Buzón de Voz

España de Guerras, Casados, Cebrianes y Leguinas

Jesús Maraña nueva.

Una de las frases sentenciosas que más han perseguido a Alfonso Guerra es aquella de que “a España no la va a reconocer ni la madre que la parió”. Hace ya mucho tiempo que quien resulta irreconocible es el propio Guerra respecto al que fuera uno de los actores principales de la Transición. Hace unos días, en una extensa entrevista ¡en El Mundo!, regalaba el titular de que “la izquierda no tiene el fuste necesario para defender España”, y, en un momento ya plenamente alucinógeno, se preguntaba: “¿Vamos a anular a Juan Carlos I por unas faldas?” (ver aquí). La cosa no pasaría de una simple anécdota si no coincidiera con un momento político en el que el PSOE sufre la combustión provocada por los resultados del 4-M y la derecha se entrega sin pudor a la construcción trumpista de una “realidad alternativa”: la legislatura está “liquidada” (ver aquí).

Para defender España primero conviene comprenderla, y andamos mucho más sobrados de patriotas de puro y coñac (de derechas pero también presuntamente de izquierdas) que de cabezas dispuestas a asumir su pluralidad, su diversidad, sus contradicciones, los errores cometidos en el pasado, la complejidad del presente y las enormes posibilidades de futuro. Capaces de dudar, de acertar con las preguntas y de reconocer que no tienen todas las respuestas.

Suena algo extraterrestre que este jueves asistamos a la presentación del informe España 2050 en medio de la mayor crisis con Marruecos desde la Marcha Verde, en plena desescalada de la pandemia y con una polarización política quizás sólo comparable con la vivida en los Estados Unidos de Trump. Nada que objetar, por supuesto, al acierto de tener equipos sólidos de expertos y expertas en múltiples disciplinas dedicados a dibujar escenarios de prospección sobre la España de dentro de treinta años, siempre que no se pierda de vista que la ciudadanía necesita soluciones para este 2021, y para el siguiente y el otro… Dicho de otro modo: aunque Pedro Sánchez presentara este jueves el diagnóstico más sugestivo y ambicioso para 2050, las fuerzas más regresivas lo convertirán en papel mojado de aquí a 2023 si no se completa con acierto el plan de vacunación o si la gestión de los fondos de Recuperación no convierten el rebote económico previsible en la transformación y modernización que España necesita.

Ilusionar a los jóvenes con más del 40% de paro juvenil es un sindiós. La forma más segura de ilusionarlos es utilizar una mayoría parlamentaria progresista para que el BOE recoja medidas prácticas contra la desigualdad, la precariedad o los abusos en los precios del alquiler, que favorezcan la justicia fiscal y hagan posible que cada joven construya su futuro sin tener que irse de esa España a la que tantos próceres dicen defender. Mejor pasos y cifras concretas (ver aquí) que grandes palabras gastadas.

Es falso que la legislatura esté “liquidada” o "en vía muerta". Y Pablo Casado lo sabe perfectamente. Pero instalar ese mensaje le sirve entre otras cosas para mantener bloqueada la renovación del Poder Judicial. ¿Recuerdan que el argumento para descartar el acuerdo en el último minuto era que no aceptaban a un juez supuestamente propuesto por Unidas Podemos? Ahora el argumento es que hay que cambiar el método de elección (ver aquí). Da lo mismo que la Comisión Europea haya reclamado por enésima vez que se renueven los órganos constitucionales, o que haya dado el visto bueno a la reforma que impedirá que un Poder Judicial caducado pueda seguir haciendo nombramientos indefinidamente. ¿Para qué renovar las instituciones si la legislatura está “liquidada”?

Si el martes Casado tuvo el acierto de llamar a Pedro Sánchez para ofrecerle su “apoyo” en la crisis abierta por Marruecos con la avalancha migratoria, este miércoles demostró en la sesión del Congreso que el gesto de la víspera era puro postureo (ver aquí). Da igual que se trate de una pandemia o de afrontar el chantaje del incómodo vecino (y socio) del sur: el PP sigue en la línea de “que se hunda España que ya la levantaremos”.

Tras el 4-M, todo indica que Casado pretende ir alternando los trajes de Ayuso y de Feijóo, del nacionalpopulismo trumpista a la derecha moderada “europea”, según vea conveniente para competir con Abascal por un lado y con todo aquel que pretenda frenar la fagocitación de Ciudadanos por el otro. Por más que se instale que en Madrid ha triunfado el discurso de “la libertad”, lo que ha funcionado es el “antisanchismo” y la movilización contra Iglesias. Quienes trabajan en los estudios postelectorales apuntan por ahí y señalan también un problema generacional en el PSOE: necesita rejuvenecer su electorado, renovar discursos y liderazgos si quiere conectar con una España real mucho más abierta y plural que la del nacionalismo español de Alfonso Guerra, el que le lleva incluso a preguntarse si vamos a “anular” a Juan Carlos I por un “lío de faldas”. Como si no se hubiera anulado a sí mismo al amasar una fortuna desde la Jefatura del Estado y a espaldas del fisco. Es una visión tan distorsionada de España y de la izquierda como la que lleva a Juan Luis Cebrián a recomendar “a los militantes socialistas” que “escuchen a los intelectuales" (¿a cuáles?) enuna encendida defensa de Joaquín Leguina (ver aquí).

Es muy interesante dibujar la España de 2050, pero urge mucho más que el Gobierno de coalición y sus socios de investidura acierten en la gestión de la España de 2021 a 2023 que no pocos pretenden “liquidar”.

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