¿Puede un país democrático vivir sin memoria democrática?
En cuestión de guerras civiles –llámese o no así la última, en la que participaron países extranjeros–, España tiene la fatal singularidad de haber soportado cuatro en un siglo, por lo que la viñeta de El Roto y la utilización del verbo repetir tendría su sentido histórico. Un país al que no le basta con haber probado una vez esta tragedia debería ser el más indicado para bastarle con cuatro.
Pero no, más bien se podría pensar, dada la resistencia al encauzamiento definitivo por los valores democráticos que muestra una derecha empeñada en calificar como ilegítimos a los gobiernos que no le pertenecen, que hay en esa derecha una arraigada tendencia por ese pasado guerracivilista. A lo largo de este último periodo democrático, en dos ocasiones al menos lo hemos podido comprobar. La primera, al modo decimonónico, con un intento de golpe militar en el que alguna vez sabremos el papel jugado por el anterior Jefe del Estado. La segunda, el pasado día 20, con lo que el magistrado emérito del Tribunal Supremo José Antonio Martín Pallín llamó "un lawfare de libro".
Sin esa memoria mal estudiada y no recuperada, (...) se da la circunstancia de que entre la ciudadanía más joven hay un porcentaje estimable que considera la dictadura como un "periodo de placidez"
Entre un episodio y otro, sucesivos gobiernos del Partido Socialista han intentado recuperar medrosamente la que en principio se calificó de Memoria Histórica y más tarde Memoria Democrática. Sin esa memoria mal estudiada y no recuperada, a la que se ha opuesto la derecha y extrema derecha patrias, se da la circunstancia de que entre la ciudadanía más joven hay un porcentaje estimable que considera la dictadura como un "periodo de placidez", según dijera uno de los representantes de esa derecha.
Cabe preguntarse, caso de que un gobierno de derecha y extrema derecha fuera posible en la nación, por el tipo de memoria que prevalecería en este caso y sólo se me ocurren dos posibilidades: negar la existencia a la Memoria Histórica o Democrática, tal como hizo M. Rajoy durante sus años como presidente del Gobierno, o imponer –como le gustaría a la extrema derecha– la única existente en este país durante el viejo régimen y algunos historiadores revisionistas maquillaron.
Está claro que sin memoria no hay vida. ¿Puede un país democrático vivir sin memoria democrática?
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Félix Población es periodista y escritor. Su último libro es 'La risa de vivir y otros cuentos sin cuento’ (Ed. Círculo Rojo, 2021).