro entorno. En Alemania, por ejemplo, la enfermería no se estudia en la universidad como en España, donde estos profesionales sanitarios cursan cuatro años de grado. En otros países europeos, además, la carrera dura tres años en los que ni siquiera hay un programa formativo de prácticas como en nuestro país, que también da la posibilidad de especializarse como enfermero médico residente (EIR), un sistema similar al de los médicos internos residentes (MIR), y de realizar un doctorado. "El enfermero español es uno de los mejores preparados a nivel europeo", sentencia.

Cada año, prosigue Cobos, salen de la universidad alrededor de 10.000 enfermeros y enfermeras. Ese número es suficiente para cubrir las jubilaciones, pero muy precario si se quiere acabar con el déficit de enfermeros. Por eso tienen que ofertarse más plazas. "Pero insisto en que en paralelo hay que mejorar las condiciones para hacer atractiva la formación", señala. Sólo así acabaremos con el déficit. Aunque también habrá que recuperar el talento perdido e impedir que otro acabe por hacer las maletas para buscar mejores condiciones fuera de nuestras fronteras.

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