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Telepolítica

El hiperespacio político

Esto de escribir una columna de análisis de la actualidad en España se ha trasformado en un oficio complicado. Tengo la sensación de que las noticias van más rápidas que la velocidad necesaria para escribir sobre lo que pienso. Siempre cuesta trabajo intentar buscar un enfoque original que pueda resultar interesante al lector. Pero ahora lo realmente difícil es determinar qué es lo que uno opina. No da tiempo. La realidad que tenemos enfrente cambia casi de hora en hora y resulta imposible llegar a asimilar cada evento, superado por otro no menos trascendente de forma sucesiva.

La saga de Star Wars nos descubrió una imagen legendaria. El Halcón Milenario, la nave pilotada por Han Solo y Chewbacca, disponía de un asombroso extra. Cuando estaban en apuros, perseguidos por las naves imperiales, podía activar el Hiperespacio. En ese momento, la nave aceleraba instantáneamente hasta superar en milésimas la velocidad de la luz. En la pantalla, los espectadores no veíamos nada más que la estela de las estrellas y planetas que pasaban fulgurantemente a un lado y otro. Esa es exactamente la sensación que tengo desde hace unos días.

Desde hace un par de semanas, hemos visto de todo. El relato suena a broma: la condena de la Gürtel, la condena de Nóos, Rajoy y su PP, el PP sin Rajoy, el PSOE desaparecido, la aparición del PSOE, la oposición fragmentada, la oposición unida, Ciudadanos reinando en las encuestas, Ciudadanos en crisis, la sorpresa del chalet de Pablo e Irene, el referéndum de Podemos avalando que se lo queden, Rajoy tira la toalla a la vez que Zidane se va del Madrid, Pedro Sánchez presidente, Rufián y Tardá votando a favor de los socialistas, un Gobierno en una semana, un ministro dimitido a los seis días, Urdangarín a la cárcel, la selección de fútbol viaja a Rusia, Lopetegui se vuelve de Rusia, el barco Aquarius viene hacia España, El País cambia de dirección y de línea editorial, El Corte Inglés en guerra civil… Todo ello retransmitido en directo por la televisión mientras las redes sociales echan humo.

He llegado a cambiar tantas veces de atención a lo que ocurría en diferentes escenarios como cuando de niño me colocaban delante de un escaparate de juguetes en Navidad. No soy capaz de seguir todas las noticias que se suceden. Lo de tener opinión formada sobre cada asunto es un anhelo inalcanzable. Diversos interrogantes surgen de golpe: ¿Cuánto va a durar esto? ¿Qué ocurre si no para? ¿Y si de repente se para, dónde apareceremos? Todo son incógnitas. El nuevo Gobierno parece pretender acelerar la toma de medidas que reviertan los asuntos más polémicos de la era Rajoy. Para ello, empezará a vivirse en el Parlamento un período de gran intensidad en los debates, en busca de acuerdos imposibles y todo abierto a las alianzas más inesperadas. En muy poco tiempo pasaremos a discutir simultáneamente de las pensiones y de la ley mordaza, de las concertinas y de la reforma laboral, de Cataluña y del IVA cultural, de igualdad de género y de desigualdad económica. Llegan numerosos nombramientos, a la vez que imputaciones, dimisiones y sentencias. Todo mezclado en el tiempo y espacio con la máxima celeridad.

La complejidad de la situación no acaba aquí. Además de la velocidad de los acontecimientos tenemos que tener en cuenta la intensidad de las reacciones que se desencadenan. Cada día, para poder hacerse oír, escuchamos voces más elevadas y argumentos cada vez más contundentes. No resulta difícil descubrir hasta dónde nos conduce esta coyuntura. Eventos cada vez más rápidos imposibles de controlar, reacciones cada vez más sonoras lanzadas desde la impulsividad, razonamientos sin elaborar basados en el improperio, etc. A esto conduce la activación del hiperespacio político.

Quizás no fuera mala idea desacelerar un poco. Darnos tiempo a pensar un poco antes de opinar. Medir la intensidad de nuestras afirmaciones antes de lanzarlas. Plantearnos la posibilidad de escuchar otras voces distintas a las nuestras. Hace días que me perdí en este maremágnum. Ojalá lleguen pronto las vacaciones. En pleno verano está prevista la gran batalla por la regeneración interna del Partido Popular para cerrar la temporada. Como decíamos, todo son incógnitas salvo una constatación: Rafael Hernando seguirá diciendo lo mismo día tras día, gobierne quien gobierne y ocurra lo que ocurra. Ojalá llegue ya el invierno.

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