Si Feijóo cae como cae el PP en las encuestas, ¿será peor el remedio que la enfermedad?

Hay que lanzar advertencias, pronosticar la llegada de una época oscura, causar miedo. Hay que difundir teorías conspiratorias. Hay que inventar enemigos mortales y dividir la sociedad en “ellos” y “nosotros”, a la manera en que aquí en España el franquismo lo hizo entre afectos al régimen o antiespañoles. Hay que envenenar la mente de la juventud, disfrazando lo reaccionario de revolucionario para hacerla creer que su mundo está al borde del hundimiento y que sólo desde las filas de un partido que luche contra un sistema sin valores podrán evitar la debacle. Hay que fomentar el miedo al otro, promover el racismo, la idea de que los extranjeros sin recursos vienen de fuera a quedarse con lo que es nuestro. Al líder del movimiento hay que venderlo como un salvador, el héroe que va a rescatar la patria de los peligros que la acechan y a poner fin a la degradación en la que se la ha hundido. Hay que atraer a las élites del poder financiero. Hay que eliminar a los adversarios.

Todos esos son los puntos tácticos de los que habla el ensayista Laurence Rees en su libro En la mente nazi, recién publicado por la editorial Crítica. Con su estudio absorbente sobre el ascenso y caída del Tercer Reich y acerca de la manera en que tantos alemanes secundaron la barbarie, nos hace ver los peligros de que ahora renazcan los monstruos de sus cenizas y lo hagan pisando las alfombras rojas que les ponen quienes jalean a esta nueva ultraderecha que ya está aquí, con sus Trump, sus Netanyahu y sus Meloni, y con los aspirantes nacionales a La Moncloa, tanto los declaradamente radicales como quienes se distinguen vagamente de ellos, tipo la presidenta de la Comunidad de Madrid, todo el día de la fruta a la ETA y de la ETA a la fruta –ayer mismo ha vuelto a decir que “en la flotilla a Gaza había dos miembros” de la banda terrorista– y mañana, tarde y noche con su eterna cantinela de Sánchez, Sánchez, Sánchez. Pero la lección que nos transmite esta obra es que lo ocurrido entonces, las connivencias y silencios que facilitaron el Holocausto y la guerra, “nos enseña cuán frágiles son nuestras vidas y las instituciones que nos rodean.” No hay más que mirar hacia Washington y ver de qué forma está agujereando el barco de la democracia el actual presidente de los Estados Unidos.

La táctica de Feijóo, por lo tanto, está siendo letal, sobre todo, para su propia formación, donde ya se oye el runrún de su tal vez deseable sustitución como candidato

En todas las encuestas que se publican estos días quedan dos cosas claras: la primera, que pese a la campaña incesante de la oposición contra su líder, el PSOE no sólo se mantiene, sino que sube en estimación de voto; la segunda, que el PP pierde muchos apoyos y todos van a Vox. O sea, como aquella sentencia del rock and roll según la cual ocurre que por cada cigarrillo que fumas o cada vaso de alcohol que bebes Dios te quita un día de vida y se lo da a Keith Richards, sólo que en este caso sin gracia porque las consecuencias son malas y podrían llegar a ser las que advierte Laurence Rees.

La táctica de Feijóo, por lo tanto, está siendo letal, sobre todo para su propia formación, donde ya se oye el runrún de su tal vez deseable sustitución como candidato. Ahora sólo queda por ver si el remedio que le pongan a la debacle será peor que la enfermedad.

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