Perseguir las fortunas rusas para frenar la guerra

El asedio a una ciudad es la operación de guerra total donde el agresor consigue vencer a una ciudad por la insoportable realidad de ver morir civiles. Solo un corredor humanitario deja escapatoria al horror. Así definen los periodistas que se están dejando la piel en las ciudades de Ucrania la cuenta atrás de un escenario más que posible. El contingente de sanciones para presionar a Rusia, desgranado por Josep Borrell y Pedro Sánchez en sede parlamentaria, incluye asfixiar el motor económico de Vladimir Putin. Europa y Estados Unidos se preparan para expandir el ataque financiero contra los millonarios rusos, con el fin de congelar miles de millones en poder de los aliados de Putin. Hasta hoy, mientras avanzaba el convoy militar de 60 kilómetros hacia Kiev y miles de familias se refugian en sótanos y estaciones de metro, grandes fortunas del Kremlin descansaban impunes al sol de la Costa Brava. Cuando miles de familias atacadas por Rusia huyen y sobreviven como pueden, en una realidad paralela de nuestro país estos magnates ven la guerra desde sus mansiones y los yates de lujo atracan en los puertos como si nada.

Son oligarcas rusos que residen en España gracias a los privilegios de los grandes bancos internacionales y una legislación hecha ad hoc para ellos. Dinero cash ruso a cambio de mirar para otro lado. Una puerta trasera que se abrió de par en par durante la Gran Recesión y nadie ha cerrado. Incluir a Rusia en la lista de paraísos fiscales es importante. Supone el cierre del acceso a fondos internacionales. Pero también complica la creación y supervivencia de las complejas estructuras societarias de ciertas oligarquías y el crimen organizado que ha movido millones de euros sin apenas controles. Una medida clave para minar el apoyo de esas fortunas que financian el régimen. Y una decisión coherente con la lucha anticorrupción que ha hecho la vista gorda con el origen de las transacciones millonarias. Hablamos de dos velocidades y dos lenguajes. Si cualquier ciudadano tiene que justificar de dónde proceden los ahorros para comprar una vivienda, hasta ahora ningún organismo financiero o institucional ha pedido cuentas a estos magnates sobre la procedencia de las fortunas que guardan, blanquean o simplemente disfrutan en España. 

La plataforma Bellincat ha cifrado en torno a 50.000 millones de euros los fondos que han entrado en estas condiciones en España de 2007 a 2018. Sus expertos aseguran que es imposible amasar una fortuna en Rusia si no es poniendo a esas empresas al servicio del Kremlin. O cómo Vladimir Putin no incluye en la red de contratos públicos a ningún oligarca si éste no sirve al régimen. Hasta ahora, ha sido muy difícil detectar el origen legal de esos fondos porque la administración facilita que se oculten los verdaderos propietarios en firmas off shore. Los técnicos de Hacienda de Gestha, no demasiado optimistas con la persecución tributaria de estas fortunas, recuerdan que hay que desandar mucho de lo andado, darle la vuelta a toda una serie de beneficios fiscales, de residencia, de facilitación de inversiones donde no parece haber importado el origen de movimientos millonarios. Un ejemplo son las Visas Oro. Si el 99,5% de las solicitudes de nacionalidad para migrantes en España quedaron sin resolver de 2015 a 2018, un oligarca consigue la residencia al comprar un inmueble por un millón de euros, nacionalidad exprés vía la riqueza.

Un cerco al régimen, con la cirugía política necesaria para que no afecte al pueblo ruso pero sí a las fortunas que retroalimentan a Putin. Y en este contexto, Rusia ha perdido la batalla de la opinión pública global

En otro acto de valentía, el activista y opositor Alexéi Navalny ha pedido a los ciudadanos rusos salir a las plazas contra la guerra. Encerrado en una prisión de Siberia después de haber sido envenenado, llama a llenar las cárceles si es necesario. Su principal actividad como opositor desde hace una década ha sido precisamente investigar el dinero del Kremlin desde la fundación anticorrupción que fundó en 2011. Nació con sede en Moscú y hoy todos sus miembros viven en Londres o desperdigados por Europa, exiliados de un régimen que les enviaría a la cárcel con solo pisar Rusia. En los últimos años, sus investigaciones sobre las oligarquías en España no han sido judicializadas. El tracking exhaustivo para destapar a los verdaderos beneficiarios se ha encontrado con entramados imposibles, con una administración que permite tener mansiones a nombre de empresas en Chipre, Malta, Panamá y así hasta agotar las vías para saber quién hay detrás.

Su fundación, con el apoyo de su número dos Leonid Volkov, se acaba de sumar a una petición bajo el paraguas de Access Info Europe dirigida a la ministra María Jesús Montero para que Hacienda permita el acceso gratuito a los registros mercantiles, de propiedad o bienes inmuebles. El hard power, como bien ha puntualizado Josep Borrell, no son solo las armas. Bloquear estos activos pasa también por facilitar los medios para destapar las fortunas ocultas, las redes de blanqueo e investigar quién está detrás y quién se beneficia. 

La reacción de Europa a la guerra unilateral de Putin es la respuesta más sólida de la UE de su historia reciente. Una batería de medidas que está desgastando a Putin en lo económico, cultural y geopolítico. Un cerco al régimen, con la cirugía política necesaria para que no afecte al pueblo ruso pero sí a las fortunas que retroalimentan a Putin. Y en este contexto, Rusia ha perdido la batalla de la opinión pública global. Una experta en inteligencia norteamericana me señalaba mientras escribía esta columna: “La guerra acaba de empezar. Es un maratón, no un sprint”.

En esta carrera de fondo sabemos que nos jugamos el lugar de las democracias liberales frente a las autocracias. El golpe a las oligarquías rusas es crucial para frenar la guerra. Pero harán falta herramientas sostenibles en el tiempo. La transparencia que nos permita investigar entramados opacos es un compromiso que los periodistas necesitamos para destapar las redes cuyos activos la administración ahora va a bloquear. Las fortunas satélite del Kremlin no pueden seguir en sus mansiones de la costa española, paseándose en yates de 80 metros, mientras su régimen bombardea Ucrania. Los magnates no pueden seguir inmunes a esta guerra. Hacienda tampoco. 

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