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La nueva movilidad

130 kilómetros de carril bici en Madrid, 700 en París: Almeida insiste en políticas anticiclistas en dirección contraria a las ciudades europeas

Un hombre monta en bicicleta junto al Estanque por la calle Nicaragua en el Parque del Retiro de Madrid.

Madrid cuenta con 130 kilómetros de carriles bici exclusivos para ciclistas. París, con 700. Berlín, con 630. Barcelona, con más de 200, al igual que Sevilla. València disfruta de 150 y Vitoria de 87, y son mucho más pequeñas. La capital española no resiste las comparaciones, ni en España ni en Europa, con respecto a su infraestructura ciclista. Y el Ayuntamiento no solo ha dejado pasar la oportunidad de la pandemia para apostar por un método de transporte saludable, respetuoso con el medioambiente y seguro en tiempos de pandemia, sino que ha iniciado la reversión de carriles ya construidos y ha dedicado, denuncia la oposición, 0 euros en los Presupuestos a hacer una ciudad más segura para estos usuarios. El equipo de Gobierno lo niega: asegura que hay obras presupuestadas, como las de la calle Joaquín Costa, que ya incluyen espacio segregado para las dos ruedas, así que no lo han especificado. Pero no ha incluido ninguna partida para el carril bici de la Castellana, vieja promesa pactada con la oposición, afirmando que como todavía no lo han estudiado, no saben cuánto costará. Y no hay rastro de la conversión en permanentes de los carriles provisionales que se inauguraron este verano a lo largo de 12,3 kilómetros y que las asociaciones tachan de chapuza. 

"Ha vuelto el Almeida de siempre, el que prefiere fomentar el coche. Hemos dejado pasar una oportunidad preciosa", se lamenta la concejala de Más Madrid Esther Gómez, que fue la que denunció este miércoles la ausencia de dinero destinado a la bicicleta en los Presupuestos elaborados por el equipo de Gobierno del Ayuntamiento de Madrid. Están pendientes la construcción de una nueva vía exclusiva en el Paseo de la Castellana, una de las principales arterias de la ciudad, así como la conversión en permanentes de los carriles provisionales que, con motivo de la pandemia, el Ayuntamiento creó a lo largo de 12,3 kilómetros. Ambas actuaciones son compromisos entre Ejecutivo municipal y oposición en los llamados Acuerdos de la Villa: meses después de la firma, el partido liderado en la ciudad por Rita Maestre teme que se trata de papel mojado. 

El carril bici segregado, seguro y bien señalizado del Paseo de la Castellana, arteria principal que conecta el norte y el sur de la urbe, es una vieja reivindicación del colectivo ciclista de la ciudad: en 2018 se constituyó una plataforma para exigir su construcción a los políticos municipales. No lo hizo el anterior equipo de Gobierno, de Manuela Carmena (Más Madrid), pese a su supuesto compromiso con la movilidad sostenible. El Pleno del Ayuntamiento aprobó por unanimidad el proyecto. En enero de 2020, el delegado de Movilidad, Borja Carabante, aseguró que estaría adjudicado a lo largo del año y las obras empezarían en julio de 2021. En septiembre, dijo que estaban estudiando "alternativas". Y ahora, ante la denuncia de su ausencia en los Presupuestos, han manifestado que, como aún está en estudio, no se puede estimar su coste. "Eso es muy relativo", responde Gómez. "Siempre puedes hacer un cálculo aproximado. No es excusa para no afrontarlo".

La pandemia ha puesto en valor la opción de la bicicleta para moverse por la ciudad. Se trata de un modo de transporte seguro en cuanto a la posibilidad de contagio por covid-19, más rápido de lo que parece –sobre todo, en caso de atasco– y saludable. Las eléctricas la hacen accesible para un porcentaje mayor de la población, que de otra manera no podría abordar las cuestas. Y los carriles bici dificultan los temidos atropellos, en los que tienen todas las de perder dada la velocidad y envergadura del coche. Ante la emergencia sanitaria, que despertó la sospecha sobre el transporte público por su potencial –no demostrado– de contagio, numerosas ciudades de todo el continente apostaron por carriles bici provisionales, muchos de ellos convertidos en permanentes meses después. En el top 5 figuran Roma, en Italia (150 kilómetros), Vaud, Suiza (100 km), Bolonia, Italia (94,3 km), Lisboa, Portugal (76,5 km) y París, la capital de Francia, que sumó 71,3 km a sus más de 700 ya construidos. Destacan también el área metropolitana de Barcelona, con 70 kilómetros adicionales, Lyon (Francia) y Bruselas (Bélgica) con 38 y 37 respectivamente, o la española Valladolid, con 32,71. Madrid instaló 12,3.

La asociación ciclista Pedalibre, que el pasado domingo encabezó una marcha en bicicleta por la capital española para pedir más y mejor infraestructura ciclista, criticó la iniciativa por insegura. Los nuevos carriles bici no le quitaban espacio al coche, sino que reordenaron el espacio de los carriles; y no se puso ningún elemento de separación entre las bicis y el resto del tráfico. Los miembros de la organización acudieron con medidores de velocidad, con los que comprobaron que muchos automóviles circulaban a más de 70 kilómetros por hora. "Es estas condiciones, la utilización de estas deficientes infraestructuras por partes de nuevos ciclistas se ve altamente comprometida. Tras la firma de los Acuerdos de la Villa, en los que se establece en la medida 218 que el ayuntamiento implementará una red continua y coherente de carriles bici provisionales seguros con vocación de permanencia, el gobierno municipal está incumpliendo todos los principios fundamentales de dicha medida", denunciaron en su blog. No hay rastro de dicha "vocación de permanencia". Tampoco en los Presupuestos. 

Madrid no solo destaca en Europa por su inacción ante la movilidad sostenible y el covid: también por dar pasos hacia atrás, en vez de hacia adelante. En una decisión inédita en el viejo continente, el Ayuntamiento de Madrid decidió revertir el carril bici de la Gran Vía de Hortaleza, un barrio periférico de la capital, argumentando su falta de uso. También barajó acabar con el espacio para las bicicletas en la calle Santa Engracia, un carril bici puesto de ejemplo por la oposición por su buen diseño, con semáforos propios, ancha separación con respecto a los coches y sin comprometer el ancho de la acera. Fue impulsado por el Gobierno municipal de Manuela Carmena. Los partidos, las asociaciones y los expertos defienden que, si no se utilizan, es porque la ciudad cuenta no solo con pocos kilómetros de vías seguras, sino que también están desconectadas y con poca presencia en el centro en comparación con el extrarradio. 

Un simple vistazo al mapa ciclista de Madrid lo atestigua. Cuenta con el llamado "anillo verde", que permite rodear pedaleando el centro de la capital. Y, más allá de esta infraestructura, carriles sueltos y no conectados, que obligan al ciclista a pasar de nuevo a la calzada, compartiendo espacio con los coches, en cualquier trayecto de duración media o larga. La mayoría de las ciudades españolas que han hecho un esfuerzo por hacerle la vida más fácil a estos usuarios de la vía pública cuentan con numerosas vías por todo el centro. Así lo han dispuesto Barcelona, Zaragoza, València, Sevilla o Vitoria, algunas de las más destacadas. Esta última es la segunda en el ranking español de kilómetros de carril bici por habitante, que lidera Albacete: la siguen Castellón, Córdoba y Alicante. 

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En el continente, Ámsterdam y Copenhague, con décadas de políticas públicas a favor de la bicicleta y la ventaja de un terreno llano, son las indiscutibles ganadoras. No solo es cómodo, fácil y seguro montar en bici en estas urbes, sino que son el transporte predilecto y mayoritario por sus vecinos. París, bajo la vara de mando de la socialista Anne Hidalgo, ha hecho un esfuerzo impresionante: cuenta con 700 vías exclusivas y segregadas, piensa poner 700 más y durante la pandemia ha construido 50 kilómetros temporales amplios, seguros y conectando tramos de la red fija. La capital gala cuenta con una ratio sorprendente: 32 kilómetros de carriles bici por cada 100.000 habitantes y seis por cada kilómetro cuadrado de capital. 

Varias capitales del viejo continente, como Berlín o Lisboa, además de la ciudad francesa, cuentan con mejores ratios carriles bici/población y extensión que Madrid. Lisboa quiere ser más ambiciosa y pasar de 80 a más de 200, aunque los planes de la alcaldía no están exentos de polémica, ya que se están encontrando con la resistencia de usuarios del coche y comerciantes de las zonas afectadas. Por su parte, la urbe alemana aprobó el pasado año una ley de movilidad que exige que todas las vías importantes tengan espacios dedicados a los ciclistas, así que sus condiciones para la bicicleta mejorarán.

También la superan en cuanto a la ratio, además de la capital andaluza, València, Barcelona y Zaragoza. Hay dos que se quedan por detrás de la capital española en la comparación: Londres y Roma. Sin embargo, y a diferencia de Madrid, no entorpecen el desarrollo de la bicicleta, sino que se están poniendo las pilas. La urbe del Támesis cuenta con 100 kilómetros y ha puesto en marcha un plan de "autopistas ciclistas" de más de 400 kilómetros para conectar el centro y la periferia, una iniciativa a la que se ha sumado Bruselas. Y la capital italiana es la europea que más carriles bici provisionales ha hecho a causa de la pandemia: 150 kilómetros, más de la mitad de los fijos (242). El alcalde, José Luis Martínez-Almeida, no solo dirige una ciudad con una infraestructura pobre para las dos ruedas, sino que es el único de las grandes urbes de Europa sin planes claros para mejorarla.

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