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2D | Elecciones en Andalucía

Del "acento andaluz" a la "cobardía" de Torra: los mensajes de una campaña en clave española

Susana Díaz, en el mitin de cierre de campaña, este viernes en Sevilla.

Fin de la campaña en Andalucía, la primera cita electoral tras las catalanas de diciembre del año pasado. El 2D abre un ciclo que incluirá municipales, autonómicas y europeas en mayo; más generales y previsiblemente nuevas catalanas, aún sin fecha. Están llamados a las urnas 6.541.722 andaluces, que elegirán a 109 diputados. La mayoría absoluta, situada en 55 diputados, no está al alcance a priori de ningún partido, pero el bloque izquierdo (PSOE y Adelante Andalucía) la tiene más a mano que el derecho (PP, Cs y quizás Vox), según las encuestas. Con matices, los sondeos apuntan a una clara victoria del PSOE, un fuerte descenso del PP, paralelo al ascenso de Ciudadanos, y una rentabilización de la coalición de Podemos e IU. Los candidatos de los cuatro partidos con representación repiten: Susana Díaz (PSOE), Juan Manuel Moreno (PP), Teresa Rodríguez (Adelante Andalucía) y Juan Marín (Cs). Está en juego no sólo el gobierno de la autonomía más poblada de España, sino también la primacía en la derecha, la salud de la confluencia de izquierdas y la posible penetración institucional de la ultraderecha. infoLibre analiza los mensajes de los cuatro principales partidos.

  PSOE: Del pacto con Cs a "frenar a la derecha"

Susana Díaz, candidata del PSOE, favorita en todas las encuestas, adelantó las elecciones en busca de un debate con "acento andaluz" y ha cerrado rescatando la sombra del expresidente José María Aznar como supuesto muñidor de una coalición de "las derechas" de PP, Ciudadanos y Vox para desalojar a los socialistas. Una actualización del clásico discurso del voto útil, de "frenar a la derecha", completado con una apelación al electorado para evitar el "bloqueo". Esta vez, a diferencia de otras, no ha lanzado al electorado la idea de que Podemos e IU podrían aliarse con la derecha contra el PSOE, aunque sí ha mencionado que ambos partidos han servido de "muleta" al PP durante la legislatura. Cualquier giro discursivo del PSOE andaluz tiene gran potencial, ya que su capilaridad territorial es mucho mayor que la de cualquier otra formación. El partido actúa en bloque y el mensaje llega a todos los rincones de Andalucía. El PSOE andaluz no sólo depende de los medios de comunicación. El potencial del "¡ojo que viene la derecha!" es elevado en ámbitos rurales donde persiste un importante rechazo a las opciones conservadoras.

A lo largo de más de tres años de legislatura, Díaz ha mantenido una relación aterciopelada con su socio, Ciudadanos, y muy tensa con Podemos e IU. Durante la campaña ha tenido más tacto con Adelante Andalucía, dado que su líder, Teresa Rodríguez, es la única de la oposición que no se ha comprometido expresamente a votar en contra de una eventual investidura. Aunque sin renunciar a la confrontación, Díaz ha dejado puentes en alto con Adelante Andalucía. "No dudo de su buena intención", le dijo en el segundo debate a Rodríguez para acolchar sus críticas. Contra Ciudadanos también ha cargado. Pero más contra su líder nacional, Albert Rivera, que contra el autonómico, Juan Marín, al que ha presentado como un dirigente sin fuerza para imponer su criterio frente a las órdenes de Madrid. "Ha olvidado todo lo bueno que hemos hecho juntos", le dijo Díaz a Marín.

La presidenta desde 2013 ha hecho bandera de su gestión; la suya, la de estos cinco años, no la de los 36 años de gobiernos socialistas, que ha orillado. Se ha centrado en el retroceso del número de parados en el último lustro, a pesar de que no ha logrado corregir la brecha porcentual de paro con respecto a España. Ha insistido en la lucha contra la desigualdad y en la defensa de los servicios púbicos, especialmente sanidad y educación. Ante el persistente mensaje centrado en Cataluña de PP y Ciudadanos, Díaz, pese a que intentó irse a Madrid a dirigir el PSOE y fracasó en el intento, se ha presentado como la dirigente preocupada por los problemas de "nuestra tierra" frente a las ambiciones personales de Casado y Rivera. La candidata del puño y la rosa ha destacado el "compromiso con Andalucía" del Gobierno de Pedro Sánchez, pero no ha utilizado en exceso la gestión del Ejecutivo central durante su campaña. Lo que sí ha utilizado es el discurso de la "defensa de Andalucía" ante los "ataques" de la derecha a "nuestros niños", a "nuestro acento", a "nuestra historia", recurso que –probablemente por su eficacia– exaspera al PP.

  PP: La sospecha sobre Ciudadanos

El PP ya no aglutina todo el voto conservador. Ni tampoco toda la atención. La lucha por la atención es tan encarnizada como por el voto. Juan Manuel Moreno, candidato del PP, reclamó atención durante la precampaña con dos actos muy llamativos. El primero, plantándose en la puerta de un prostíbulo a dar una rueda de prensa sobre el gasto de dinero público con una tarjeta oficial en este tipo de locales. El segundo, acudiendo a los pinares donde se tomó la mítica foto de la tortilla de 1974, acta gráfica fundacional del socialismo en Andalucía. Allí denunció una supuesta traición del PSOE a sus orígenes, un mensaje difícil de interpretar que venía a ser indirectamente una reivindicación de aquel PSOE originario. Fue un arranque titubeante, preludio de la concreción del mensaje central de la campaña: el PP es el voto útil para un cambio tras casi 40 años de socialismo.

Moreno, al que su compañera Isabel García Tejerina zancadilleó con su minusvaloración de los "niños andaluces" –comentario del que el líder del PP se desmarcó tajantemente–, ha insistido en esta idea: el PP es el único partido que garantiza un cambio de gobierno, porque Ciudadanos en Andalucía es prácticamente un partido de izquierdas. Moreno afirma no creerse a Juan Marín (Cs) cuando afirma que no pactará con Susana Díaz. Y se reivindica como el único que, con toda seguridad, no apoyará a la candidata socialista. "Rojo por fuera, naranja por dentro", repiten en el PP sobre el acuerdo entre el PSOE y Ciudadanos de 2012 a 2015. "Susana Díaz ha disfrutado de mayoría absoluta gracias a Ciudadanos", ha manifestado el líder andaluz del PP. Todos los votos que nos sean para el PP, ha dicho Pablo Casado, irán al "embudo" de Susana Díaz.

El discurso del "voto del cambio" se encuentra con la dificultad objetiva de que las encuestas indican que el electorado conservador está partido casi por la mitad, con un creciente tercer trozo de Vox, con lo que la apelación a la concentración de las papeletas en una sola marca pierde pegada. En cuanto al discurso anticorrupción, sus limitaciones estriban en que el caso más grave, el de los ERE, ha protagonizado ya dos campañas, 2012 y 2015, y sin estar amortizado tiene ya menor impacto. Además el PP no puede reivindicar un currículo impecable en este campo.

Sin renunciar a los mensajes en clave nacional, Moreno –en la estela de la trayectoria del PP andaluz desde Javier Arenas– ha tratado de sostener un discurso propio y diferenciado sobre Andalucía, reconociendo la singularidad de la comunidad en el contexto de España. El candidato del PP ha llegado a admitir que Andalucía está infrafinanciada, en contra de lo que solía afirmar Mariano Rajoy como presidente. En cambio, el líder del PP, Pablo Casado, que no contó con el apoyo de Moreno durante las primarias, ha recurrido una y otra vez a los mensajes en un registro netamente nacional. Ha insistido en que las elecciones son la "primera vuelta" de las generales y ha centrado sus discursos en denunciar la supuesta complicidad del PSOE con "populistas, separatistas y Bildu". Casado trataba de extender a Díaz cualquier crítica a Pedro Sánchez.

  Adelante Andalucía: "Barrera" andalucista

Teresa Rodríguez (Podemos) y Antonio Maíllo (IU) han apelado a un mensaje andalucista e inequívocamente de izquierdas. La candidata de Adelante Andalucía ha ofrecido a su coalición como "alternativa" al PSOE sin pasar por "las derechas", porque Andalucía es una tierra "resistente a la derecha". Ante la apelación del PSOE al voto útil para frenar a PP, Cs y Vox, la dirigente anticapitalista ha reivindicado que Adelante Andalucía es "una barrera infranqueable" contra la derecha y le ha recordado a Díaz que pactó con Ciudadanos y que dio "un golpe de Estado" en el PSOE para quitar a Pedro Sánchez y abstenerse ante Mariano Rajoy. "No cuela", dice Maíllo cuando Díaz se ofrece como receta contra la derecha.

Rodríguez ha hecho una continua apelación al orgullo andalucista, denunciando que la gestión del PSOE ha condenado a la comunidad del sur a la dependencia y la falta de oportunidades. “No hemos parido ni vamos a parir hijos para despedirlos en los aeropuertos”, afirmó arrebatadamente en el primer debate, un comentario subrayado por las connotaciones que aporta su avanzado estado de gestación.

Frente a la fuerte presencia de Cataluña en el debate, Rodríguez ha repetido "y Andalucía, ¿pa cuándo?". Y ha señalado continuamente los que considera problemas estructurales de Andalucía: infrafinanciación, subsidiariedad, posición periférica en el reparto internacional del trabajo y la inversión. Preocupada por parecer una dirigente excesivamente idealista, se ha esforzado en otorgar a su ya conocido discurso impugnatorio un reverso programático. "Explicando de dónde sale el dinero", suele decir.

Con desagrado ha encarado la cuestión de los pactos postelectorales. A pesar de que su sintonía –y la de Maíllo– con Díaz tiende a cero, no ha querido descartar expresamente apoyarla en la investidura, sabedora de que podría verse en la tesitura de ceder en este punto o abocar a Andalucía a una repetición electoral. No obstante, ha trasladado presión a la presidenta preguntándole a ella si estará dispuesta a apoyar las leyes de Adelante Andalucía. Un total de 24 leyes para los 24 primeros meses de legislatura, que anticipan para Díaz una negociación muy dura.

Rodríguez, que nunca ha sido una convencida de la transversalidad –entendida como un lijado de las aristas ideológicas–, no ha eludido durante la campaña cuestiones ideológicamente espinosas, singularmente en el ámbito de la lucha laboral. Las kellys han sido un leit motiv de su campaña, que también se ha mojado megáfono en mano (Maíllo) a favor de los taxistas.

  Ciudadanos: Mano tendida al PP

Tras más de tres años de pacto con el PSOE, Ciudadanos ha tendido la mano al PP en Andalucía. La maniobra del partido naranja ha supuesto el más drástico cambio de posición de los cuatro principales partidos. "Si usted y yo sumamos los escaños suficientes nos vamos a poner de acuerdo. Si no provocamos ese cambio, nunca nos lo perdonarán", le dijo Juan Marín a Juan Manuel Moreno en directo en el debate de Canal Sur, una afirmación que desvela que el partido naranja da por cerrado en buena medida el trasvase de voto desde las filas socialistas y se concentra en una pugna por el voto conservador con el PP.

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Fue Cs el que rompió la baraja en septiembre, dio súbitamente por agotado su pacto con el PSOE –que se había desarrollado sin mayores sobresaltos durante más de tres años– y ofreció a Susana Díaz el marco perfecto para adelantar elecciones. Los dos anteriores socios del PSOE, los andalucistas del PA e IU, salieron maltrechos de sus experiencias de Gobierno con los socialistas. Albert Rivera no quería que le pasara lo mismo. El propio presidente de Ciudadanos, que lleva un año al alza al calor de la respuesta social al referéndum en Cataluña, asumió un papel protagonista en la ruptura, que tanto él como el candidato Marín atribuyeron a la negativa del PSOE a eliminar los aforamientos. El problema que planteaba la maniobra es que Cs tenía que pasar de ser aliado fiable del PSOE –"Susana Díaz es de fiar", decía antes Marín– a rivalizar en dureza con el PP a la hora de criticarlo.

Marín ha entrado en el cuerpo a cuerpo con Juan Manuel Moreno (PP). Ante las críticas del PP por haber pactado con el PSOE, Marín ha respondido que el PP no ha aportado "nada en 40 años" y se ha prestado a un "intercambio de sillones" con el PSOE. Convencido de que a Ciudadanos le conviene la tensión en torno al procés, el candidato de Ciudadanos ha buscado el cara a cara por el tema no sólo con Susana Díaz, sino con el propio Joaquim Torra, presidente catalán, al que ha llamado "racista, golpista y cobarde". El partido naranja intentó sacarse pronto la duda sobre posibles pactos con una posición categórica: bajo ningún concepto, en ningún caso apoyará a Díaz, ha repetido Marín. Antes que hacerlo, entregará su acta. Esto no ha evitado que Moreno insista en que no se lo cree.

Ni Cs ni PP han descartado de plano sumar sus votos con los de Vox si dieran los números. El partido ultraderechista, por su parte, ha basado su campaña en los mensajes de mano dura sobre inmigración y Cataluña y en su oposición al Estado de las autonomías, así como en recetas neoliberales en el campo económico.  

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