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Los extremos son insostenibles y peligrosos

Lo han pedido casi suplicando. Háganlo ahora, háganlo cuanto antes porque, si no, será muy tarde. 200 millonarios o ultramillonarios o supermillonarios, gente con muchísima pasta, vaya, han firmado una carta común que han presentado en Davos. Allí, las fortunas, poderes, grandes empresarios, fondos de inversión, quienes mandan en la sombra y quienes mandan, en teoría, en la realidad, se unen cada año para debatir qué hacer, para analizar en qué punto estamos, cuáles son los retos de la economía de los próximos meses y qué decisiones tomar. Reuniones que, casi siempre, suelen servir para poco. Para escuchar sesudas reflexiones, análisis más o menos certeros de lo que está pasando y poco más. Decisiones se toman pocas. Ideas, se exponen muchas. Está en cada cuál asumirlas y darles forma después.

Pues bien, en ese contexto de reuniones de alto nivel, de nieve y de frío, de mucha exclusividad, los ricos muy ricos han querido hacer pública su propuesta. Han sido tan sinceros en su análisis que, la verdad, sorprende: admiten que durante la pandemia los ricos siguieron siendo muy ricos, incluso más ricos, y los pobres siguieron siendo más pobres aún. Un dato: los 10 hombres más ricos del mundo duplicaron su riqueza, ¡duplicaron!, mientras que el 99% de las personas, es decir, el resto, usted, yo y su vecino, vieron caer sus ingresos. Lo multimillonarios y millonarios, sigo citando párrafos de esa carta, vieron crecer su riqueza en billones de dólares (a mí la cifra me marea, ¡billones!), mientras que, para el resto, llegar a fin de mes está siendo muy complicado, “está paralizando a las familias”.

Me fascina la pregunta que lanzan 200 multimillonarios en esa carta, que directamente les apela a que expliquen por qué no lo están haciendo. “¿Por qué, en esta era de crisis múltiples, siguen tolerando la riqueza extrema?" Me gustaría escuchar respuestas

Y ellos tienen la receta, y el dinero, para acabar con estas desigualdades: piden a quienes gobiernan que les graven ya, que les hagan pagar más impuestos y que lo hagan de forma inmediata. Me fascina la pregunta que lanzan en esa carta, una pregunta que directamente les apela a que expliquen por qué no lo están haciendo. “¿Por qué, en esta era de crisis múltiples, siguen tolerando la riqueza extrema?" Me gustaría escuchar respuestas a esa pregunta, me gustaría escuchar las explicaciones que tienen que dar quienes gobiernan para argumentar por qué no lo están haciendo, por qué las personas que tienen una nómina son ahora mismo las que más carga impositiva están asumiendo, las que más ven recortado su poder adquisitivo, las que están pagando la crisis y la inflación. Sería interesante escucharlos, sí, y, a partir de ahí, que cada uno sacara sus propias conclusiones.

Los más ricos del planeta, nada menos que 200, están dispuestos a pagar más. Han puesto su nombre y apellidos, no son firmas fantasmas. Sólo están esperando a que quienes tengan que tomar la decisión lo hagan. No quieren aumentar la brecha, las desigualdades. Y recuerdan lo que está ocurriendo en las últimas décadas: que la riqueza “sólo fluye hacia arriba, y que en los últimos años, esa tendencia “se ha acelerado enormemente”.

Sigo con la carta porque, de verdad, merece la pena leérsela. Dicen que la solución está ahí, a la vista de todos y que da igual cuántas reuniones como Davos “de la élite global” quieran hacer, cuántas mesas redondas quieran celebrar, cuántas sesudas reflexiones quieran publicar sobre “la cooperación en un mundo fragmentado”. Nada de todo eso servirá si no hacen nada. Y, sobre todo, si no lo hacen ahora. “Este problema no se lo podemos dejar a nuestros hijos”. Demasiados problemas van a heredar como para que les sumemos éste también. Lidiar con un mundo enormemente fragmentado, desigual e injusto. Apelan a las economías justas. Parece una contradicción, pero es lo que debería de ser. “Los extremos son insostenibles y a menudo peligrosos”. Nada más que añadir.

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