PLAZA PÚBLICA
Un paseo mágico por la exposición 'Jorge Semprún. El largo viaje'
Jorge Semprún regresa a Madrid y le acompañan sus otras identidades: Federico Sánchez, Jacques Grador, Agustín Larrea, Rafael Bustamante y Camille Salagnac. Todos ellos se han instalado en la Biblioteca Nacional.
He decidido esperar unos días para visitarlo. Las obras de teatro hay que verlas rodadas. Los estrenos suelen ser para los conocidos y amigos, siempre más condescendientes que el público anónimo. Yo, desgraciadamente, ni soy amigo ni condescendiente.
Jorge Semprún. El largo viaje es una exposición itinerante que desde 2023, año del centenario de su nacimiento, recorre, a iniciativa del Ministerio de Cultura, este país y que actualmente puede verse en Madrid, en la Biblioteca Nacional, hasta el 31 de agosto.
La muestra se encuentra en una pequeña sala por la que se avanza a través de un pasillo que hace las veces de un carrusel y por donde uno puede dar vueltas en torno a Semprún.
Papeles, archivos, grabaciones, libros, fotografías, objetos o guiones componen la memoria del niño, escritor, resistente, hijo, padre, hermano, refugiado, cineasta o político. Gracias a estos documentos, Semprún sigue vivo en la memoria colectiva.
Fue Maurice Halbwachs quien definió dicho concepto, memoria colectiva. Por cierto, ambos coincidieron en el campo de concentración de Buchenwald. Los dos, por tanto, forman parte de ese momento de la historia imposible de olvidar, aunque, a veces, nos empeñemos en hacerlo. Halbwachs murió de disentería, consumido, pero cerca de sus amigos. Semprún sobrevivió y lo pudo contar en sus libros. De esta manera, Halbwachs pasaba a formar parte de la memoria colectiva que él mismo definió como el hecho de recomponer mágicamente el pasado.
Semprún se siente libre en la creación ya que le permite abrazar la subjetividad y sustituir lo real por la fantasía
¿Y quién mejor que Semprún para recomponer mágicamente el pasado? En un libro, un artículo, una obra de teatro o en un guion. Contar aquello que fue, aquello que desearías hubiese sido o, simplemente, no contar lo que ocurrió. Para Semprún, este juego de ficción y realidad es la única manera de librarse de su responsabilidad, primero como político y más tarde como intelectual.
Semprún se siente libre en la creación ya que le permite abrazar la subjetividad y sustituir lo real por la fantasía.
Entre los documentos que se encuentran en la exposición, hay una grabación que se emite en bucle de un antiguo programa de televisión: Encuentro con las letras. Sánchez Dragó, el presentador, pretende una y otra vez tirar de la lengua a Semprún al respecto de Santiago Carrillo. El periodista espera con sus preguntas penetrar en lo más visceral del escritor y así conseguir una airada declaración, pero Semprún se muestra objetivo en la crítica. Lo que pasó entre ellos no es personal. Semprún solo quiere que se haga un análisis profundo de lo sucedido aquellos años, sin rencor, sin que intervengan las tripas o la venganza. Ni siquiera pide autocrítica como le pidieron a él, solo conocer qué pasó con Monzón o Trilla y por qué.
En la realidad Semprún es materialista, dialéctico para más señas. Y eso podemos comprobarlo en cada rincón de la exposición. Por ejemplo, un audio nos muestra la serenidad con que responde a Ignacio Gallego el día que le expulsaron del partido, según Dolores Ibárruri, por sus posiciones de cabeza de chorlito. O en un cuestionario del partido responde con precisión por sus antecedentes familiares. Su respuesta es algo así: burguesía y terratenientes (no mis padres). Una contestación sincera de quien se sabe marcado por el pecado original comunista. No ser hijo de obrero o jornalero.
El abuelo de Semprún no era un obrero, era Antonio Maura, presidente del Consejo de Ministros hasta en cinco ocasiones durante el reinado de Alfonso XIII. Ese mismo a quien un Semprún niño escribe una carta con una letra enorme, deforme y asimétrica. Es solo uno de los pocos ejemplos que nos muestran su vida privada. Tampoco los hay en la ficción. La sangre apenas está presente en la obra de Semprún. Ni abuelos, ni hermanos, ni padres. Ninguno de ellos ha formado parte de la memoria construida mágicamente por él. Todos ellos son realidad, no fantasía.
Termino la última vuelta y abandono el lugar. Llevo unas cuantas fotografías de aquello que me ha parecido más interesante. Las he hecho para que no se me olviden, para que mi memoria no me falle. De nuevo, la memoria, el tema más recurrente en Semprún, en su obra, la reconstrucción de lo real en fantasía. Exactamente, lo que he acabado de hacer con esta exposición.
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Gonzalo Toledano Rodríguez de la Pica es escritor y profesor en la Universidad Internacional de La Rioja (UNIR). Ha escrito 'Antimemorias de Jorge Semprún' (Editorial Renacimiento) entre otros.