Torrejón, un modelo mortal Pilar Velasco
Comienza el curso político y el Gobierno puede decidir si esta es o no su última temporada. En unos tiempos decisivos, el Ejecutivo se debate sobre presentar o no unos Presupuestos Generales del Estado en los que se juega mucho más que los números. Se juega si este país puede seguir siendo gobernado desde la izquierda o se abre la puerta definitivamente a un escenario donde las derechas tienen el camino allanado a la Moncloa. En las últimas horas, diferentes portavoces del PSOE y Sumar, así como las líneas editoriales de algunos de los principales medios de comunicación del país han querido colocar todo el peso de la aprobación de estos presupuestos en la decisión de sus socios parlamentarios. Sin embargo, y dada la responsabilidad política y constitucional que conlleva para el Ejecutivo el diseño e impulso de las cuentas públicas, cabe defender que la responsabilidad política reside en primera instancia en el propio Gobierno. El dilema político al que no se quiere enfrentar este Gobierno de coalición es claro. En el diseño de los presupuestos el Gobierno se juega mucho más que la aprobación de un trámite contable, está en juego la posibilidad de continuar con la legislatura. No se trata solamente de si hay o no presupuestos, sino de qué presupuestos; o lo que es lo mismo, qué programa de Gobierno sirve para dibujar una alternativa de país a la que plantea la derecha. Qué cuentas sirven para cerrar la posibilidad de un Gobierno con la extrema derecha dentro. No basta con aprobar unos presupuestos, solo si los presupuestos que se aprueban son sociales pueden frenar a Vox.
Caben frente a este dilema distintas posiciones que conviene aclarar para no caer en caminos infructuosos. La necesidad de claridad política es acuciante en tiempos de guerras, incertidumbre económica, emergencia climática y una creciente desafección política. Parece evidente que se puede gobernar con unas cuentas prorrogadas, tan evidente como que ha pasado ya en numerosas ocasiones. El argumento de Fejióo no parece demasiado fuerte en este sentido. Si bien las cuentas deben ser anuales, las prórrogas presupuestarias han existido antes en España y fueron llevadas a cabo por prácticamente todos los presidentes de la democracia. E incluso aunque de prorrogarse estas cuentas Sánchez se convertiría en el presidente de España que más veces ha prorrogado los presupuestos generales, este es un dato cuya relevancia no reside en lo que establece la ley. Los presupuestos pueden ser prorrogados, la cuestión es si políticamente es lo correcto. Así que cabe preguntarse, ¿Por qué evitar una prórroga presupuestaria?
Algunas voces desde la derecha plantean que de no prorrogarse los presupuestos, deberían convocarse las elecciones. Tampoco esta es una posición que se pueda defender con arreglo a lo que establece la norma, sino que más bien es otro asunto político. Aunque este no es un buen momento para las izquierdas para ir a elecciones, si la prórroga presupuestaria debe ser evitada es debido a la necesidad de clarificar cuál es en este momento el indirizzo político de la Coalición. Puede sorprender a algunos sectores del Ejecutivo que se insista tanto en esta necesidad de claridad, pero la realidad es que este Gobierno tiene problemas de credibilidad política. De hecho, estos problemas no solo residen en la obstinada campaña judicial y mediática contra muchos de sus miembros, sino que me atrevo a defender que la falta de confianza política de la ciudadanía hacia el Gobierno reside principalmente en la distancia cada vez más grande entre lo que se promete en los discursos y lo que cada ciudadano percibe que ha cambiado en su vida.
La realidad es que este Gobierno tiene problemas de credibilidad política. De hecho, me atrevo a defender que la falta de confianza política de la ciudadanía hacia el Gobierno reside principalmente en la distancia cada vez más grande entre lo que se promete en los discursos y lo que cada ciudadano percibe que ha cambiado en su vida
Estos son motivos de peso para considerar que el diseño y la aprobación de unas cuentas públicas constituyen una oportunidad para el Gobierno más que un problema que despejar. Sorprende por ello el empeño en señalar a sus socios parlamentarios como los posibles responsables no solo de una prórroga presupuestaria, sino de abrir la puerta a un escenario político en el que el agotamiento de la legislatura conlleve una necesaria convocatoria de elecciones. Y es que aunque la aritmética parlamentaria es insalvable, la política es tozuda. Si a día de hoy no conocemos ni un borrador de presupuestos y ni siquiera se ha remitido a las Cortes Generales el techo de gasto, cuesta creer que la culpa de la futurible prórroga la tengan unos socios parlamentarios que, en su legítima posición política, quieren dialogar sobre cuáles deben ser en su opinión las prioridades políticas del Gobierno para lo que queda de legislatura. Quizás aquí resida una de las claves que pueden permitir al imbatible presidente tener otra temporada más en la Moncloa. Para tener presupuestos no bastará esta vez simplemente con llevar unas cuentas al Congreso. Precisamente porque la posibilidad de una España gobernada por las derechas es real, qué presupuestos se aprueban para evitarlo es uno de los debates políticos más relevantes a los que este Gobierno debe enfrentarse. La pregunta aquí no es qué quieren Podemos, ERC o Junts, sino qué España quieren poner en marcha el PSOE y Sumar en el tiempo de descuento que les queda. Sería un error político pensar que contra Feijóo y Abascal no son necesarios unos presupuestos que se alejen de lo que la derecha haría si estuviera en la misma situación. No es que hagan falta unos presupuestos para gobernar, es que solamente es posible seguir gobernando si la propuesta de presupuestos es para la mayoría social y en contra de la guerra. Pero no porque cada voto en el Parlamento cuente para que las cuentas salgan y para ello sean necesarias algunas apuestas claras por ejemplo a favor de la vivienda pública y no a favor del incremento en defensa, sino porque la distancia entre lo que el Gobierno promete y lo que el Gobierno hace necesita ser estrechada. Entrar en prórroga presupuestaria será entrar políticamente en el tiempo de prórroga. Lo que se juega el Gobierno por tanto en este inicio de curso es mucho más que la aprobación de las cuentas públicas. Se juega que la pregunta de las próximas elecciones generales sea algo más que la presencia o no de la extrema derecha en el Gobierno. Cabe preguntarse si este es el escenario que busca un PSOE convencido de que su mejor carta electoral es la del voto útil, dispuesto a llevar a una esquina al resto de fuerzas de izquierdas. Veremos cómo se dilucida el debate las próximas semanas.
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