La seguridad, el hilo invisible que une la pandemia, Ucrania y la información Daniel Basteiro

DJ Trump y la maravillosa película de Marcel Barrena tienen mucho en común en su contraste y distancia, porque los dos son “El 47”.
La película El 47 nos cuenta la historia de Manolo Vital, un sindicalista de CCOO conductor de Transportes de Barcelona, que llevó su autobús allí donde la gente lo necesitaba, el barrio de Torre Baró, enfrentándose a todos los obstáculos e instituciones para hacer posible el sueño y la realidad.
DJ Trump es el 47 presidente de los EEUU, pero en verdad se comporta como el autobús 47 de un sistema que necesita llevar a la gente al barrio donde residen las ideas, valores, creencias y tradiciones que han decidido imponer para retenerlos entre esas calles y referencias, y que sólo vean la realidad paralela que han creado en ese lugar.
El contraste es tan alto que Manolo Vital fue considerado un “secuestrador” por las instituciones, y los pasajeros que viajaban en el autobús “rehenes”, siendo detenido por ello. En cambio, en el caso de Trump son las propias instituciones las que consideran rehenes a presos condenados por asaltar el Capitolio y los liberan. Da igual que el objetivo fuera derrocar la democracia, lo importante es su modelo de sociedad, sus redes de transporte de la información y sus barrios.
Es el 47 el presidente de EEUU que conduce el autobús que deporta migrantes, despide funcionarios que han intervenido en las causas criminales seguidas contra él, y expulsa del ejército y de cualquier lugar a las personas que aplican y se benefician de las políticas sobre diversidad, equidad e inclusión. Para él, como para muchas de las personas contemporáneas a Manolo Vital que negaban el autobús a Torre Baró, solo existe un barrio, lo demás es el extrarradio que amenaza la convivencia "como dios manda” del “androcentro” urbano de su sociedad.
Para él, como para muchas de las personas contemporáneas a Manolo Vital que negaban el autobús a Torre Baró, solo existe un barrio, lo demás es el extrarradio que amenaza la convivencia "como dios manda”
Pero no es solo DJ Trump, él es el 47, junto a él hay otros muchos autobuses y vehículos que a través de sus mentiras y las redes están trasladando a la gente a esos barrios de la ultraderecha, con la idea de deportarla o expulsarla del barrio de la democracia (¡ay Joaquín Sabina, hasta de la melancolía nos quieren echar!). Por eso la izquierda no puede pasar el tiempo diciendo que viene el lobo, entre otras cosas porque ya está aquí, y porque ha venido con la piel de cordero virtual de la libertad que hoy crea la tecnología para hacerla creíble.
Desenmascarar a toda esta gente requiere algo más que buenas palabras, miedos y economía. Hay que entrar en la referencia cultural, evitar el “single issue” de la izquierda, manejar el globalismo constructivo y educar con pensamiento crítico. Porque la esencia de todas las medidas que aplica Trump y la ultraderecha reclama, no se basa en la personalidad del presidente ni en criterios técnicos, sino en la defensa del modelo androcéntrico para refundar el machismo que lo caracteriza. Si DJ Trump, con toda su arrogancia, prepotencia, “fachatez” y escenificación, subiera a la tribuna con una gorra roja que pusiera “MAGA”, comenzara su bailecillo al ritmo de Village People, y dijera que hay que hacer América grande otra vez con “hombres que se impliquen en el cuidado de hijos y familiares”, “con más mujeres en puestos de responsabilidad”, o que “hay que darle una oportunidad a las personas migrantes que representan la esencia de lo que es EEUU”, no lo votarían ni tendría siquiera el respaldo del partido Republicano. No es Trump, es lo que representa, del mismo modo que no fue el autobús 47, podría haber sido el 48 o cualquier otro, sino el compromiso social, obrero y democrático que protagonizó Manolo Vital.
Trump es el 47 presidente no por quien es, sino por haber sido capaz de decir de manera directa todo lo que un sector de la sociedad estaba deseando escuchar, y por hacerlo de una forma que se interpreta como “criterio, capacidad y determinación”.
La victoria de Trump y de la ultraderecha no es la derrota de la izquierda, sino su fracaso en la construcción de un modelo de sociedad que comprometa a una mayoría social más allá de diferencias puntuales. Si ante cada diferencia se ve un estrecho que separa en lugar de dos orillas que se comparten, no habrá lugar común y todo será colonizado por quien ya ha impuesto su modelo cultural y social que ahora quiere reforzar y consolidar.
El 47 de Manolo Vital tuvo más de camino de progreso que de vehículo, el 47 presidente de EEUU tiene más de camino minado que de avenida por la que avanzar.
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Miguel Lorente Acosta es médico y profesor en la Universidad de Granada y fue Delegado del Gobierno para la Violencia de Género.
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