Eso que le sirve Feijóo a Vox en bandeja, ¿no es su propia cabeza?

Márchese. Hay que echarlo. No puede seguir un minuto más en su puesto… En tiempos de cancelaciones y polarizaciones, con todo el mundo subido a la parra y con los termómetros de los discursos en rojo, los políticos señalan una y otra vez, con dedos justicieros, el cartel de salida; todo el mundo exige dimisiones, ceses, renuncias; aunque, naturalmente, siempre que sean ajenas. El Fiscal General debe marcharse o ser destituido, a la calle con él, tanto si es con pruebas como sin ellas, primero que coja la puerta y se vaya, después ya veremos; sin embargo, al aún presidente de la Generalitat valenciana le sostenemos y aplaudimos en pie, tal vez un incompetente, pero es nuestro incompetente. Y así día y noche.

El ruido es lisérgico, es un humo sonoro que ciega y esconde, hace pensar a alguna gente que el que más grita debe de ser quien más razón tenga: si el niño llora es porque algo le pasa. Y más en estos tiempos radicalizados donde el nivel de exigencia de la opinión pública es tan bajo que fíjense quién está en la Casa Blanca. Y de ahí para abajo.

En España a muchos les ha sorprendido la docilidad, hacia fuera y hacia dentro, con la que el jefe del Partido Popular se ha plegado a las imposiciones de sus socios de la extrema derecha y de los mandos de su propia formación que parecen más próximos a aquella, ya sea por ideología o por simple oportunismo. No parece que le haya salido bien la jugada, sino que le ha vendido su alma al diablo, porque lo que dicen todas las encuestas es que en la calle Génova se han dejado abiertos los grifos al ir a lavarse las manos y se les van los votantes a Vox por el desagüe. Parece obvio que Núñez Feijóo les está sirviendo en bandeja su propia cabeza. Lo último que han heredado de sus socios él y su espada de Damocles particular –que es Isabel Díaz Ayuso–, tras la xenofobia que sustentan sus recetas contra la inmigración y los matices a la violencia de género, ha sido las críticas al rey por alzar la voz contra el genocidio de Gaza. “Felipe VI reina, pero no gobierna”, ha dicho la presidenta de la Comunidad de Madrid. Y encima, el monarca se deja fotografiar riendo de forma cómplice con Pedro Sánchez. Hasta ahí podíamos llegar: a partir de ahora, se acabaron las contemplaciones, leña al mono. El mensaje está claro: o conmigo o contra mí.

¿Qué es lo que preocupa de verdad a las y los españoles? A veces, lo mismo que ellos han fomentado, creando alarma y temor: vienen a por nosotros, son criminales, nos quitan los empleos

¿Qué es lo que preocupa de verdad a las y los españoles? A veces, lo mismo que ellos han fomentado, creando alarma y temor: vienen a por nosotros, son criminales, nos quitan los empleos, saturan los ambulatorios y los hospitales. El caso de la inmigración es palmario, está hecho de bulos, desinformaciones y manipulación de cifras que desmienten que la delincuencia sea cosa de extranjeros o, por ejemplo, que sean ellos quienes se llevan el bocado de león del sueldo mínimo vital y otras prestaciones sociales. Lo del carnet de puntos para los inmigrantes no es una ocurrencia nueva, ya la puso encima de la mesa el candidato Mariano Rajoy, pero luego no la aplicó, ni con mayoría absoluta. ¿Por qué? Es sencillo: porque es inviable y porque sin lo que aporta la inmigración –todo lo regulada que se quiera– el país se hundiría. ¿Quién haría el trabajo que hacen esas personas? ¿Los votantes de Vox? Que no nos engañen igual que Núñez Feijóo se ha engañado a sí mismo creyendo que sus enemigos eran sus amigos, que el caballo de Troya estaba vacío y que el camino que le llevaría a La Moncloa era el que estaba más a la derecha.

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